jueves, 17 de abril de 2025

 

Anécdota

 

Mi compañera de sangre.

Después de varios meses sin vernos, mi hermana Teresita debía acompañarme al médico. Era un caso especial, porque la vería después de mucho esperar, y además quería hacerla más partícipe de mi estado de salud, algo que estábamos haciendo vía sólo WhatsApp.

Escribí todas las preguntas médicas, y compré unas galletas para compartir con ella que, ¡Había hecho un espacio especial en su trabajo, para estar conmigo y escuchar al médico! Quise hacerle algo especial y le tejí una carpetita a crochet, algo que quería ella desde hace mucho.

Me pasó a buscar, y conversamos mucho. Yo no dejaba de hacerle preguntas, pero ella permanecía calladita, manejando con prudencia y respondiendo en forma precisa y llena de contenido. Ella es muy linda físicamente, y se abre a la conversación cuando la temática le resulta interesante, así que también callé un poquito, para escucharla a ella.

Llegamos y expresó “Qué hermoso lugar…”, y nos sentamos a esperar el llamado. Su expresión calmó mi ansiedad y me puso tan contenta, que observaba a mi alrededor, con dulzura y esperanza, más allá de que los médicos no me gustan. Y continuamos dialogando. Fui descubriendo cómo es su trabajo, cómo es su rutina diaria, y su diálogo era constructivo y lleno de vida.

En medio de la consulta, le dije que la extrañaba mucho, que quería verla más seguido. Parece que lo dije con tono nervioso, porque a la salida exclamó “¡Cómo le vas a decir al médico que no te veo! Lo que pasó ya fue, es momento de construir algo nuevo” Y eso me dejó algo más reservada, ya que no lo había visto así antes.

Regresamos calladas, reflexivas, y se retiró de inmediato. Ella no dijo mucho, pero fue completo y abierto, eso hizo palpitar mi corazón con una nueva perspectiva, con la ilusión de empezar bien el tratamiento, con una relación más agradable con mi hermana, y con el valor de su compañía más allá de conversar tanto. La belleza que se veía en el consultorio, era más de lo que cada una lleva en el corazón, y se expresa con armonía en el exterior. Y es que estábamos juntas, como hermanas y compañeras.

 

Caso

Yo tenía turno médico, y mi hermana Teresita debía acompañarme. La esperé con galletas y mucha esperanza.

 Pasó a buscarme y conversamos en el trayecto. Le gustó el espacio del consultorio, y compartimos la espera.

Expresé una incomodidad que no fue bien recibida por ella, y lo expresó en el viaje de regreso. Volvimos calladas. Aprendí el valor de su compañía, como hermana y compañera.

                                                                     Gabriela Medawar- 2025



Consigna: Elegir una circunstancia o experiencia propia, y escribir una anécdota y un caso de la misma, aportando dos visiones de un mismo hecho.


 

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