SOÑÉ QUE…
Caminando
sobre arena mojada, me alejé tanto, que llegué a un lugar soñado de piedra coloradas
enmarcando una playa encantada.
Dicen
los lugareños que todo el que llega a éste lugar, regresa, hechizado por su
belleza.
El
sol abrasaba mi piel y el aire marino apenas refrescaba mis labios cuando la
sed me atormentaba, mientras escudriñaba las piedras para ver, si alguien las
había pintado. Unas eran pequeñas, otras grandes y otras inmensas, todas de un
rojo intenso, yo jamás había visto algo así en otro sitio, no eran pintadas por
personas, sino por la naturaleza.
En
un momento, entre alucinada y desfallecida miré hacia el mar y vi una casilla,
pensé en un guardavidas y en que ahí podría conseguir algo fresco para beber y
recuperarme. Hacia allí me dirigí tambaleando.
Con
gran dificultad logré llegar y con estupor, vi que junto a la casilla había una
gran piedra blanca, la toqué, para ver si alguien la había pintado y en
realidad era colorada como las otras, pero no. Era tan blanca y real que me desconcertó.
Caminé
hacia el agua y entré en ella, me tendí en la orilla y ahí me quedé sin atinar
a moverme, disfrutando el frescor y pensando en el misterio de la piedra
blanca.
Así
estaba cuando una voz me sacó de la confusión, era el guardavidas que me preguntó
si estaba bien, a lo cual respondí que no.
Al
ver su esbelta figura y su bello rostro quedé impresionada, él se inclinó hacia
mí y me ofreció sus brazos para que me incorporara a lo que respondí que no
podía, entonces me abrazó y me sacó del agua, quedamos así, se me aceleró el
corazón y tuve el impulso y la osadía de besarlo, resultó lindo y
correspondido, además de emocionante.
Pasaron
varios días y una tarde regresé a esa playa, apenas me vio se me acercó
diciendo que me estuvo esperando desde aquella tarde inolvidable.
En
fin, que nos abrazamos por un largo rato y así al día siguiente y al otro,
hasta que llegó el momento de mi regreso. Se terminaron las vacaciones y nunca
volvimos a vernos, aunque por mucho tiempo seguí pensando en él.
Fue
todo un sueño, un delirio de mi cuerpo afiebrado y mi mente trastornada de
tantos días tomando sol. Ese bello hombre ni siquiera tuvo un nombre.
Ana María Muñoz – 2023
Consigna: Sugerido
por una fotografía de la exposición 30/35 de Pablo Ruiz. https://afogra.com/exposicion-303-35/
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