De vuelta al
hogar
Rosalía había salido de su casa muy joven, por ese amor tan
genuino y dulce de la juventud, intrépida, sin escuchar razones se fue tras él
a pesar del temor de su familia.
Los primeros años en pareja fueron buenos, pero luego la rutina
y situaciones diversas terminaron la relación por no saber cómo alimentarla a
largo plazo. Solo el ánimo le quedó quebrado como papelito al viento, sin tener
el incentivo que una vez fue suyo y nunca más volvió.
Apenas podía creer que la vida le traía al jardín donde
múltiples recuerdos se apilaban para ser disfrutados otra vez, a ese hermoso
lugar cerca del mar. Ahora que sus padres no estaban, uno de sus hermanos le había
escrito para que viniera a hacerse cargo de la propiedad.
Estaba ahí con su pequeña valija negra y sus zapatos rojos
igual que al partir, pero diferente ya que la vida le había vuelto miedosa y
desconfiada, pero ahí está ese lugar de magnetismo especial. A veces la vida
tiene esa magia si la sabemos ver.
No quiso entrar por la casita y eligió el camino angosto,
rocoso, en subida, que bordeaba el predio. Allí le salió al paso Ludo, un
pastor alemán que le mostró los dientes en señal de advertencia, pero luego la
reconoció moviendo su cola con entusiasmo.
¡Amigo! ¡Qué alegría me da verte! Estás viejo, pero
estaremos juntos. Sabía que cuidarías el jardín, fue lo que te pedí antes de
irme y cumpliste. Ya te contaré todo, ahora déjame ver este atardecer que hace
tanto tiempo no veía.
El cielo límpido y el aire de mar le daban también la
bienvenida, sintió que su alma otra vez retornaba a la vida.
Mirta
Fernández- 2022
Excelentes textos Mirta Fernández,me encantaron.Tu amiga Rosalía.
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