martes, 7 de enero de 2025

 

 

                                               LA ISLA DEL SILENCIO

 

                                                                              Parte III

 

            En la enorme y hermosa sala que antes estuviera en penumbras brillaba ahora una tenue luz intimista y se percibían los acordes de una música indescriptible y de gran belleza que me hizo pensar en mi infancia cuando practicaba violín, no por lo bien que yo ejecutaba sino por mi dedicación a imaginar cuál era el instrumento que en cada momento se destacaba. Descubrí que, al pensar en el violín me llegaban acordes que parecían haber partido de uno muy próximo, probé una vez más y pensé en un gran coro, y una coral bellísima me inundó, entonces comprendí ¡la música estaba dentro de mí!

            Comencé a observar el contenido de aquella habitación, mientras “oía” dentro de mí la música que deseaba, en el instrumento que imaginaba, aun en aquellos que nadie había inventado. La sala contenía algunos objetos tan extraños como la camilla en que me atendieron, pues ninguno de los que parecían muebles estaba apoyado sobre el piso ni colgado de parte alguna. Había  estantes semejantes a bibliotecas, con lo que se podía asociar a libros, pero de una consistencia mucho más sutil y al fijar mi vista en ellos podía percibir su contenido directamente en alguna parte de mi cerebro.

 Así conocí la historia de este pueblo, según un “tomo” de color sepia que atrajo mi atención: hace millones de años vivían en esta misma tierra, que era entonces una isla de la Atlántida. Sus habitantes provenían del Continente de donde eran desterrados por carecer de color en su piel ya que eran distintos, tanto en características físicas como en carácter. Mientras los isleños vivían protegiéndose del sol dado que la falta de color en su piel les dañaba enormemente, construyendo su ciudad semi sumergida en la arena en tanto se dedicaban al estudio y desarrollo de las ciencias utilizando sabiamente la energía solar y armonizando con su entorno, los originarios del continente de piel negra o morena se tornaban cada vez más agresivos, sometiendo y esclavizando a los pueblos de otros continentes con una gran capacidad tecnológica orientada hacia la guerra. 

Los gobernantes de  la Atlántida utilizaban también su poderío para alterar la naturaleza en su beneficio, rompiendo su equilibrio una y otra vez, hasta que una gran hecatombe sumergió a su tierra en las profundidades del Océano mientras se elevaban partes del fondo rodeando a la isla de Urm que quedó incluida en la Patagonia, tierra agreste e inhóspita, donde se refugiaron unos pocos sobrevivientes  de  los altivos atlantes de piel oscura.    

Puse mi atención en otro “tomo” que detallaba las especies botánicas de “la isla”. Todas las especies tenían su origen en épocas remotas que presumo podría contarse en millones de años. De alguna manera las plantas tienen una comunicación con los seres pensantes y una relación simbiótica con ellos ya que absorben sus desequilibrios orgánicos ¿qué otra cosa son, si no, las enfermedades? que por alguna razón que no puedo entender se transforma en su alimento o su fuerza. También proveen de energía a los embriones de todos los seres pertenecientes al reino animal. 

            Ensimismada como estaba no oí a mi amigo hasta que estuvo junto a mí, aunque lo de oír es un modo de decir puesto que allí no había sonidos externos, quien se ofreció a guiarme en una vuelta por la isla, que aunque está dentro del continente es realmente una isla. Salimos de la habitación y accedimos a jardines impresionantes, con árboles, arbustos y hierbas que parecían salidas de un cuento de hadas por su extraordinaria belleza y colorido. Volvió a aparecer el perro cubierto de escamas que me hizo una gran cantidad de demostraciones de alegría como si fuéramos viejos amigos, lo acompañaban  otros semejantes pero más desconfiados. También se acercaban a mirarnos unos felinos muy extraños, con ojos rojos y piel violeta, totalmente carente de pelos. Y la mayor curiosidad la proveyeron los dragones, de variados tamaños y colores, esos seres que consideraba mitológicos de grandes cuerpos y pequeñas alas, que volaban sobre nuestras cabezas con aire amistoso e intercambiaban chorros de fuego entre ellos con actitud juguetona, demostrando que sí han existido y, es más, aún existen.

            Urizem me explicó que las pinturas y las leyendas que hablan de dragones en todas las culturas de la tierra provienen de que algunas veces estos animales, juguetones y pacíficos, salen movidos por la curiosidad de las islas que hay diseminadas en todo el planeta  e incursionan por lugares alejados de las grandes ciudades donde hay pocas probabilidades que sean avistados, pero a veces sucede. Además hay diferentes especies, lo que hace la diferencia, como sucede entre las representaciones de China con las provenientes de Europa o América.

            “¿Y ustedes – pregunté – salen de la Isla alguna vez?”

