Fábula
La
gata China
La gata China no
era china, sino que se llamaba así por el diminutivo de Michina. Vivía muy
cómoda en una casa finca, con un amplio parque con muchas flores y frutos.
Un día su vida se
complicó, pues al dueño de casa le trajeron como obsequio un enorme perro con
dientes que sobresalían de su boca, de donde caía un hilo de baba en forma
permanente. Lucía en su cuello un grueso collar con enormes púas hacia afuera
que daba el mensaje de “no te acerques”, un aspecto terrorífico a simple vista,
y lo llamaban Hell, que en inglés significa infierno, lo que era poco
tranquilizante.
El señor que lo
traía hizo una advertencia al dueño de casa: “Cuide a su gata, porque este
perro es un matagatos”.
Cuando los tres
quedaron solos, el dueño reunió a ambas mascotas, una a su izquierda y la otra
a su derecha, y les dio el siguiente discurso: “De aquí para allá territorio de
Hell -señalando hacia su derecha -y de aquí para allá, lo será de China, y el
que desobedezca será castigado ¿entendido?”
Al perro esto le
entró por una oreja y le salía por la otra, por lo que, sintiéndose muy seguro
de su volumen fuerza invadió varias veces el territorio de la gata. Y era
castigado sujetando su collar a una gruesa cadena fija en su lugar. Pero como
era muy hábil y mañoso, solía sacarse el collar retrocediendo hasta tirar tan
fuerte que este se deslizara hasta su hocico, dejándolo libre. Aunque para no
despertar sospechas, y a la espera que la gata se aproximara a él, aunque fuera
para burlarse, se acostaba junto a la cadena simulando que aún estaba atado.
Cierto día llegó
a la casa un señor a realizar un trabajo temporario, acompañado de dos enormes
perros de pelea, que se lanzaron con gran bravura sobre Hell. Uno lo tomó con
enorme fuerza del cuello buscando su yugular, momento en el que hubiera sido de
mucha utilidad su collar, y el otro el otro perro lo retenía de las caderas
dejándolo sin movimientos de defensa.
Fue el momento en
que China, al ver en tal situación a su “querido enemigo”, saltó sobre el
segundo animal con ferocidad, se dirigió por su lomo a la cabeza y le clavó las
uñas en los ojos con fuerza hasta lograr que soltara a Hell al tratar de
atraparla, pero ella trepó velozmente a una parra poniéndose fuera de su
alcance. El perro de la casa pudo defenderse con libertad al estar en igualdad
de condiciones con el invasor hasta hacerle huir.
Desde entonces
perro y gata se respetan, él con humildad y agradecimiento, y ella con el
orgullo de haber podido vencer a un perro enorme y feroz aun con su pequeño
tamaño.
Moraleja: El respeto y la solidaridad dan frutos
de paz.
Asunción
– 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario