miércoles, 1 de enero de 2025

 

Leonela

En 2024 vivimos una crisis aguda de toda índole: económica, política, social, relacional, y más. Que no es nueva, pero como todo el mundo se queja yo no estoy exenta.  Las noticias invaden nuestras mentes con información, a lo que cada informante le da color con sus propios comentarios exponiendo lo que entiende o lo que le interesa, por lo que estoy descubriendo lo que el ruido mundano me está influyendo.

Tomé la decisión de ver pocas noticias, observar las quejas que alimentan mis pensamientos e inciden en mis sentimientos, lo que repercute en mi salud, así que dije ¡Basta! He de cambiar.

Claro, proponerse cambiar es fácil, lograrlo no tanto.

Vivo en un viejo edificio necesitado de arreglos que cuenta con solo ocho departamentos; uno  vacío, uno con una familia de tres y el resto con una persona cada uno.

Hace dos o tres meses alguien llamó a la puerta de acceso con un insistente “Señora, señora” a lo que, al parecer nadie atendía. Se repitió un rato y bajé, ya que vivo en el piso de arriba, sin ascensor, y allí había una mujer de edad indefinida, con buena estatura y muy escaso peso, con solo dos dientes, que al verme me preguntó “¿Puede darme algún alimento”? Le di lo que tenía para que se llevara y solucionara apenas su momento de escasez.

En dos o tres días la escena se repitió, esta vez con una voz que me resonó como a angustia, bajé y le dije el número de mi departamento para que me llamara porque me parece una ignominia que un ser humano deba pedir a gritos un alimento.

Algunas de mis vecinas comentaron que podría pedir trabajo en lugar de alimentos, y esto me llevó a meditar, no sobre Leonela, que así se llama, ni del comentario que me hicieron, sino de mis juicios también trillados, y me propuse NO JUZGAR.

Un propósito muy difícil de cumplir, porque viene una o dos veces por semana y debo respirar en calma, atender si puedo su necesidad inmediata, desearle en la despedida que consiga trabajo y no dar consejos ni reclamos.

¿Cuál es su historia? No la sé ni la voy a preguntar, pues equivaldría a juzgarla, lo que hace y lo que debería hacer.

Probablemente no ha tenido ejemplos amorosos como los que tuve y me formaron en el trabajo y el agradecimiento, en valorar.

Hoy, primero de enero, salí a caminar unas cuadras para mover mis articulaciones afectadas con la artritis, al regresar la encontré sentada en la puerta, a la espera de que alguien le prestara algo de atención, le dolía el estómago, quizás de hambre, y agradeció mi sánguche improvisado, con “ahora mismo me lo como”

Pero, como en todo, siempre especulo con lo que voy a ganar en esto: un ejercicio real de no juzgar.

                                                                              Iris Neli- 2025

 

 

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