Poesía.
Silencio
Pensativo, sentado a un lado de
este enorme paredón
con sus viejas y gastadas hileras
de ladrillos,
es tan alto que me deja sombrío,
aun cuando el sol con sus rayos
dorados
penetra con tanta fuerza que me
llega hasta los huesos sepultados.
El calor deja la ciudad en
silencio
y el paso del tiempo se vuelve
tardío,
cualquiera estaría arrobado por
una pequeña brisa
aún si fuera efímera como el
último abrazo de quien fue una vez amado.
Recibir el comunicado que tanto
ansiaba me ha dejado extasiado.
Qué sed. Me arden los pies.
El horario estimativo de la noche
parece nunca llegar,
el día sigue estructurado al
silencio
y las plantas están secas como si
en primavera no hubieran florecido.
Qué sed. Me arden los pies.
Marisel Gómez 20/10/2020
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