viernes, 1 de abril de 2022

 

                                                                Presentimiento

 

Comencé a relajarme cuando el avión  ya carreteaba por la pista. Al fin despegaríamos después de tanta tensión en el trasbordo y de los trámites. Busqué mi anteojera y mis tapones para los oídos para prepararme a dormir una buena siesta, que creía merecer.

En ese momento me estremeció una serie de gritos histéricos de una anciana en la fila de al lado, que al parecer viajaba sola, y que la proximidad de las azafatas que acudieron en su ayuda parecía alterarla aún más -¡Quiero bajarme! ¡No quiero seguir aquí! ¡Por favor, déjenme bajar!- tanto escándalo se desató que el despegue fue abortado y regresamos, con la mirada severa y descalificadora de todo el pasaje y el notable disgusto de la tripulación.

Cumplimentado el trámite del descenso de la pasajera, los motores volvieron a subir su aceleración pero ¿Serían mis oídos o no sonaban igual?

Nuevamente bajó la aceleración, y el capitán comunicó por altavoz que en media hora despegaríamos. Media hora después, nos pidieron que descendiéramos pues había un “pequeño” inconveniente técnico que pronto corregirían.

Dos horas después nos informaron que partiríamos en otra nave de la misma compañía, pues el inconveniente no había sido solucionado.

Nos dirigimos en silencio hacia el nuevo transporte, creo que todos orábamos por aquella desconocida que tal vez presintió y que quizás nos salvó la vida a más de trescientas personas.

                                                              

                                                                                              Asumi - 2022



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