EL LABRIEGO
El labriego camina rodeando el
surco,
con sus manos trabaja acaricia la
tierra,
deja allí sus semillas día tras
día, noche tras noche.
El labriego ya sueña con el brote
nuevo, verde y luminoso.
Con paciencia espera los frutos
de colores
que cuelgan de las ramas con
distintos sabores
y su espalda se curva dejando su
alma en la tierra.
Ya los surcos se marcan en su
piel por el sol curtida
sus manos y su cara replican el
sueño eterno del que cultiva la tierra.
Y llegará la cosecha con buena
suerte y calor
el labriego recoge el fruto de
sus surcos y su sudor
pronto llegará a la mesa el
regalo verde flor
y sin pensar engullimos su
trabajo, el del agua y del sol.
Clara Molina – 2023
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