El valor de
las palabras
Las palabras nos provocan emociones, sentimientos, recuerdos
o imágenes. Esta vez elegí, por lo que me generan, estas tres.
ANGUSTIA
Siento que algo me aprieta la garganta, cerrando el paso del
aire. Algo pesa sobre mi pecho y el corazón se me vuelve piedra.
Me viene a la memoria el recuerdo de algún episodio que me
provocó todas estas sensaciones.
O tengo visiones de situaciones dolorosas, imágenes de niños
pobres, llorando por hambre o abandono.
Generalmente, esta palabra la asocio con las etapas tristes
de la infancia, porque en ella, es más difícil gestionar esas emociones.
BRILLANTE
¡Cuántas cosas puedo experimentar con esta palabra!
Cuando abro la ventana, a la mañana y veo el sol saliendo y
pincela con su brillo los colores, siento alegría. Me renueva la esperanza de
un día mejor.
Me gusta el brillo de las gotas de rocío sobre las hojas.
El de las copas de cristal y el del cabello de mi hija
después de cepillarlo.
Me gusta el brillo del agua de un lago cuando lo mueve la
brisa, y el de las sonrisas infantiles. El del raso de un vestido de fiesta.
Qué decir del brillo de las estrellas en las noches oscuras,
sin luna.
Y especialmente el de los ojos de aquellos que están
enamorados.
ARMONÍA
Imagino y huelo a flores, esas pequeñitas, que juntas forman
una sola. Pocas cosas son tan armónicas.
Escucho las voces de un coro, cantando El Himno a la Alegría
de Beethoven. Ninguna sobresale a las otras. El mismo tono, el mismo volumen. Son
una sola voz.
La naturaleza está llena de momentos armónicos, como cuando nieva,
caen los copos, como danzando y cubren amorosamente con su manto blanco.
Contemplando la belleza siento paz y armonía en mi interior.
Nela – 2025
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