Entrevista
Vida privada
del Ratón Pérez
En mis años de trabajo como notera de un diario, nunca me
había tocado una entrevista tan extravagante. Me asignaron como tarea que
visitara al Ratón Pérez, en su casa, para investigar sobre su vida privada.
No tuve un buen comienzo a pesar de ser, amablemente,
invitada a entrar a la pequeña cueva de este personaje. Por mi metro setenta de
altura se dificultó el ingreso. Para colmo de males, la silla que me ofreció
era demasiado pequeña pero traté de hacer caso omiso de la incomodidad y decidí
comenzar con la tarea.
-Buenas tardes Ratón Pérez. Le agradezco que haya aceptado
esta entrevista y me haya recibido en su casa-
-¡No es nada! -Me contestó, dejando relucir sus largos
incisivos de roedor-
En realidad sentí curiosidad por saber cómo es una
entrevista, puesto que nunca tuve una -repuso con movimientos nerviosos.
-Me gustaría saber cuándo comenzó con su conocida tarea de
llevarse los dientes que los pequeños dejan bajo la almohada -
-A mi padre, ya hacen muchos años, se le ocurrió hacerlo,
porque él había perdido sus dientes en una pelea. Como usted podrá imaginarse,
esto es terrible para un ratón. Y se le ocurrió que podría obtener los que se
le caen a los niños. No quería robarlos y por eso les dejaba dinero a cambio-
- ¿A Ud. le pasó lo mismo?- pregunté. Tomando nota.
-No. Por suerte. Pero me pareció que sería una acción
solidaría, seguir los pasos de mi padre-
-¿Solidaria?- Inquirí extrañada.
-Sí, porque los niños, en general, tienen miedo y son
reacios a sacarse el diente que está a punto de caer. Además lo sienten como
una pérdida. Pero al ver que reciben algo a cambio, le devolvemos la alegría-
-¿Y cómo es el procedimiento?-
-Una vez que se sacó el diente, lo tiene que lavar, por
razones de higiene y ponerlo bajo su almohada, junto con una cartita, aclarando
qué quiere recibir a cambio. Es obligatorio que se duerma para que se cumpla su
deseo. Habrá notado, usted que, por lo general, la mayoría de los chiquillos se
van con gusto a la cama, en esas circunstancias.-
-¿De dónde saca, Ud., tanto dinero para complacer tantos
pedidos? -Pregunté mientras sacudía mi mano, adormecida de tanto escribir.
-Yo tengo una vida muy austera- respondió, algo molesto- No
tengo dinero ni golosinas para dejar. Recurro a los padres, a los abuelos o a
quienes puedan colaborar. Todos aprecian mi tarea, porque alimento la ilusión
de sus pequeños-
-¿Y usted que beneficio obtiene con todo eso?- Inquirí.
-¡Felicidad!- contestó entusiasta- Disfruto viendo la
alegría que mis clientes experimentan al despertar y encontrar su regalito bajo
la almohada. Me encanta observarlos, desde mi escondite. No me pueden ver.
Saben que existo pero nunca me verán-
_¿Qué hace usted con tantos dientes que recolecta?- pregunté
con sincero interés-
-¡Oh! ¡Hago muchas cosas! Esas diminutas y bonitas piezas,
son realmente muy valiosas para mí. En principio, se los dono a mis más
ancianos congéneres. Construyo cunitas para los ratoncitos recién nacidos. Con
lo que me queda hago pulseritas para mis admiradoras.-
-¿Y qué ocurre con los dientes que le extraen o pierden los
adultos y los ancianos? –
-No puedo contestar esa pregunta porque yo me ocupo,
solamente, del rubro de los dientes de leche. Debería entrevistar al Ratón
García, que es encargado de las piezas definitivas. Parece ser, por lo que
oído, ese trabajo es más ingrato. La gente no está feliz con semejante pérdida.
Para colmo de males, tienen que gastar un buen dinero para reemplazarlas por dientes
postizos.-
Después de agradecerle a mi entrevistado y ya despidiéndome.
Él agregó:
-Ha llegado a mis oídos que el Ratón García está
proponiendo, a otros ratones, formar una ONG que se ocupe seriamente de este
problema. Y eso es todo lo que sé- añadió mientras me acompañaba hasta la
puerta de su cueva.
Me costó salir del entumecimiento de mis piernas y de mi
cabeza, sin poder caer en la cuenta, aún, de lo acaba de experimentar. – ¡Vaya,
que loco todo!-pensé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario