Cuestión de malentendidos
Marcelo
tenía 13 años y había ingresado a la secundaria.
Fue
un gran cambio para él, en la primaria jugaba y tenía sus amigos desde primer
grado, en cambio ahora debía dedicarse más a estudiar y a seguir las normas del
colegio.
Si
bien estudiaba mucho se mantenía callado en clase y no sentía la alegría de sus
compañeros.
Llegó
la época de exámenes y le tocó dar su primera lección oral de Química. La
profesora le hizo muchas preguntas que él trataba de responder cuidadosamente,
hasta que le preguntó:
-¿Por qué el Helio no reacciona?
-¡Elio sí reacciona!, ayer no me prestó sus apuntes-
contestó, refiriéndose a su compañero que también se llamaba así.
-¡Cómo que reacciona!
-reprochó la profesora -Si dice que es
inerte- refiriéndose al apunte -¡Es
un gas noble!
-Profesora, yo le tengo respeto…-
respondió Marcelo confundido.
-Siéntese, está aplazado.
Marcelo
estaba ofendido y decepcionado, tendría que rendir la materia si no lograba
recuperarse. Al volver a casa comentó lo ocurrido a sus padres, y el padre,
dándole una palmada le dijo:
-Hijo, en la secundaria debes madurar. Pregunta las dudas
que tengas a tus profesores y siempre ten buen trato con tus compañeros, aunque
sean de mal genio. Lo importante es que tengas un gran corazón y dejes tu
timidez de lado. Habla con la profesora sobre lo que no entiendes, para eso
está ella,
Así
lo hizo, pidió hablar con la profesora y ella comprendió que había un compañero
llamado Elio, que al jovencito le costaba insertarse en la clase y que a la vez
el Helio era un gas tan noble como inerte.
A partir de entonces, Marcelo
estudió con más ahínco, preguntaba oportunamente, ayudaba a sus compañeros y
además de ver que a ellos también les costaba, descubrió que haciendo las cosas
claramente, todo esfuerzo valía la pena.
María Gabriela
Medawar –2014.
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