Fábula
Baylo, el
quejoso
En el palacio de la reina Maruja, la reina del país de los
gatos, moraba un hermoso alhajero plateado, contenedor de pequeños tesoros. Era
muy bello, según su propia apreciación, de color plateado brillante y decorado
con relieves de flores con sus hojas y sus pistilos, y en el centro de la tapa
un bajorrelieve de dos círculos que encerraban a una hermosa mujer sentada,
vestida a la moda de roma de hace cinco siglos, mientras su interior estaba
tapizado de raso rosado, por lo que se sentía muy orgulloso, además de que sólo
lo abría la reina, y luego lo acicalaban las camareras reales.
Pero un día, mirándose al espejo del tocador de la reina,
descubrió partes oscuras entre sus relieves por lo que comenzó a los gritos:
-¡Qué horror! ¿De qué
manera me limpia esta gente? ¡Debieran ser despedidas inmediatamente!
Pero por más que gritara, llorara o aullara las asistentes
reales no podían oírlo, porque su berrinche no era audible para ellas, y eso lo
enfurecía aún más.
Tanto gritó que Kita, la muñequita de paño de la princesita,
fue a ver lo que le sucedía, y cuando se enteró le dijo:
-Una vez que entré a
la cocina vi que lavaban las patatas con un cepillo, puedo pedirle que venga
y friccione tus relieves puedas
recuperar tu brillo.
-¡Jamás! –dijo el
alhajero– ¡No dejaré que un instrumento
tan plebeyo toque mi brillante figura!
Pasaron los días y las semanas y la oscura mancha se
agrandaba más y más, por lo que una ayudante de cámara de la reina lo llevó a
la cocina, pidió el cepillo de lavar papas y fregó fuertemente al orgulloso
alhajero hasta que éste recuperó su brillo.
-¡Ves que era una
solución! –le dijo Kita- y gritaste
tanto, lloraste y sufriste tanto por un tonto orgullo, cuando podrías estar
bien desde hace tiempo si no fueras tan creído.
Moraleja: No desvalorices el trabajo de otro, por
humilde que sea.
Ami - 2021
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