jueves, 17 de octubre de 2024

 

Prosa poética

 

                                               Amigo dolor.

Y mi cuerpo se queja, pues sus partes sensibles a ti llevan lágrimas a mis ojos. Y mis miedos acechan, como fantasmas amenazantes en medio de la oscura noche.

No soy joven, pero aun dueña de mi movilidad, de mi independencia, de mi propia soberanía.

¿Qué será de mí mañana? ¿Qué me depara el destino? ¿De qué me sirve esta prueba?

Me gusta la gente y mis quejas me alejan de ellas. Me gustan los viajes y dolores físicos me aquietan, veo los lugares bellos del mundo en las publicidades y documentales, sin poder disfrutar del canto de las aves ni el perfume de las hierbas.

Me encanta el baile, y me duele bailar.

Amo los abrazos y los temo porque me despiertan quejidos.

Te pregunto: ¿Qué me dejas dolor? ¿Qué debo aprender de ti?

Y tú me respondes que aceptación, que debo acumular valor, para reconocer y gozar la salud, para comprender a otros y cuidar de ellos, verlos como tus iguales.

¡Oh, dolor! Te veo irreverente, entrometido en donde no te he invitado ¿Por qué insistes?

No hay vida sin dolor –me contestas- ¿De qué te sirve la vida si no la valoras? ¿Te acercas a alguien que sufre si no conoces el sufrimiento? Podemos ser amigos, ya que nuestra amistad te dará sabiduría si la valoras, o amargura e infelicidad si le temes o la odias.

Si eliges resentir lo sufrirás, si eliges aceptar eres bienvenida a la vida real.

 

                                                                              Asunción - 2024



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