Humor
Malas
ondas.
Me senté en el colectivo, muy cansada después de trajinar en
el centro toda la mañana. Los pies me ardían, parecía que los zapatos se habían
achicado.
Hola María – me saludó la persona que compartía mi asiento.
Hola – dije pensando que se había confundido de nombre y me
encerré en mis pensamientos, rumiando acerca de los trámites no resueltos.
¿Vio que caro está todo? Todo el mundo se queja pero nadie
hace nada. Yo por eso me molesto en ir al centro a comprar, que es más barato
–agregó con tono de suficiencia.
Ajá –dije para no ser descortés, y ella siguió con su
cháchara.
En el barrio los comerciantes son todos ladrones, el
carnicero seguro que tiene arreglada la balanza, y el verdulero prefiere tirar
la verdura a venderla más barata ¡Ojalá se fundan todos! – maldijo.
Sentí deseos de decir algo, pero callé. ¿Para qué? Si esa
persona no cambiaría de parecer. Me enfrasqué en mi cansancio y tomé un papel
simulando leer, para ver si esa pasajera molesta se callaba.
Llegábamos al barrio, en la segunda parada me bajaría. Junté
mis bolsas e hice ademán de ponerme de pié. Mi vecina de asiento me puso la
mano sobre mi brazo y dijo: -La tengo vista a usted ¿De qué familia es?
Sí, seguro que nos hemos visto. Soy la hija del carnicero,
pero vivo en la otra cuadra, en donde mi esposo tiene la verdulería.
Me puse de pie y toqué el timbre para bajar.
Ami
- 2023
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