Narrativa
LA COMPRA EN
LA VERDULERÍA UN DOMINGO
Mi semana fue un caos. Turnos médicos, eventos literarios,
salidas con amigas, en fin tanto así que olvidé hacer la compra semanal en la
verdulería.
El domingo desperté con la idea de cocinar unos canelones
por lo cual me levanté a eso de las nueve dispuesta a lucirme con el plato
elegido, en eso recordé que no tenía espinacas, tampoco morrones, bah, en
realidad no había nada, busqué el monedero y la bolsa y salí casi corriendo a
visitar a mi amigo el verdulero del barrio.
Me sorprendió ver las calles desiertas y también el silencio
inusual, parecía una ciudad fantasma lo cual me permitió observar las casas,
los jardines, las baldosas.
Fue una experiencia hermosa ver con ojos de asombro lo que
vemos a diario y que en verdad no vemos, caminé tarareando una canción y cuando
llegué a la esquina vi las naranjas y los limones más coloridos, los tomates
más brillantes y relucientes, todo era como descubrir lo que siempre estuvo ahí
y que jamás presté atención.
Saludé amablemente, compré y salí hacia mi casa, estaba por
cruzar la calle cuando veo junto al cordón de la vereda una caja de
herramientas y varias piezas dispersas en el asfalto. -Oh que interesante pensé
y recordé el día que me robaron del auto todas las mías. ¿Será una compensación
que me brinda la vida? Dudé un momento; pero enseguida levanté la pinza y la
llave francesa y las puse dentro de mi bolsa.
No sé si estuvo bien, tal vez debí dejarlas allí.
Me fui de prisa a casa muy contenta cantando una vieja
canción llamada Pedro Navaja que dice: “La vida te da sorpresas, sorpresas te
da la vida ¡Ay Dios!”
Los canelones me quedaron exquisitos, creo que los mejores
que he hecho en mi vida.
Ana María Muñoz – 2025
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