viernes, 1 de octubre de 2021

 


ANYI DE VIAJE

 

Anyi subió al tren apresuradamente, en su rostro una gran sonrisa delataba su emoción. Esta pequeña de ocho años inquieta y charlatana, muy diferente a las personitas de su edad, iniciaba así su primer viaje sin mamá y hermanos. Solos ella y su padre, que cumplía sus labores como empleado del ferrocarril, era como viajar sola y eso era realmente excitante para su alma inquieta y su avidez por descubrirlo todo.

Papá acomodó a su hija en el vagón de primera clase, aconsejándole que permaneciera en su asiento mientras él realizaba su trabajo, prometiendo volver cada vez que tuviese un momento libre para estar con ella.

Anyi respiró aliviada. Quería estar sola, se sentía grande en ese vagón inmenso que poco a poco fue llenándose de pasajeros, observaba atenta todo lo que ocurría a su alrededor.

Algunas personas la saludaban, sorprendidas de verla allí sin la compañía de un adulto.

En un momento en que estaba distraída mirando por la ventanilla a un señor muy elegante que llevaba en brazos a un muñeco igualito a él y que además llevaba un maletín negro y brillante, unas personas habían ocupado los asientos frente a ella.

-Buen día niña- saludaron. -Hola, buen día, me llamo Anyi, mi papá trabaja acá, y enseguida va a venir. ¿Hacia dónde viajan ustedes? Y bla bla bla, no paraba de hablar, moviendo sus manos, acomodando sus cortos cabellos y mirando con sus grandes ojos negros y vivaces a sus compañeros de viaje.

Grande fue su sorpresa cuando el hombre del muñeco se sentó a su lado, la niña lo miró intrigada y vio que el muñeco lucía el mismo traje y el mismo sombrero que su portador.

-Buen día gente linda, con el permiso de ustedes ocuparé este lugar ya que no quedan más asientos en el vagón -Buen día señor, buen día muñeco, sí claro que pueden sentarse aquí, me llamo Anyi, mi papá vendrá pronto; pero se quedará solo un momento porque tiene que trabajar, ¿usted cómo se llama y como se llama este lindo muñequito? Y bla bla bla, Anyi no paraba de hablar.

De pronto una voz un poco rara dijo: -Me llamo Alfredo y soy un personaje, no un muñequito-

Silencio. La niña y los otros pasajeros estaban atónitos, ¡un muñeco que responde como si fuese una persona! Se miraron sin comprender como era posible que esto fuese real.

El tren dio un último silbato y empezó a moverse, la gente desde el andén saludaba agitando sus manos y diciendo adiós, todos se acomodaron en sus lugares y así se dispusieron a viajar tranquilos. Menos la pequeña que estaba ansiosa por saber los secretos de Alfredo.

-Bueno, bueno. A ver Alfredo, ¿te gustaría charlar conmigo, para conocernos un poco?

El dueño del muñeco sonrió a Anyi con simpatía y le dijo a Alfredo que le responda, éste lo miró medio enojado y dijo a la niña: -Hoy no tengo ganas de conocer a nadie-

El tren avanzaba a gran velocidad, los pasajeros charlaban alegremente, mientras la niña se aburría sin moverse de su asiento y sin poder conversar con el malhumorado Alfredo.

-Alfredo, tengo caramelos en mi bolso, ¿quieres uno? Son muy ricos, a todos mis amigos les gustan -No, no puedo comer caramelos, soy un personaje-respondió. Anyi rezongó algo entre dientes y dio vuelta su rostro hacia la ventanilla, por un largo rato miró solo el paisaje, estaba muy enojada.

-Ese tonto muñeco, qué se habrá creído, es un mal educado, no volveré a dirigirle la palabra jamás-

El fuerte y largo silbato la sobresaltó, el tren se detuvo y su compañero de asiento con su muñeco y su maletín descendieron a toda prisa. La estación era una casona fea y muy descuidada, parecía que era un pueblo pequeño de casas bajas y dispersas, con calles de tierra y muchos árboles. Anyi vio cómo se alejaban del andén y de pronto vio a su padre tras ellos llevando una gran valija.

-¡Papá, papá, acá estoy esperándote, no te vayas!- gritó desesperada y de un salto salió de su asiento hacia la puerta, el silbato volvió a sonar anunciando que el tren continuaría su marcha, la niña comenzó a llorar pensando que su padre se quedaría allí y ella no volvería a verlo, el tren se

movió y la estación quedó atrás, la pequeña estaba aterrada.

Cuando creía ser una niña abandonada, vio venir desde el fondo del vagón a su padre sonriente y con una bella flor en la mano. -Mi querida niña, mira lo que te manda mi amigo Alfredo para desearte buen viaje- le dijo entregándole la flor -Pero a ver ¿qué pasa, acaso estabas llorando? No pude venir antes a estar a tu lado; porque había mucho trabajo, ahora estoy acá, ven, dame un abrazo.

-Papi, ¿es verdad que Alfredo es tu amigo? -Si claro, lo conozco hace muchos años. Ahora está muy enfermo y eso me da pena, ya no es alegre y divertido como antes. Ahora tiene roto el corazón.

-Cuando lo vuelvas a ver dale saludos y dile que quiero que se sane pronto- dijo Anyi con tristeza y remordimiento por haber pensado mal de él.

Siguieron el viaje y tras un largo rato, el papá se levantó del asiento y con voz firme y fuerte anunció: -Señores pasajeros, estamos arribando al final del viaje, no olviden sus pertenencias, tengan todos ustedes muy buen día. Gracias por elegir viajar en el tren-

 

Ana María Muñoz 2021

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