martes, 12 de octubre de 2021

 

Fábula.

 

                                                               La ardilla y el pájaro carpintero

 

En un frío bosque de robles en Winnipeg estaban una ardilla y un pájaro carpintero iniciando una conversación.

 -¡Buen día señor pájaro! ¿Qué está haciendo usted allá arriba?- preguntó el roedor, moviendo nerviosamente su peluda cola.

 -¿No está viendo señora ardilla, acaso?- contestó malhumorado por la interrupción desde lo alto del árbol y continuó picoteando el tronco a toda velocidad -Tengo que terminar este hueco, que va a ser mi hogar, antes de que llegue el invierno -¡Pica, que pica, pica, pica, pica!

 La ardilla, que estaba al pié del árbol, observaba maravillada por la rapidez del golpeteo y la habilidad del carpintero. De vez en cuando se tenía que sacudir el aserrín que le caía en los ojos.

 -¡Qué suerte tiene usted! Allí adentro va a poder estar muy abrigado a pesar de lo crudo que es el invierno en este lugar. En cambio yo paso mucho frío aquí abajo, en mi madriguera- El ave la miró con un poco de lástima, mientras la  vecina seguía hablando -¡Cómo me gustaría llevar a mi cría allá arriba, para que esté abrigada y protegida!

 El carpintero seguía haciendo su trabajo, golpeando el tronco con su pico. Toc, toc, toc, toc, cada vez más rápido, como si algo lo urgiera.

 -¡Usted, señor, que es tan guapo, ¿no podría hacer un hueco para mí también?- preguntó algo melosa la ardilla, moviendo seductoramente la peluda cola -Yo podría serle muy útil y usted se vería beneficiado si aceptara- El pájaro detuvo el golpeteo y se quedó pensando un rato -¿Y qué puede hacer usted por mí?- preguntó algo desconfiado.

 -Todos en el bosque saben que soy muy ágil- dijo orgullosamente -Puedo subir y bajar el árbol todo el tiempo. Podría llenar su hueco de bellotas-

 Al pájaro le costaba mucho conseguir alimento. De vez en cuando conseguía algún insecto, que escaseaban por el clima impiadoso del lugar. Además, le era difícil recolectar los frutos de los árboles, con su largo pico. Después de un rato de cavilaciones, llegó a la conclusión de que podría ser una buena idea. -Está bien, acepto el trato. Espero que usted sea una señora de palabra y cumpla realmente con el compromiso

 -¡Hurra! ¡Viva, viva, viva!- Saltaba, enloquecida de alegría y entusiasmo la interesada.

 Y el carpintero, apenas terminó su nido, comenzó a ahuecar el tronco para la futura vivienda de la ardilla. Cuando estuvo todo listo, ambos se mudaron a sus respectivos nidos.

 La ardilla trajo a sus crías y las subió, de a una, poniéndolas a resguardo -¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!- Le repetía incansablemente a su vecino -Aquí están sus bellotas. Ya nunca más le faltarán.

 Desde ese día se volvieron grandes amigos. Se cuidaban y se protegían mutuamente.

 Los otros animales del bosque, que habían sido testigos de lo sucedido, sintieron algo de envidia de esa eficiente sociedad, y se dieron cuenta que, cuando se unen las aptitudes de unos y otros el resultado es, siempre, el mejor.

 

Nela Bodoc - 2020

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Reflexión     Los seres que aman derriban barreras, acercan, escalan montañas. Los seres que odian separan, levantan murallas, no ...