Cuento absurdo
La luna
perfumada
Esa noche no era una noche cualquiera porque algo extraño
sucedió.
La luna, que se enamoró del patio de la casa, decidió
perfumarse y se puso un aroma a menta. Pero se excedió con la cantidad y quedó
muy penetrante.
A Don Patio le molestó mucho y tomó su tijera de podar y
estaba decidido a usarla.
-¿Qué vas a hacer con eso?- Le preguntó el malvón que estaba
en la vieja maceta amarilla.
-¡Shhhh, cállate, ya verás! No te metas- Le contestó el
patio. Y luego, por lo bajo, porque no quería que todo el mundo se enterara, le
dijo susurrando –Tengo algo que hacer- Y se puso a podar, nada menos que, a los
rayos de la luna, dejándola casi sin brillo.
Ésta se puso a llorar desconsolada. Sus lágrimas sirvieron
para regar al malvón que estaba bastante desatendido. Siguió el llanto por
varias horas. Estuvo a punto de inundar todo el lugar.
Don Patio sintió que había sido muy cruel, al ver el
sufrimiento que le había ocasionado a su enamorada - Perdón, no quería hacerte
daño- le rogó algo arrepentido- Perdóname por favor-
La luna preguntó - ¿Por qué me hiciste esto si yo no te hice
nada? ¿Qué tienes en mi contra?
-Es que me molestó mucho tu perfume tan intenso. No me gusta
el aroma a menta. Siempre me desagradó- le explicó para justificar su acción.
La planta de menta, que estaba en el cantero del fondo, se
irguió casi dos metros por la indignación y le gritó –¡Eres un discriminador de
aromas, además de un ignorante! -¿Cómo puedes oler si ni siquiera tienes una
nariz?- agregó.
Don Patio le contestó fríamente- Lo hago a través de las
grietas de las baldosas.
Y, así, siguieron discutiendo toda la noche, mientras la
luna que ya no estaba enamorada, se iba alejando del brazo de la nube que hacía
rato le había echado el ojo.
Nela Bodoc – 2025
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