cuento
Polín
En el Bosque de los Hinojos, un
hermoso lugar rodeado de ríos y montañas, es donde ocurre esta historia. Polín,
un niño muy dulce, aunque a veces travieso, vivía en una pequeña cabaña ubicada
en ese bosque, junto con su abuela Tita y su abuelo Josué. Los tres tenían un
hermoso pasatiempo que disfrutaban un montón: cantar y bailar. Solían pasar
hermosas tardes sumidos en sus cantos y tocando la guitarra, riendo a
carcajadas y disfrutando de su mutua compañía. Los domingos eran los mejores
días, iban al patio de la cabaña y comían cosas ricas toda la tarde, hasta su perro Bubu parecía bailar y
disfrutar de la reunión.
Polín amaba mucho a su abuelo y a su
abuela, sin embargo, no siempre les contaba todo… Incluso tenía un secreto, que
había prometido no contar a nadie, sólo Bubu lo sabía. Resulta que el niño
tenía una muy querida amiga, él la llamaba Lulú. Siempre recordaba el día en
que la conoció mientras paseaba por el bosque con su perro. Ese día, escuchó
una hermosa voz que parecía provenir de un lugar cercano. Sorprendido por la
situación y con mucha curiosidad, se acercó cuidadosamente a unos arbustos para
ver a la persona que estaba cantando. Miraba por todos lados, arriba de los
árboles, cerca, lejos, todo alrededor, continuaba escuchando aquella voz, y sin
embargo, no veía a nadie cerca. Incluso llegó a pensar que esa voz debía
provenir de su imaginación, a tal punto que se decidió a continuar su paseo
como si nada hubiera ocurrido. Cuando estaba dando la media vuelta con Bubu fue
que la vio. La voz era de una niña, pero no era cualquier niña ¡era una mini
mini niña! Estaba sentada en una gran flor de color violeta que se alzaba entre
medio de unos arbustos. Esta situación sorprendió tanto a Polín, que hasta se
masajeó los ojos para saber si lo que estaba viendo era real. Tal debe haber
sido su cara de susto, que la pequeña niña se echó a reír a carcajadas.
- ¡Pero qué cara, amigo! ¡No te
asustes! - le gritó Lulú y luego continuó riendo.
Su risa era tan contagiosa que hasta
Polín comenzó a reír también. Todo era absolutamente extraño, pero algo hacía
sentir tranquilidad al niño, y desde un primer momento supo que esa pequeña
niña de unos 2 centímetros era una personita de fiar.
Denise Ferrero Ryan – 2024
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