La Renuncia, como la Gravedad, son leyes universales: podemos ignorarlas, pero no desconocerlas.
AMI
Este Taller es un espacio de escritura creativa, diseñado para las actividades de extensión Cafh Argentina 6
Diálogo
EN UNA
INMOBILIARIA
La secretaria está revisando unos documentos, cuando entra
un señor.
-Buenas tardes señorita-
-Muy buenas tardes joven, dígame en que lo puedo ayudar-
-Verá, estoy necesitando alquilar una vivienda de forma
urgente-
-Bien, entonces dígame qué es lo que usted busca. Tenemos
casas, departamentos, duplex. ¿Para cuántas personas?
-Somos seis, todos adultos-
-A ver, veré qué le puedo ofrecer, aguarde un momento por
favor- La secretaria abre una carpeta y busca entre varias opciones -Ah, mire
usted. Acá encontré una casa que le puede interesar, tiene tres dormitorios,
dos baños, patio con quincho y todos los servicios. Un amplio living comedor y
cocina moderna-
-Tendríamos que ver cuánto es el costo, en realidad prefiero
algo sencillo, acorde a mis ingresos- dijo el cliente.
-Bueno entonces debo decirle que lo más económico que
tenemos es alrededor de los mil dólares y con actualización cada tres meses-
-No, no. Eso es mucho. ¿No puede ser en pesos argentinos?
-Lo siento señor, acá solo alquilamos en dólares- justificó
la secretaria.
-Bien, no hablemos más, no sé porque tengo que pagar en
moneda extranjera si la moneda de curso legal en mi país es el peso, disculpe
usted y gracias por su atención, adiós-
El hombre salió de la oficina muy disgustado prometiendo no
volver jamás.
Ana María Muñoz. 2025
Poesía
Tus ojos
Ellos me arrasaron como un viento
huracanado.
Me estremecí con tu encanto
tu mirada inesperada.
No soy yo, dijo él, es la brisa
que anima y promueve
mi sombra, mi sonrisa…
Te siento aquí en el alma hondo y
claro
cantando como olas muy lejanas;
suspirando tantas cosas, tantos
tiempos
ya vividos: lágrimas, risas,
suspiros,
sueños, una calle y una casa.
Clara Molina - 2025
Crear un personaje.
Blanca.
Ella con sus zapatos de taco aguja, sus guantes blancos, su
esbelta figura y su cabello corto adornado con ese tocado con flores, entra en
el salón de baile.
Corren los años 20, esta mujer de 44 años sabe muy bien lo
que va hacer, en su auto está la valija preparada.
Ingresa con pasos firmes, con su vestido rojo corto con
flecos, tan característicos de la época, adornado en el collar con varias
vueltas de perlas; el estilo es único, su personalidad así lo hace. Si bien
Blanca, ese es su nombre, no está en una posición económica para vestir de esa
manera ni para estar en ese lugar, de alguna manera lo consiguió.
Las miradas de los presentes voltearon a verla, ella así
decidida se dirigió hacia donde él estaba para despedirse para siempre.
Laura Mondati – 2025
¿ADONDE
ESTÁN LAS EXPERIENCIAS?
Se pueden perder
cosas materiales, por ejemplo es muy difícil encontrar un lápiz o un bolígrafo
cuando se debe tomar nota de un recado, éste sólo aparecerá en el momento en
que es totalmente innecesario. También se puede perder el tiempo: “No sé en qué se me ha ido toda la mañana”,
pero ¿y las experiencias? Me he pasado la vida teniéndolas y, al parecer, carecen
totalmente de importancia.
Asunción – 2003
Poesía
SU MIRADA
Sus ojos me arrasaron como un
viento
huracanado.
Me estremecí con su encanto,
su mirada inesperada.
No soy yo, dijo él, es la brisa
que te anima y promueve
tu sonrisa.
Te siento aquí en el alma,
hondo y claro.
Cantando como olas muy lejanas,
recordando tantas cosas, tantos
tiempos
ya vividos, lágrimas, risas,
suspiros,
sueños, una calle y una casa.
Clara Molina –
2024
Cuento
Amigos en
secreto.
Paquito, un niño muy creativo de ocho años, al que le encantaba ir a la chacra de sus abuelos,ubicada en la cercanía de unos médanos de arenas doradas, que Paquito les llama un pedazo del Sahara.
