Presentimiento
Comencé a relajarme cuando el avión ya carreteaba por la pista. Al fin
despegaríamos después de tanta tensión en el trasbordo y de los trámites.
Busqué mi anteojera y mis tapones para los oídos para prepararme a dormir una
buena siesta, que creía merecer.
En ese momento me estremeció una serie de gritos histéricos
de una anciana en la fila de al lado, que al parecer viajaba sola, y que la
proximidad de las azafatas que acudieron en su ayuda parecía alterarla aún más
-¡Quiero bajarme! ¡No quiero seguir aquí! ¡Por favor, déjenme bajar!- tanto
escándalo se desató que el despegue fue abortado y regresamos, con la mirada
severa y descalificadora de todo el pasaje y el notable disgusto de la
tripulación.
Cumplimentado el trámite del descenso de la pasajera, los
motores volvieron a subir su aceleración pero ¿Serían mis oídos o no sonaban
igual?
Nuevamente bajó la aceleración, y el capitán comunicó por
altavoz que en media hora despegaríamos. Media hora después, nos pidieron que
descendiéramos pues había un “pequeño” inconveniente técnico que pronto
corregirían.
Dos horas después nos informaron que partiríamos en otra
nave de la misma compañía, pues el inconveniente no había sido solucionado.
Nos dirigimos en silencio hacia el nuevo transporte, creo
que todos orábamos por aquella desconocida que tal vez presintió y que quizás
nos salvó la vida a más de trescientas personas.
Asumi
- 2022
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