miércoles, 22 de septiembre de 2021

 

Encuentro en el túnel del tiempo

Buscando viejas fotos para mostrar a mis nietas, me encontré con una, muy descolorida, de mi infancia. En ella se ve una niña, yo, de unos diez años, parada en un andén viendo el paso de los trenes.

Y de pronto, me vi allí como si hubiese entrado en el túnel del tiempo, parada frente a aquella niña que fui.

-¡Hola Nelutsa! Recuerdo que así te decía mamá. Eras una niña introvertida, callada y un poco melancólica. Pero estabas llena de fantasías y sueños. ¿Quieres contarme?-

La invité a que nos sentáramos sobre un banco de la estación para conversar. ¡Había tanto que decir! Noté, en un principio, que seguíamos teniendo el mismo amor por los trenes, las vías y las partidas.

La pequeña me miró extrañada, con sus ojos muy abiertos por la sorpresa y su timidez. Flacucha, un poco desgarbada y mirando el piso aceptó mi propuesta.

-Siempre soñabas con viajar lejos e irte a lugares inexplorados para tener novelescas aventuras- le dije para provocar el diálogo.

Nelutsa, tímidamente, se animó a preguntar- ¿Usted ha viajado a alguna tierra lejana, a algún país exótico?-

-Sí, por suerte -le respondí -Pero no tantos como hubiera querido.

-Yo deseaba ser bailarina clásica, pero papá no quería ni escuchar hablar de ello- dijo con tristeza- Me obligó a estudiar piano que lo odiaba. Pero yo me pasaba bailando en mi habitación, al son de hermosos valses vieneses. Me imaginaba vestida con primorosos tutús y con zapatillas de punta.

-Mmm, sí, lo recuerdo. Y sabés algo, ahora disfruto de ver bailar a mis nietas. Todas heredaron mi amor por el ballet- Nos quedamos un rato calladas…pensativas…

-¿Cómo es ser grande? ¿Es difícil? -preguntó Nelutsa.

-¡Uh! ¡Qué pregunta! Se aprende de a poco, paso a paso. Hay que ir aceptando cada etapa de la vida. Hay momentos que son difíciles pero si los enfrentamos con coraje, crecemos y maduramos. ¿Te acordás cuando mamá te mandaba a encerar el parquet de tu cuarto? ¡Te parecía una enormidad de trabajo! Y, sin embargo lo lograbas haciéndolo de a poco- le dije esperando que me comprendiera.

-Cuando nació Jorgito, nuestro hermano, vos disfrutabas mucho de cuidarlo, de jugar con él y de sacarlo a pasear por la vereda. Jugabas a ser mamá.

-Y Nela ¿Disfrutó de ser madre, abuela y bisabuela?- preguntó la niña.

-¡Sí, claro! Pero también idealicé un poco la maternidad. La vida no es como la soñamos. Aunque, a veces, resulta mejor.

-Nela, usted ¿Es feliz?

-Lo soy, querida niña. Lo soy desde aquel momento en que decidí perdonar y perdonarme y pude aceptarte, aceptarme. Ahora quiero abrazarte y amarte ¡Te quiero mucho, Nelutsa!

-¡Ah!-respondió-¡Entonces valió la pena crecer!

Nela Bodoc - 2020

 

 

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