Su abuelo cultiva verduras en su terreno, donde ha dedicado un espacio rectangular para zanahorias, otro igual para rabanitos, también uno igual para lechugas y otro más extenso para hinojos, que se dieron tan abundantes que le llamaron “el bosque de los hinojos”.
Una noche, durante la cena, su abuelo contó que cuando regaba esa tarde el cuadro de los hinojos le pareció escuchar un llanto desconsolado que provenía del robusto tronco de una hermosa planta, pero como estaba oscureciendo, con sus ojos gastados no logró ver nada.
Paquito, que amaba explorar, le prometió que iría al día
siguiente a investigar. El anciano lo autorizó, pero le dijo que no fuera solo.
El niño le prometió que iría con Boni, el perrito feliz de la finca.
Al amanecer se levantaron al mismo tiempo que el abuelo, desayunaron con las delicias que había preparado la abuela y se despidieron de ella. Partieron los tres, el abuelo, el nieto y la mascota.
Asunción -
2024
Anécdota
Mi compañera
de sangre.
Después de varios meses sin vernos, mi hermana Teresita
debía acompañarme al médico. Era un caso especial, porque la vería después de mucho
esperar, y además quería hacerla más partícipe de mi estado de salud, algo que
estábamos haciendo vía sólo WhatsApp.
Escribí todas las preguntas médicas, y compré unas galletas
para compartir con ella que, ¡Había hecho un espacio especial en su trabajo,
para estar conmigo y escuchar al médico! Quise hacerle algo especial y le tejí
una carpetita a crochet, algo que quería ella desde hace mucho.
Me pasó a buscar, y conversamos mucho. Yo no dejaba de
hacerle preguntas, pero ella permanecía calladita, manejando con prudencia y
respondiendo en forma precisa y llena de contenido. Ella es muy linda
físicamente, y se abre a la conversación cuando la temática le resulta interesante,
así que también callé un poquito, para escucharla a ella.
Llegamos y expresó “Qué hermoso lugar…”, y nos sentamos a
esperar el llamado. Su expresión calmó mi ansiedad y me puso tan contenta, que observaba
a mi alrededor, con dulzura y esperanza, más allá de que los médicos no me
gustan. Y continuamos dialogando. Fui descubriendo cómo es su trabajo, cómo es
su rutina diaria, y su diálogo era constructivo y lleno de vida.
En medio de la consulta, le dije que la extrañaba mucho, que
quería verla más seguido. Parece que lo dije con tono nervioso, porque a la
salida exclamó “¡Cómo le vas a decir al médico que no te veo! Lo que pasó ya
fue, es momento de construir algo nuevo” Y eso me dejó algo más reservada, ya
que no lo había visto así antes.
Regresamos calladas, reflexivas, y se retiró de inmediato.
Ella no dijo mucho, pero fue completo y abierto, eso hizo palpitar mi corazón
con una nueva perspectiva, con la ilusión de empezar bien el tratamiento, con
una relación más agradable con mi hermana, y con el valor de su compañía más
allá de conversar tanto. La belleza que se veía en el consultorio, era más de
lo que cada una lleva en el corazón, y se expresa con armonía en el exterior. Y
es que estábamos juntas, como hermanas y compañeras.
Caso
Yo tenía
turno médico, y mi hermana Teresita debía acompañarme. La esperé con galletas y
mucha esperanza.
Pasó a buscarme y conversamos en el trayecto.
Le gustó el espacio del consultorio, y compartimos la espera.
Expresé una
incomodidad que no fue bien recibida por ella, y lo expresó en el viaje de
regreso. Volvimos calladas. Aprendí el valor de su compañía, como hermana y
compañera.
Consigna: Elegir una
circunstancia o experiencia propia, y escribir una anécdota y un caso de la
misma, aportando dos visiones de un mismo hecho.
Un sueño
gracioso
Recuerdo un sueño que tuve a los catorce años, por lo
gracioso. Me desperté angustiada porque lo sentí muy real.
Pero, todavía me hace reír cuando lo recuerdo.
