leyenda
LA FURIA
DEL VOLCÁN
La abuela vivía en la Patagonia, con sus 80 años a
cuestas. Era una mujer activa, audaz y una excelente contadora de historias. Nos
sorprendía su creatividad ya que nunca había salido de su entorno, transcurrió
su vida en ese paraje junto al lago y las montañas, pero su imaginación
recorría diversos lugares y sus relatos eran parte de ellos. Conocía el mundo
como si fuera una gran viajera.
Recuerdo la historia de los volcanes que ella magistralmente
nos relatara más o menos así:
-Dicen los ancianos del pueblo que hace cientos de años,
vino por éstos parajes un joven y apuesto criancero arreando sus ovejas, un ser
solitario que por las noches tocaba su armónica y entonaba tristes melodías
junto a la fogata dónde cocinaba sus alimentos. Una de ésas noches, un fuerte
vozarrón lo sobresaltó:
-¡Canta algo más alegre muchacho! -le dijo -¡Atiza el
fuego de tu corazón!
El joven muy sorprendido miró a todos lados ¿De dónde venía
esa potente voz si él estaba solo? Entonces vio una inmensa llamarada salir de
la cumbre de una montaña y oyó un fuerte trueno resonar en el cielo. Sintió
miedo y permaneció en silencio. Al día siguiente juntó sus ovejas y se fue del
lugar, jamás nadie lo vio regresar por allí.
Cuentan que cuando alguien está muy triste, la montaña
escupe bocanadas de fuego y ruge con fuerza. Por eso los lugareños están
siempre contentos, así el volcán no desata su furia y por las noches se juntan
en el bar y cantan alegres canciones.
Ana María Muñoz - 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario