jueves, 16 de septiembre de 2021

 

*El cuento viajero 

                                                                             

El signo de Zukehys

Abrió la puerta, los colores ya no eran los mismos. 

En ese instante se cruzaron sus miradas y una sonrisa cómplice se dibujó en sus rostros. 

Los soles dorados, con potente luz y cálido movimiento, dejaban su lugar a la noche fresca enmarcada por dos lunas violeta azulado que lo cambiaban todo. Eran los únicos del planeta Tierra en esta ciudad alejada de la galaxia. 

¿Era real, o tan solo un sueño? -se preguntó ella ¡El día anterior a la mañana todo era tan rutinario! Enfrascada como siempre en su trabajo no se había percatado de que todo había cambiado. ¿Había cambiado? 

Miró a su alrededor y efectivamente todo había cambiado. Estaban en esa ciudad que ella había soñado tantas veces. Nunca imaginó estar viviendo esa realidad. 

Una ciudad extraña en un mundo casi desconocido, tan lejano que parecía  imposible que se hubiesen encontrado dos terrícolas y que simplemente con una mirada hubiesen conectado sus almas, y un amor que parecía emerger desde la noche de los tiempos los envolvía. 

- Alina –se presentó ella con una sola palabra. 

- Jerzo –contestó él, y agregó -¿Qué te trae por aquí?- ambos estallaron en ruidosas carcajadas que les hicieron sentirse estrechamente unidos. 

Alina vestía un traje que cubría todo su cuerpo, similar al que usan los astronautas, Jerzo quiso saludarla con un apretón de manos, lo cual ella rechazó de forma tajante. -Ya no acostumbramos esas prácticas- dijo con indiferencia y frialdad. 

Quedó un tanto confundido con su actitud. Se sentía tentado por conocer la causa del extraño e inexplicable comportamiento. Se quedó en silencio, observándola detenidamente, y se alejó sorprendido al ver sus ojos fijos en la nada y distantes de él, ya no era la misma chica alegre y risueña que conoció en otro tiempo. 

Ambos tenían en común la vestimenta, un traje enterizo que los protegían de las inclemencias del universo. También vivían en la luna de la Tierra, y aunque sus orígenes fueran distintos, la pasión por el trabajo los conectaba como hermanos. 

La suave brisa de las dos lunas jugó con el cabello de Alina, dejando al descubierto un pequeño tatuaje en el cuello, cerca de la oreja. 

El joven lo reconoció inmediatamente. Era el símbolo de Zukehys. ¿Qué tenía que ver, ella con eso? -Se preguntó angustiado -¿Será un símbolo del grupo de sacerdotisas, que deben mantener cierta castidad, lejos de cualquier contacto físico? Pero estamos en el año 2050, no en el pasado con prejuicios, sermones y normas. La felicidad de reencontrarnos dos terrícolas en esta ciudad de la galaxia. Pero no debo deprimirme y exagerar, hace mucho que no voy a reuniones y las normas  y costumbres han cambiado ¿Será para evitar cualquier  contagio?  -Recuerdo las historias contadas por mis abuelos sobre la pandemia de los años 2020 a 2022, tantos muertos por contagios por no respetar los protocolos. 

 La felicidad del viaje, ver la belleza de esa ciudad de la galaxia, con sus soles dorados, que dejaban su lugar a las dos lunas violetas y la presencia de Alina han desequilibrado su aparente estabilidad.  -Ella seguro me explicará más tarde sobre los tatuajes y su significado. Trataré de controlar mí inseguridad y ansiedad- se dijo para tranquilizarse.

Entraron juntos al globo, una especie de burbuja trasparente donde se refugiaban durante las horas de oscuridad. Él pensó restablecer la comunicación y se dio cuenta que no era el momento, se fueron a descansar en un profundo silencio. 

A mitad de la noche todo se estremeció y una fuerte luz los cegó temporalmente; cuando Jerzo pudo ver nuevamente, notó cómo el tatuaje de Alina brillaba, pero además cambiaba de forma hasta llegar a ser un círculo con dos pequeñas lunas en su interior. 

Se acercó lentamente a ella y cuando estaba a un metro, una fuerza invisible lo empujó hacia atrás, y un grito angustiado salió de su garganta casi como un lamento – ¡Alina! 

Ella ya no estaba allí. 

La noche reflejaba la serenidad poblada de estrellas, imperturbable, y allí Jerzo, queriendo abarcar todo el universo abrió su mente y su corazón en un profundo pedido. Esta sería una prueba para él. Se preguntaba si aún tenía la conexión con los Guardianes de la Luz, pues hacía unos años que no pertenecía al equipo de primera línea, nadie respondió. Volvió a intentarlo con más fuerza y concentración, ¿Dónde está Alina, la persona con la que compartió momentos, experiencias y un amor que no termina? 

Poco tiempo después una pequeña nave se estacionó cerca de las colinas, dos seres radiantes de juventud y belleza  bajaron de ella y se dirigieron hacia la burbuja. 

Jerzo, con una mezcla de alivio y alegría al ver a los Guardianes de la Luz, sus entrañables amigos, explicó nerviosamente el breve encuentro con su amada Alina y su desaparición ¿Se la habría llevado el Amo de las Tinieblas? ¿Estaría ya bajo su influjo? ¿Representaría ese extraño tatuaje una forma de rastrearla? Esa frialdad… ¿Sería parte de una dominación sutil de esa oscura entidad? 

Los Guardianes de la Luz lo envolvieron en un cálido abrazo de luces increíbles. “No temas” -le transmitieron telepáticamente, que era como ellos lo hacían. “Alina está bien, haciendo un viaje interestelar” 

¿Adónde? ¿Por qué? -gritó Jerzo, olvidando donde estaba. 

-Es su misión. Hay lunas que se abren, soles que se pierden, estrellas tristes que dejan de brillar. Ella los pone en orden.

¿Cuándo volverá? -preguntó Jerzo desalentado, mirando el horizonte tornasolado. Los Guardianes sonrieron, extendieron sus manos brillantes como para acariciarlo. -Alina está feliz. ¿Te imaginas su vuelo? 

                                                               Trabajo colectivo. Taller Lápiz Creativo - 2021 

Participaron:

                 Mirta Fernández  - Gaby Medawar  - Marta Ibáñez - Clara Molina  -  Estela Puebla

Any Muñoz -  María Eugenia Bazzalo  -  Nela Bodoc  -  Mary Farías  - Stella Maris Olivera

 

*El cuento viajero: llamado así porque es creación de todas y cada una. Utilizamos para eso el correo electrónico, una participante escribió el primer párrafo echando a rodar la historia y se lo envió a la persona elegida para administrar el ejercicio, que se encargaba de enviarlo a otra, y así sucesivamente. Quien lo recibía le agregaba un párrafo continuando la idea, imaginando con creatividad la secuencia de la historia. Lo devolvía, y se repetía el ejercicio con otra participante.

Corregido y elegido el título entre todas en plenaria.

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2 comentarios:

  1. Me fascino, no queriaque terminara, gracias. Muy bello. Felicitaciones

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  2. Hermoso trabajo en equipo. La vida es mas linda compartiendo.

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