jueves, 24 de junio de 2021

 

Fábula

Baylo, el quejoso

 

En el palacio de la reina Maruja, la reina del país de los gatos, moraba un hermoso alhajero plateado, contenedor de pequeños tesoros. Era muy bello, según su propia apreciación, de color plateado brillante y decorado con relieves de flores con sus hojas y sus pistilos, y en el centro de la tapa un bajorrelieve de dos círculos que encerraban a una hermosa mujer sentada, vestida a la moda de roma de hace cinco siglos, mientras su interior estaba tapizado de raso rosado, por lo que se sentía muy orgulloso, además de que sólo lo abría la reina, y luego lo acicalaban las camareras reales.

Pero un día, mirándose al espejo del tocador de la reina, descubrió partes oscuras entre sus relieves por lo que comenzó a los gritos:

-¡Qué horror! ¿De qué manera me limpia esta gente? ¡Debieran ser despedidas inmediatamente!

Pero por más que gritara, llorara o aullara las asistentes reales no podían oírlo, porque su berrinche no era audible para ellas, y eso lo enfurecía aún más.

Tanto gritó que Kita, la muñequita de paño de la princesita, fue a ver lo que le sucedía, y cuando se enteró le dijo:

-Una vez que entré a la cocina vi que lavaban las patatas con un cepillo, puedo pedirle que venga y  friccione tus relieves puedas recuperar tu brillo.

-¡Jamás! –dijo el alhajero– ¡No dejaré que un instrumento tan plebeyo toque mi brillante figura!

Pasaron los días y las semanas y la oscura mancha se agrandaba más y más, por lo que una ayudante de cámara de la reina lo llevó a la cocina, pidió el cepillo de lavar papas y fregó fuertemente al orgulloso alhajero hasta que éste recuperó su brillo.

-¡Ves que era una solución! –le dijo Kita- y gritaste tanto, lloraste y sufriste tanto por un tonto orgullo, cuando podrías estar bien desde hace tiempo si no fueras tan creído.

Moraleja: No desvalorices el trabajo de otro, por humilde que sea.

Ami - 2021

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