Unidos por
el fuego
Las tribus tehuelches, siguiendo la ruta de los guanacos
llegan con la luna nueva del solsticio de verano adonde la tierra es abrazada
por el mar. Todas las personas son convocadas al encuentro.
Se pide permiso al espíritu de la tierra y al espíritu
del mar, luego se llama a Ngen-kütral, espíritu del fuego, por siete días y
siete noches. Durante estas siete jornadas se re-encuentran todos los
habitantes de la que hoy llamamos la Patagonia. Además del fuego central, que
permanece encendido durante todo el evento, se encienden fuegos más pequeños.
El fuego central lo usa el grupo encargado de preparar
los alimentos. Es sabido que en la alquimia del caldero se pueden sanar todas
las energías de la tribu, brindando paz, amor y armonía.
En otro fuego el encuentro es para tejer y contar
historias de todas las vivencias, se canta y se recitan poemas. Cada uno es
maestro y aprendiz de las distintas experiencias que se han ido sucediendo
durante el año.
En un fuego lateral, se intercambiaban saberes: se hacen
instrumentos musicales y herramientas.
Los más pequeños se van integrando a los distintos
fuegos, de acuerdo a lo que más les llame la atención. En cada uno hay personas
atentas y dispuestas a enseñarles y a acompañarlos en sus experiencias.
El juego, la música, el baile y los relatos constituyen
la columna de la celebración, se reúnen todos juntos durante la puesta del sol,
recreando una y otra vez las diferentes danzas, mirándose a los ojos, sonriendo
e intercambiando calor. Al final de los siete días, antes de apagar el fuego,
hay un espacio para intercambio, en las cuales cada uno va entregando lo que
tiene por algo que necesita. Así se pueden intercambiar medicinas, obras de
arte, ropa, comidas, herramientas, e instrumentos musicales.
Al apagar el fuego se recita a una sola voz una oración
de agradecimiento, la cual es acompañada por el tambor, que simboliza el
corazón de la Madre tierra.
Cuenta la leyenda que cuando uno enciende un fuego y
cierra sus ojos puede conectarse con este fuego central y recibir las
enseñanzas de sus seres más queridos, de lo que ha acontecido durante el año
que se despide.
Ariadna
- 2020
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