viernes, 29 de septiembre de 2023

 

 

Cuestión de malentendidos

 

Marcelo tenía 13 años y había ingresado a la secundaria.

Fue un gran cambio para él, en la primaria jugaba y tenía sus amigos desde primer grado, en cambio ahora debía dedicarse más a estudiar y a seguir las normas del colegio.

Si bien estudiaba mucho se mantenía callado en clase y no sentía la alegría de sus compañeros.

Llegó la época de exámenes y le tocó dar su primera lección oral de Química. La profesora le hizo muchas preguntas que él trataba de responder cuidadosamente, hasta que le preguntó:

-¿Por qué el Helio no reacciona?

-¡Elio sí reacciona!, ayer no me prestó sus apuntes- contestó, refiriéndose a su compañero que también se llamaba así.

-¡Cómo que reacciona! -reprochó la profesora -Si dice que es inerte- refiriéndose al apunte -¡Es un gas noble!

-Profesora, yo le tengo respeto…- respondió Marcelo confundido.

-Siéntese, está aplazado.

Marcelo estaba ofendido y decepcionado, tendría que rendir la materia si no lograba recuperarse. Al volver a casa comentó lo ocurrido a sus padres, y el padre, dándole una palmada le dijo:

-Hijo, en la secundaria debes madurar. Pregunta las dudas que tengas a tus profesores y siempre ten buen trato con tus compañeros, aunque sean de mal genio. Lo importante es que tengas un gran corazón y dejes tu timidez de lado. Habla con la profesora sobre lo que no entiendes, para eso está ella, la Química es difícil y tiene que sacarte las dudas; enséñale que puedes mejorar.

Así lo hizo, pidió hablar con la profesora y ella comprendió que había un compañero llamado Elio, que al jovencito le costaba insertarse en la clase y que a la vez el Helio era un gas tan noble como inerte.

            A partir de entonces, Marcelo estudió con más ahínco, preguntaba oportunamente, ayudaba a sus compañeros y además de ver que a ellos también les costaba, descubrió que haciendo las cosas claramente, todo esfuerzo valía la pena.

María Gabriela Medawar –2014.

 

 

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