martes, 29 de octubre de 2024

 

Fantasía

                                

                                                               Botones de oro

 

Anoche me dormí tarde, me había acostado tarde, sin sueño y busqué que  me invadiera el adormecimiento con algunas estrategias sin resultado: leí sin entusiasmo, lo reemplacé por el celular, y a este lo cambié por el televisor al que apagué rato después y quedé cavilando a oscuras. No tengo idea de a qué hora me habré dormido.

Soñé ¿soñé? Que me despertó la reina de las hadas, al menos ella se presentó así, y me dio una tarea, que cuidara las flores de “Diente de león” ¿Quién le habrá puesto ese nombre? Bueno, no sé qué relación tendrá pues se ven tan simples y pacíficas… volviendo a lo que estaba contando, y para esta tarea me nombró hada por un día, dándome los atributos de toda hada que se precie: una varita mágica, un hermoso par de alas y el don de volar.

Tardé un par de horas en adaptarme a esa nueva situación; intenté remontar vuelo y me di unos golpes más o menos considerables que, gracias a la magia no me ocasionaron daños de importancia, hasta que descubrí que no necesitaba volar, bastaba que lo pensara para trasladarme, y lo supe cuando pensé en el espacio verde de un complejo de torres donde cada día al pasar veía sus flores amarillas que se convertían en suaves y frágiles copos de semillas voladoras destacarse entre el pasto.

Llegué justo a tiempo. Estaba el jardinero armado con su máquina cortadora de césped motorizada, y con expresión de “Ahí voy, plantitas inservibles”, por lo que lancé un grito que nadie oyó, extendí mi brazo con la varita mágica empuñada, y el hombre pasó su máquina destructora sobre las indefensas plantitas y ¡Oh, sorpresa! El césped sufría el corte arrojando sus hojitas trituradas al aire, pero los dientes de león permanecieron intactos.

El jardinero, molesto, volvió a pasar y sucedió lo mismo, y luego otra vez, y otra y…

En eso apareció una anciana que le pidió permiso de arrancar una planta de esas, pues ella lo usa para calmar dolencias y “hasta para ensaladas” – dijo.

Ahí comprendí acabadamente la importancia de mi protegida, además en ese momento se terminaba mi tiempo y desperté.

Ahora no sé si fue realmente un sueño, pero sé que esas plantas de bellos botones dorados son amigables, y les sonrío cada vez que las veo, y me parece que ellas me saludan.

 

                                                                              Marta – 2024

 

 

 

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