EL CONSEJO
Nadie que haya sufrido un
resfriado estando en contacto con el público desconoce lo que es el consejo no
solicitado: los ocasionales interlocutores recomendarán desde un té con limón
hasta el más sofisticado medicamento y aún algún tratamiento inverosímil.
El consejo espontáneo es hijo
dilecto del autoritarismo ¿Quién no se ha sentido autorizado alguna vez a dar
consejos?
Mi padre se acercaba a los noventa años y su salud mostraba quebrantos, al principio algo esporádicos y luego más frecuentes. Él era consciente de que se moría, también los médicos y yo, y el saberlo me producía un gran dolor.
Sus problemas de salud comenzaron a manifestarse en Febrero y finalizaron en Diciembre, cuando murió. No fue un gran padecimiento, sino un apagarse, como un cerrar de puertas y ventanas, que no careció de dolor físico pero que él llevó con gran entereza. Pero a mí no me sucedía lo mismo y cuando me preguntaban por su salud no podía evitar que mis ojos se anegaran y mi voz se enronqueciera. Fue una dolorosa despedida largamente anunciada.
Casi invariablemente, mi interlocutor aconsejaba: “Tiene que aceptarlo”. Yo aceptaba perfectamente lo que estaba sucediendo, era evidente que su existencia estaba llegando al final y no se podía esperar otra cosa, era algo inevitable. Pero esa aceptación no quitaba el dolor de decir adiós a un ser muy querido a quien no volvería a ver ni a hablar, ni compartiríamos nuestras alegrías y tristezas.
Me sentía mal, además, por sentir ese dolor, parecía que se esperaba
que no demostrara nada, como si tal cosa no estuviera sucediendo en nuestras
vidas, que bastaría mi decisión de aplicar mi voluntad para controlarme.
¡Cuánto más puede ayudar un gesto silencioso que mil palabras!
Pero tal como generalmente se ejerce
el consejo tiene todas las características de órdenes o indicaciones que se
lanzan como una obligación de decir algo, y que en el mejor de los casos ni
siquiera será tenido en cuenta por el receptor aunque haya sido de un gran
valor. El consejo debe servir a quien lo pide para evaluar y reconocer el
problema que lo aqueja, para ampliar el espectro de sus posibilidades y de allí
tomar la que más le convenga.
Marta - 2003
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