            “Generalmente no, solo de noche y con grandes precauciones y por extrema necesidad – contestó – por ahora las condiciones no están dadas. Hay personas muy especiales que nos visitan voluntariamente, otras, como en tu caso, accidentalmente y algunas otras, que son las menos,  contra su voluntad, y lo hacemos para tratar de cambiar su comportamiento, puesto que de la supervivencia del Planeta depende también nuestra supervivencia. Luego borramos de su memoria el tiempo de su estadía aquí y son devueltos a su medio”

            “¿Cómo lo hacen?” – pregunté cada vez más intrigada. 

            “Ya sabe – dijo, y por primera vez rió – luego hay versiones de extraterrestres y hasta algunos hablan de vampiros de rostros blancos y ojos brillantes…”

            Esto me causó mucha gracia, luego mi amigo me dijo: “Es hora de que regrese y haga bien su trabajo, creo que es muy necesario para apoyar a la gente que realmente se preocupa por el futuro. - y agregó – Bien, ¿guardará nuestro secreto en lo más profundo de usted o prefiere que se lo borre de la memoria?

“¿Y por qué, si puedes borrarme todo lo que aquí he visto y aprendido no lo haces sin mi permiso y corres un riesgo tan grande?” 

“Esa es su elección, se lo ha ganado  - respondió Urizem - si no hubiera estado abierta y sin juicios no podría haber visto ni aprendido nada, por lo que solo sería necesario borrarle la imagen de que estuvo aquí, y únicamente podría llegar a recordar algunas cosas en sueños, a los que consideraría irreales, aunque aun así le ayudarían. Mas ha venido en son de paz, en ningún momento ha pasado por su mente sacar provecho de lo que ha visto o de lo que tenemos, sólo le ha guiado una curiosidad sana, y eso le da derecho a que reitere mi pregunta: ¿Guardará el secreto de nuestra existencia?” 

Sonreí, toda palabra era inútil, pues ese ser sabía más de mí y de mis intenciones que yo misma, así que  quedaba en sus manos. 

Nos dirigimos a la sala principal y allí esperamos la hora propicia para partir. Aparecieron dos seres más, que según me informó Urizem habían sido quienes me rescataran el día anterior, además llegó el perro que se había hecho mi amigo, otro animal semejante a un gran cangrejo pero de patas como los alacranes y un ave parecida a un murciélago con pico como ave de presa y ojos rojos, los que serían parte de nuestra expedición. 

Salimos al bosque multicolor con perfume a chocolate y de allí a una pared rocosa de aspecto impenetrable que cedió al sólo contacto de la mano de uno de mis acompañantes, e inmediatamente nos encontramos en el frío desierto de arenas iluminadas por la Luna. Inmediatamente todos comenzaron a trabajar en equipo: el extraño pájaro comenzó a emitir ondas de radar y cuando detectaba algo bajo la arena dejaba como marca un punto rojo brillante,  el perro corría hasta el lugar señalado y comenzaba a escarbar con sus patas y luego el cangrejo levantaba delicadamente con sus pinzas mis pertrechos depositándolos en manos de los hombres que las tomaban como acariciándolas y haciéndolos funcionar nuevamente como si nada les hubiera sucedido. En poco tiempo tenía todo mi equipo reunido y en condiciones.

Llegó la hora de la despedida, sentí su afecto muy sólido traspasar mi ser dejándome una gran sensación de felicidad y paz. Urizem me dijo: “Siempre será bienvenida si mantiene su actitud. Nuestro pueblo la ama” Dieron media vuelta y enseguida desaparecieron tras las rocas. 

Quedé en ese estado largo rato. Poco a poco fui saliendo de mi ensimismamiento y comencé a pensar en lo vivido en las últimas horas. Me di cuenta que podría haber preguntado muchas cosas más, saber cuánto tiempo viven, de qué se alimentan, si pueden emitir sonidos, si los emiten y la ciudad los acalla, y entonces advertí que se estaba despertando mi mente especulativa. Agradecí la experiencia vivida y me alejé hacia mi campamento a recomenzar mis estudios y cumplir mis promesas con los amistosos habitantes de la isla y mis compromisos con quienes me contrataran.

 

 

                                                                                                          FIN


                                                                Asunción Ibáñez - 2013



 

 

“El tema de las ciudades invisibles está ligado a la mitología, las leyendas y textos de la antigüedad a los que hacen referencia las culturas de todos los continentes. Contadas por viajeros, exploradores, navegantes, estos pueblos míticos están habitados por extrañas criaturas, celestiales o diabólicas, que colman el imaginario de la mente colectiva; se sostienen y mantienen a través de la literatura, las historietas, el cine, la televisión y siempre nos siguen acechando durante las horas de sueño profundo, enviándonos extraños mensajes mediante símbolos que no siempre la mente consciente sabe descifrar”. Juan Coletti - 2009

 

Parte I publicada el 18/12/24

Parte II publicada el 27/12/24




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