Esa noche, como casi todas las veces, me dormí pensando en
un chico, amigo de mi hermano, un año mayor que yo. Eugenio, que así se
llamaba, era muy lindo y aunque él ni me registraba, no me lo podía sacar de la
cabeza...Yo era casi invisible.
Así fue que tuve el sueño en cuestión, .tan nítido, que dudé
si no sucedió de verdad.
Había convencido a mi hermano mayor que me llevara con él a
un picnic que había organizado con su barrita de amigos, entre los cuales
estaba Eugenio.
Llevaba puesta una blusita blanca con flores bordadas y una
faldita tableada, convencida que, esta vez, no iba a pasar desapercibida.
Aclaro que en aquella época, las chicas no usábamos
pantalones, aunque fuéramos al campo. Tampoco para hacer gimnasia.
Íbamos por el campo, caminando con cuidado por un terreno
irregular con algunas plantas espinosas, buscando un lugar .apropiado donde
desplegar las mantas y las provisiones.
Nos encontramos con una zanja, por la corría un hilito de
agua. Al cruzarla, resbalé debido a sus bordes barrosos, enterrando un pie,
junto con mi blanca zapatilla. Al tratar de pararme, trastabillé y quedé
tendida, boca abajo, con la falda levantada y mis calzones a la vista.
Al erguirme bruscamente, terriblemente avergonzada por las
risotadas de todos, especialmente la de Eugenio, se me enganchó la falda en un
alambre suelto, parte de un cerco vecino. Y allí quedó mi linda faldita.
Nadie vino en mi auxilio. Todos, de cúbito dorsal, se
retorcían de la risa.
Traté de sacarme el barro, restregando el calzado, sobre los
yuyos que me rodeaban. No quería ni levantar la mirada suelo.
Era tanta la angustia, la vergüenza y la rabia que desperté
bañada en lágrimas y tremendo nudo en la garganta.
Tanto me había afectado la pesadilla que me sirvió parar
dejar de interesarme en el ingrato y pude superar mi adolescente obsesión.
Nela Bodoc – 2025
ALMAS
Mis latidos son leves murmullos
que vuelan al aire cada atardecer.
Silencio y quietud me envuelven
y con los ojos del alma dormidos
de nostalgias lejanas,
evoco tu nombre.
Tu nombre me busca al amanecer.
Así es mi respiración,
como un leve murmullo que busca paz,
silencio y quietud.
Mis ojos están dormidos,
como también lo está mi alma.
Tu nombre está como atado a mi ser
en todo momento y en cada lugar.
Any Muñoz - 2025
Comedia
“ANTESALA
AL CIELO”
Así se llama la sala de velatorios de Rincón Alto, y está
ubicada en la Calle Antigua, en una vieja casona pintada con mucha solemnidad,
decorada con angelitos regordetes y blancos pilares que sostienen macetas con
plantas de interior, las que reciben más colillas de cigarrillos que los mismos
ceniceros dorados con pie de madera que hay junto a las puertas, pues quizás
mucha gente desconozca cuál es su función allí.
En la capilla ardiente, a corta distancia del ataúd, hay
cuatro sillas y una sola estaba ocupada en el momento que velaban a don Juan
Ríos. Se trataba de doña Elena Pérez, con la triste expresión que ameritaba la
circunstancia, cuando entró a la sala doña María García, que luego de llorar un
poco se sentó junto a ella y exclamó:
¡Era un hombre tan
bueno!
¿Pariente suyo?
–preguntó doña Elena.
Casi, era el suegro de
mi sobrino ¿Y usted?
¡Ah! ¡Usted es doña
María Pérez! ¡Claro! –dijo Elena y Agregó: Yo soy la vecina de la hija.
¡Ah, usted doña Elena
García!
Ambas mujeres hicieron silencio por un pequeño lapso de
tiempo, tras el cual doña María comentó para sí misma:
¡Criar tantos hijos
para morir abandonado!
Y…es que era medio
pícaro el viejo –comentó Elena bajando la voz.
¿Si? ¡No me diga! -María
agregó fingiendo sorpresa.
Vea doña María, parece
que la finada le descubrió que tenía una chinita por ahí con otros hijos…
La entrada a la sala de un hombre que fingió mirar al
muerto, persignándose, para salir rápidamente les hizo guardar respetuoso
silencio por un momento, para luego retomar el diálogo.
