dialogo
Encuentro en el túnel del tiempo
Buscando
viejas fotos para mostrar a mis nietas, me encontré con una, muy descolorida,
de mi infancia. En ella se ve una niña, yo, de unos diez años, parada en un
andén viendo el paso de los trenes.
Y de pronto,
me vi allí como si hubiese entrado en el túnel del tiempo, parada frente a
aquella niña que fui.
-¡Hola
Nelutsa! Recuerdo que así te decía mamá. Eras una niña introvertida, callada y
un poco melancólica. Pero estabas llena de fantasías y sueños. ¿Quieres contarme?-
La invité a
que nos sentáramos sobre un banco de la estación para conversar. ¡Había tanto que
decir! Noté, en un principio, que seguíamos teniendo el mismo amor por los
trenes, las vías y las partidas.
La pequeña
me miró extrañada, con sus ojos muy abiertos por la sorpresa y su timidez.
Flacucha, un poco desgarbada y mirando el piso aceptó mi propuesta.
-Siempre
soñabas con viajar lejos e irte a lugares inexplorados para tener novelescas
aventuras- le dije para provocar el diálogo.
Nelutsa,
tímidamente, se animó a preguntar- ¿Usted ha viajado a alguna tierra lejana, a
algún país exótico?-
-Sí, por
suerte -le respondí -Pero no tantos como hubiera querido.
-Yo deseaba ser
bailarina clásica, pero papá no quería ni escuchar hablar de ello- dijo con
tristeza- Me obligó a estudiar piano que lo odiaba. Pero yo me pasaba bailando
en mi habitación, al son de hermosos valses vieneses. Me imaginaba vestida con
primorosos tutús y con zapatillas de punta-
-Mmm, sí, lo
recuerdo. ¿Y sabés algo? Ahora disfruto de ver bailar a mis nietas. Todas
heredaron mi amor por el ballet- Nos quedamos un rato calladas…pensativas…
-¿Cómo es
ser grande? ¿Es difícil?-preguntó Nelutsa.
-¡Uh! ¡Qué
pregunta! Se aprende de a poco, paso a paso. Hay que ir aceptando cada etapa de
la vida. Hay momentos que son difíciles pero si los enfrentamos con coraje,
crecemos y maduramos. ¿Te acordás cuando mamá te mandaba a encerar el parquet
de tu cuarto? ¡Te parecía una enormidad de trabajo! Y sin embargo lo lograbas
haciéndolo de a poco- le dije esperando que me comprendiera.
-Cuando
nació Jorgito, nuestro hermano, vos disfrutabas mucho de cuidarlo, de jugar con
él y de sacarlo a pasear por vereda. Jugabas a ser mamá.
-Y Nela
¿Disfrutó de ser madre, abuela y bisabuela?- preguntó la niña.
-¡Sí, claro!
Pero también idealicé un poco la maternidad. La vida no es como la soñamos.
Aunque, a veces, resulta mejor-
-Nela, usted
¿Es feliz?
-Lo soy,
querida niña. Lo soy desde aquel momento en que decidí perdonar y perdonarme y
pude aceptarte, aceptarme. Ahora quiero abrazarte y amarte ¡Te quiero mucho,
Nelutsa!
-¡Ah!-respondió-¡Entonces
valió la pena crecer!
Nela Bodoc - 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario