Cuento
JUGANDO EN EL
JARDÍN DE INFANTES
Leandro y Martina comenzaron su vida escolar juntos, desde
el primer día se hicieron amigos, en la jerga juvenil, pegaron onda. A sus
cinco años eran niños muy traviesos e inquietos, tanto que a veces llegaban a ser
fastidiosos, interrumpiendo y también molestando a los demás niños lo cual era
un problema para la maestra que no podía controlar el orden en el aula.
Cuando la seño Isabel preguntaba algo, era uno de ellos el
primero en levantarse y responder, a veces lo hacían los dos a la vez, les
gustaba participar en todas las actividades y estar en todos los grupos.
Leandro amaba a los animales y tenía gran cantidad de ellos
en miniatura, de hecho era una colección de perros, gatos, jirafas, caballos,
cerdos, carpinchos, en fin todos los que se puedan imaginar.
Un día la seño les contó una historia muy tierna de unos
animalitos, éste niño interrumpía a cada momento la historia, quería contestar
lo que la maestra estaba narrando.
-¡Seño, seño le cuento que yo tengo muchos animales en mi
casa! si quiere mañana los traigo y los conoce-dijo.
-Bueno Leandro, pero ahora sigamos con la historia que tus
compañeros están ansiosos por saber cómo sigue- dijo la maestra.
-¡Seño, seño! yo tengo muchas muñecas si quiere las traigo
mañana para que también las conozca- dijo Martina.
-Bueno cuando termine de contar la historia hablamos de tus
muñecas- dijo la maestra bastante molesta por tanta interrupción.
Cuando la seño por fin pudo terminar el relato todos los
niños se levantaron y fueron hacia los dos amigos.
-¿En serio tienes muchas muñecas? preguntaban las niñas.
-Oh Leandro, yo quiero conocer tus animalitos- dijo un
muchachito.
Al día siguiente llegó al aula Leandro con su mamá trayendo
una gran caja. La maestra muy sorprendida preguntó -¿Qué trae ahí mamá de
Leandro?
-Me dijo el nene que hoy debía traer sus juguetes -respondió
la señora.
En eso estaban cuando apareció Martina con su madre trayendo
una inmensa bolsa, la maestra no entendía nada. -¿Qué traes en esa bolsa niña?
preguntó y la mamá respondió:
-Me dijo la nena que debía traer sus muñecas a la clase de
hoy-
Entonces la seño Isabel lanzó una gran carcajada y exclamó:
¡Ay Dios mío estos niños adorables!
Ana María Muñoz – 2025
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