Adolescencia
No recuerdo mucho mi infancia pero sí puedo describir mi
adolescencia.
Era una chica estudiosa y responsable. Además de tener
buenas notas en la escuela, estudiaba para ingresar al secundario, algo que me
ilusionaba mucho porque era construir un nuevo y bello futuro.
Cuando aprobé, me propuse ir prolija, ser organizada en las
tareas y hacer muchos amigos. Iba al Liceo Agrícola todas las mañanas muy
temprano, con guardapolvo prendido adelante y ruedo apenas por encima de la
rodilla.
Mi mejor amiga me invitaba a estudiar, y hacíamos lindísimos
encuentros donde nos grabábamos la lección en cassettes vírgenes. Érica, así se
llamaba, también me invitó a mi primer cita con la peluquería, y así tuve mi
cabello prolijo y bien peinado.
A medida que nos conocíamos entre los compañeros, empecé a
organizar bailecitos, que mis padres permitían hacer en casa. Siendo menores de
15 años, eran eventos muy bienvenidos, que nos adentraban en la vida y el mundo
de la música. Escuchábamos a Phill Collins, ABBA, The Beattles entre muchísimos
cantantes más.
Durante la semana, además de la escuela y los estudios,
gustaba crear casitas con fósforos, desde donde desperté mi amor por lo
creativo y lo artesanal.
Eventualmente salía a correr con mi padre, recorriendo los
parques vecinos a mi casa. Y viajaba a San Juan a visitar a mis abuelos, donde
tenía bellos momentos para conversar y recibir su enseñanza.
Bendigo tan buenos momentos, que brotan en mi sentir como un
jazmín de alegría y pasión.
Gabriela Medawar - 2020
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