Entrevista
¡De
no creer!
Dialogo
con Andrés Palero.
“Soy un ignorante”
Es un modesto sepulturero, llegó sólo a
segundo grado, escasamente puede leer y escribir, y admite ser una persona
feliz.
¿Cómo es
sentirse dueño de un tesoro?
No soy dueño, alguien lo enterró, tal vez su
verdadero dueño, hace bastante más de cien años, yo solo lo descubrí. Quien lo
haya enterrado habrá tenido sus razones.
¿Qué
contiene el tesoro?
Tiene muchas cosas: collares, pulseras,
brazaletes, aros, monedas de oro y de plata, estatuillas y cosas como esas.
¿Cómo
lo encontró?
Estaba abriendo viejas sepulturas en el
espacio del cementerio que se va a remodelar, son tumbas que ya no tienen
dueño, pertenecieron a familias que ya han desaparecido hasta el último de sus
descendientes, y en una de esas tumbas que no conservaba ni placa ni nada que
la identificara, debajo de un ataúd casi deshecho había dos urnas, una tenía
adentro un baúl con el tesoro.
¿Hace
mucho tiempo de ese hallazgo?
Sí, algunos años. Al principio no dije nada
porque pensé que me habían jugado una broma y me iban a cargar, pero nadie
parecía saber nada del asunto, lo que me dio tiempo para pensar. No sabía el
valor que podía tener, pues soy muy ignorante ¿sabe?, llegué a segundo grado y
ni siquiera lo terminé porque no tenía zapatillas para ir a la escuela, y en
aquellos tiempos no se le daba tanta importancia al estudio, así que no me
mandaron más, por lo que apenas sé leer y escribir.
¿Y
qué pensaba respecto al tesoro?
¿Qué podía pensar? ¡Todo! Pero mire, si
buscaba a alguien que me dijera cuánto valía todo aquello, seguro que
pretendería una parte, o me decía que no valía nada y me dejaba peor que antes,
y encima me hubiera sentido muy mal por el engaño y por no haber sabido
defenderme.
¿Alguna
vez se vio tentado a sacar alguna joya?
¡Uf, tantas veces! Cuando mi hija cumplió
15 años elegí un collar de unos 3 centímetros de ancho, más o menos, que tiene
incrustadas unas piedras grandes como diamantes, pero luego supuse que todos
pensarían que era una baratija, además, si había algún entendido entre los
invitados, seguro sería alguno de los “chorros” del barrio, así que llegué a la
conclusión que era mejor no hacerle ese regarlo y volví a guardarlo.
¿Por
qué decidió enterrarlo nuevamente?
Cuando veía cómo vivían los ricos me daban
ganas de sacarlo a la luz, pero cuando los veía después de muertos, esas ganas
se me iban. ¿Ha visto que los entierros mejor acompañados son los de los
pobres? A ellos los lloran sinceramente; pero a los entierros de los ricos van
muchos autos y pocos dolientes. La mayoría va por interés, pensando solo en la
parte que le va a tocar de la herencia.
Interesante.
¿Y qué piensa al respecto?
Y mirando mi vida, me dí cuenta de que
siempre he sido feliz con lo poco que tengo, con el amor de mi familia y los
amigos de verdad, así que decidí no cambiar eso y lo enterré otra vez. Quizás
en 200 ó 300 años más, alguien como yo vuelva a desenterrarlo.
Asunción Ibáñez - 2003
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