miércoles, 16 de noviembre de 2022

 

Otoño en mi tierra


Se va el verde turquesa,

aparece el rojo ocre

y el amarillo dorado.

Se despoja de sus ropas

el árbol que está a mi lado.

Y yo siento que se pierde

la vida que con amor y destreza

trajo el estío esforzado.

Tanto calor ya no queda

para el bochorno siestero.

La fiesta es ahora de hojas

que bailan y siguen al viento.

“No se vayan”, yo les grito

porque quiero que se queden.

“No se vayan, no desnuden

a los árboles mendocinos”

Pero mis gritos no alcanzan

a cortarles el camino

La obediencia es la regla,

de esta natura viajera.

Hoy serán hojas doradas,

mañana ramas resecas,

y más tarde volverán

los brotes que mi alma anhela.

Este otoño mendocino será bello

 

y estimado por poetas y cantores.

Para mí, el fin del ciclo del verano exuberante

es penoso, entristece, como un cielo arrebolado

con ventosos remolinos de hojas secas y ya errantes.

Veo en los cambios la muerte: brutal y cruel.

Tristeza que cae,

ya vencida,

ya sin vida.

 

Clara Molina – Marzo 2022

 


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