jueves, 2 de mayo de 2024

 


cuento 



Polín

En el Bosque de los Hinojos, un hermoso lugar rodeado de ríos y montañas, es donde ocurre esta historia. Polín, un niño muy dulce, aunque a veces travieso, vivía en una pequeña cabaña ubicada en ese bosque, junto con su abuela Tita y su abuelo Josué. Los tres tenían un hermoso pasatiempo que disfrutaban un montón: cantar y bailar. Solían pasar hermosas tardes sumidos en sus cantos y tocando la guitarra, riendo a carcajadas y disfrutando de su mutua compañía. Los domingos eran los mejores días, iban al patio de la cabaña y comían cosas ricas toda la tarde,  hasta su perro Bubu parecía bailar y disfrutar de la reunión.

Polín amaba mucho a su abuelo y a su abuela, sin embargo, no siempre les contaba todo… Incluso tenía un secreto, que había prometido no contar a nadie, sólo Bubu lo sabía. Resulta que el niño tenía una muy querida amiga, él la llamaba Lulú. Siempre recordaba el día en que la conoció mientras paseaba por el bosque con su perro. Ese día, escuchó una hermosa voz que parecía provenir de un lugar cercano. Sorprendido por la situación y con mucha curiosidad, se acercó cuidadosamente a unos arbustos para ver a la persona que estaba cantando. Miraba por todos lados, arriba de los árboles, cerca, lejos, todo alrededor, continuaba escuchando aquella voz, y sin embargo, no veía a nadie cerca. Incluso llegó a pensar que esa voz debía provenir de su imaginación, a tal punto que se decidió a continuar su paseo como si nada hubiera ocurrido. Cuando estaba dando la media vuelta con Bubu fue que la vio. La voz era de una niña, pero no era cualquier niña ¡era una mini mini niña! Estaba sentada en una gran flor de color violeta que se alzaba entre medio de unos arbustos. Esta situación sorprendió tanto a Polín, que hasta se masajeó los ojos para saber si lo que estaba viendo era real. Tal debe haber sido su cara de susto, que la pequeña niña se echó a reír a carcajadas.

- ¡Pero qué cara, amigo! ¡No te asustes! - le gritó Lulú y luego continuó riendo.

Su risa era tan contagiosa que hasta Polín comenzó a reír también. Todo era absolutamente extraño, pero algo hacía sentir tranquilidad al niño, y desde un primer momento supo que esa pequeña niña de unos 2 centímetros era una personita de fiar.

                                   Denise Ferrero Ryan – 2024



 

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