jueves, 19 de noviembre de 2020

 

LA CLASE

 

- ¿A dónde vas hoy, hija?- preguntó su madre un día de marzo, al desayuno.

- Voy a una escuela donde necesitan una maestra. Me postularé para enseñar Arte y Cultura – respondió Mariana. Y partió a una escuelita cercana, en medio de la Villa.

Se presentó en la Dirección y mostró su carpeta de antecedentes a la Secretaria. Mariana escuchó los requerimientos y la Secretaria le dijo:

- Puede usted tomar su clase hoy mismo. En diez minutos comenzará, vaya para que pueda presentarse. 

Sorprendida, tomó su bolso y fue al aula a esperar a sus futuros alumnos que fueron pasando de a uno, contentos por el recreo recibido.

- Hola niños, soy la maestra de Arte. Aprenderemos artesanías e Historia del Arte de Argentina, desde su Independencia hasta nuestros días. Vamos a sentarnos en círculo y hablaremos del poncho argentino. El poncho fue usado por los incas, lo tejían las mujeres a sus amados y posteriormente se convirtió en una prenda indispensable del gaucho argentino.

- ¿Cómo se hace? – preguntó Lucas.

- El poncho es hecho a mano con técnicas transmitidas de generación en generación. Pero antes deben hacer otra cosa ¿saben qué es?

- ¡Oooooh! – exclamaron los niños asombrados y atentos. 

- Deben recolectar la fibra. Puede ser de la llama, la alpaca, la oveja… ¿qué más? 

- ¡La oveja! ¡La llama! ¡El guanaco! - iban aportando los alumnos.

- ¡Muy bien! Escuchen esto: Se necesita un kilo y medio de lana para tejer un poncho, y de cada animal sólo se extraen cien gramos. En el NOA se realiza la esquila de la llama mediante la ceremonia llamada “La señalada”, donde los animales son homenajeados con cintas de colores y se agradece a la Madre Tierra por la obtención de la lana. Los colores son elaborados por tinturas naturales, lo que hace que estos sean propios de cada paisaje. Los extraen del ceibo, de las moras, de la cáscara de nuez entre otros. Las tejedoras aprendieron las técnicas mirando a sus mayores y ayudando en las terminaciones. Predominan las artesanas mujeres. El tejido en telar es un espacio de encuentro entre lo terrenal y lo divino, de diálogo con uno mismo y con las historias de los pueblos que se narran mientras van tejiendo. Bien ¿Les gustó esta primera clase? ¿Hacemos un poncho para el mejor amigo de cada uno? – propuso Mariana.

- ¡Síiiii! – respondió la clase.

- Cuenten esta historia a su familia y comenzaremos a tejer la próxima clase. Deben traer lanas, yo les conseguiré las tinturas y armaremos los telares. Mucha alegría para la próxima clase, me encantó conocerlos y nos vemos pronto.

Y así, llena de expectativas, Mariana regresó a su casa con alegría especial en su bello corazón.

 

Gabriela Medawar - 2020

 

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