Arturo y Manuel
Arturo era
un hombre tranquilo, le gustaba caminar por el vecindario y desde que falleció
su esposa lo hacía en solitario, ahora se había ido de viaje al norte del país
a visitar a su hermana, y Manolito, su nieto, que era un niño muy cariñoso, lo
extrañaba y cada día le preguntaba por teléfono cuándo regresaría.
-¡Dale abu!
volvé pronto que te extraño- Por eso apenas regresó lo llamó para hacerle la invitación.
Arturo se
sentía preocupado, porque desde que volvió de su viaje, su canario amarillo estaba
muy desanimado, ya no cantaba alegre como solía hacerlo cada mañana: -¿Será que
echa en falta a la patrona? Tal vez le pasa como a mí- pensó.
A la hora
convenida salió de su casa, muy bien arreglado y con un regalo para Manuel; apenas
se vieron, se abrazaron y se fueron caminando hacia el café Los Amigos, que
estaba en el barrio. ¡Qué feliz estaban el niño y su abuelo!, entraron y se
acomodaron en una mesa junto a una ventana.
-¡Quiero una
chocolatada con medias lunas! -dijo el pequeño entusiasmado.
-Si mi niño,
pida lo que quiera- De pronto Arturo se acordó del regalo y lo entregó a
Manolito.
-Gracias
abu, qué lindo, me encantan las travesuras de Mafalda.
Pasaron una
hermosa mañana charlando y riendo, comentando cosas de viajes y escuela.
Había mucho
para decir, había mucho amor entre ellos.
Ana María Muñoz - 2020
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