Lo que me heredaron
mis antepasados.
HERENCIA DE MI
ABUELA
Mi abuela materna, doña Angelina Armstrong, era una mujer
extremadamente ruda y recta.
Pocas veces la vi sonreír; pero sí la escuchaba en un
melodioso recitado de sus propias palabras y siempre relacionado a la actividad
que estaba realizando.
Tenía un huerto bellísimo al cual íbamos a buscar verdura
para hacer el almuerzo y también tenía un jardín tan lindo que creo que no he
vuelto a contemplar otro igual.
De niña le temía, pero al pasar los años fui comprendiendo
el porqué de su mal carácter, que en realidad era una profunda tristeza clavada
en su ser.
Siendo muy joven, perdió a varios de sus hijos en forma
trágica y eso la marcó para siempre. Su niña Hita, la mayor, luego su hermoso
adolescente Alberto y al poco tiempo el gracioso y risueño Oscar. Yo no había
nacido cuando la tragedia se instaló en casa de mi abuela, pero si recuerdo
cuando mi tío Juan se quitó la vida. Eso la derrumbó.
No puedo comprender cómo es que se repuso y volvió a sus tareas,
ella daba pensión a los empleados del ferrocarril.
No sé cómo pudo soportar tanto dolor y seguir con su vida
después de tanta desgracia, creo que yo heredé su fortaleza, su templanza para
enfrentar cada embate de la vida y salir airosa, era una mujer agradecida a
pesar de todo y yo también lo soy.
Tengo muchos recuerdos de ella y lo que más tengo presente
es su aguda voz entonando canciones que se inventaba y su cabello largo y
blanco que desde que era una niña fue así.
Conservo un broche muy bello de plata y rubíes que ella le
dio a mi madre y que mi madre me legó, además un vaso de vidrio muy grande
tallado con su nombre y el año de mi nacimiento: 1953.
Mi padre quiso que mi nombre fuera Sofía Angelina, el nombre
de mis dos abuelas, pero mamá dijo NO, así que no pude heredar su nombre.
Ana María Muñoz – 2023
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