POR LAS CALLES DE MADRID
(Basado en un cuento de Wenceslao Fernández Florez
– 1885 - 1964)
Caminando por una calle en Madrid, una calle solitaria a ésa
hora, era difícil ver colillas de cigarrillos tiradas en el suelo, no como en
La gran vía que las hay por doquier. Me acerqué a la parada y fui por un
cochero, le pedí que me llevara a la calle Acacias, pero me dijo que estaba muy
lejos, que solo me llevaría hasta la plaza Isabel ll. Tuve que aceptar.
El caballo era piel y hueso, además se veía muy cansado, en
realidad estaba muy mal cuidado, tanto que daba lástima.
Nos pusimos en marcha y de pronto vi sobre el techo un
ejército de cucarachas -¡Pare cochero, pare, éste coche está plagado de
cucarachas!- grité.
¡Cómo puede usted ofender a mis criaturas favoritas que son
lo más limpio y bueno que he visto en mi vida! -respondió el hombre.
Qué tipo desagradable, pensé. Con ése sombrero gigante y ese
pantalón raído y para colmo amante de las cucarachas.
En eso íbamos discutiendo cuando el caballo se detuvo -Estoy
muy cansado- dijo el pobre y viejo animal.
El cochero muy disgustado comenzó a reprenderlo, le dijo mil
improperios y también empezó a golpearlo sin piedad, a lo que el caballo no
respondió, en cambio se echó en el suelo y no volvió a levantarse.
¿Estará muerto? -le pregunté, me dijo que no, que solo era
mañoso.
No sé de donde aparecieron curiosos al ver tal escena, eran
pocos, pero se fueron sumando y creo que eran como cien personas que luego de
mirar un rato decidieron irse. Pero ni bien hubieron marchado aparecieron otros
curiosos, como cien más, en silencio y un tanto amargados y preocupados.
¿Cómo sucedió esto? -preguntó un señor mayor.
-Pobrecito caballito ¿estará muerto? -preguntó un niño de
diez años.
Una señora joven dijo: -¡Cómo hace trabajar a ése pobre
animal desnutrido y viejo! ¡Creo que ni siquiera le da de comer! ¡Voy a llamar
a Defensa del Animal y lo denunciaré! -a lo cual el cochero enfurecido volvió a
golpear al pobre caballo.
Los cien o más curiosos se le fueron encima y se armó
tremenda pelea.
Nunca llegué a la plaza Isabel ll y menos a la calle que
debía ir.
Ana María Muñoz – 2024
Consigna: escuchamos
la lectura de ese cuento y escribimos lo recordado, dándole un final de nuestra
creación.
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