El
abuelo serio.
Todas las mañanas llevaba Jorge a
sus dos nietas gemelas a la escuela. Caminando, callado, atento a los pasos de
las niñas, que querían jugar y sacar la seriedad a Jorge.
Jorge tenía rasgos de haber
llevado una vida muy dura, no se parecía a sus nietas y debía controlar su
estricto y acelerado paso para que las niñas fueran junto a él.
No era un hombre estudioso, pero
valoraba mucho la labor de los maestros y su sabiduría. También, al regreso de
la escuela, gozaba escuchando a las chiquitas lo que habían aprendido en clase.
Un día los vecinos no lo vieron
más. Su hija tuvo que ocuparse de llevar a las gemelas y le preguntaron por él.
- Ya no vendrá más, enfermó y
ahora vive en un geriátrico- Les contestó.
- ¡No me diga! ¡Cuánto lo siento!
– le respondían.
Mucho tiempo pasó que extrañaban
la mirada y el paso serio de Jorge. Un día, los vecinos reunieron dinero y le
compraron un libro sobre la historia del lugar donde vivían, de sus próceres,
fundadores y maestros. Jorge estaba tan maravillado que no dejaba de estudiar
el libro, de aprender de su barrio, de su gente, de sus edificios. Esos ojos
fríos, rasgos duros, se endulzaron con gestos agradecidos y sonrientes, algo
que les brindaba a las visitas y familiares.
Jorge había superado la aridez de
su diario caminar, por un nuevo sentido para sus días de recuperación y
superación.
Gabriela Medawar - 2023
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