Y mire doña Elena, con
la plata que ha tenido en su vida ha muerto poco menos que en la miseria, y
según dicen porque le gustaba el juego.
Algo he oído doña
María, parece que perdió hasta le herencia de sus padres, por lo que los
hermanos no han querido saber nada con él, si llegaron hasta hacerle juicio
¡pero qué! Si todo se lo había jugado.
Como cuando trabajaba
en el hospital, que me dijeron que andaba vendiendo aspirinas a mitad de
precio… -aseveró Elena.
Y eso no es nada, a mí
me dijeron que en su casa tenía las sábanas con el sello del hospital –dijo
María, y agregó con disimulo ¡Pero mire,
doña Elena, mire quién llegó ahí!
¿Quién? ¿Esa?
Sí, esa que llora es
la mujer que tenía por el barrio de atrás de la estación –aseveró María.
Y Elena preguntó, con expresión ingenua ¿Y esos serán los hijos?
Los que tuvo con ésa,
pero parece que no es la única –respondió María, y agregó Yo me pregunto, doña Elena ¿Cómo haría para
mantenerlos a todos?
¡Ay, doña María! ¡Qué
los iba a mantener! ¡Si todas sus mujeres trabajaban!
¡Qué bien! ¡Sí que lo
supo hacer! ¿No le parece? –razonó María.
Ante la proximidad de los recién llegados hicieron
nuevamente silencio y los llantos lastimeros de los dolientes les hicieron
verter nuevas lágrimas a las buenas señoras.
Los hijos de la recién llegada hicieron salir a su
angustiada madre, y nuevamente quedaron solas con el muerto, y luego de un
corto silencio, doña Elena dijo con un suspiro:
No somos nada…
A lo que doña María agregó:
¡Era un hombre tan
bueno el finado! ¡Pobrecito!
Marta
- 2002
Un cuento mendocino.
El Mundo de
los Niños
Dos chicos, varones, jugaban en la vereda, allá por los años
50, cuando estar en la vereda no implicaba amenaza alguna.
Como es natural los niños jugaban sin pensar en peligros
latentes; eso creaba un ambiente tan natural que se veían felices jugando
simplemente con bolitas y una caja de cartón que hacía las veces de un camión
de carga.
Pero, como es también natural, a través de los siglos en la
raza humana, siempre un macho trata de superar al otro, al resto, al clan, al
pueblo. Éste era el caso de Juan quién siempre quería ser el ganador de lo que
fuere: llevar el camión a su reinado, ganar todas las bolitas o simplemente ser
más alto y gritar más fuerte.
Rubén no se quedaba atrás, él también se consideraba un héroe;
o suponía serlo. No aceptó las órdenes de Juan y lo empujó con un codazo como
diciendo “Escúchame, yo tengo la palabra”.
Juan reaccionó mal, se enojó y lo empujó más fuerte. Así
entre empellones y gritos ambos cayeron a la acequia con tan mala suerte que
Rubén se pegó la cabeza contra el cordón de un puente y Juan se enterró hasta
la cintura en un charco de barro. Pues eran acequias de tierra.
Rubén sangraba y estaba pálido y mareado. Juan, mojado,
embarrado y todavía un poquito enfurruñado; de golpe tomó conciencia de la
situación y se echó a reír por el aspecto de ambos. Sus cuerpitos sucios y
consternados más que para risa estaban para preocuparse ¿Qué dirían sus madres?
¿Se lo contarían a papá? ¿A quién le importa ser el rey de la tierra?
Mejor esconderse hasta que bajara el sol y su aspecto
pudiera, con suerte, pasar inadvertido.
Como si las mamás fueran ciegas y los padres distraídos, los
niños tejieron y destejieron anécdotas para contarle a sus padres: “que habían
sido atacados por algún enemigo extraño; gente con armaduras y perros feroces”
En su imaginación sin límites, igual se veían héroes, los
héroes invencibles de ese mundo inocente, pueril que pronto acabaría.
Clara Molina – 2025
Cuento
JUGANDO EN EL
JARDÍN DE INFANTES
Leandro y Martina comenzaron su vida escolar juntos, desde
el primer día se hicieron amigos, en la jerga juvenil, pegaron onda. A sus
cinco años eran niños muy traviesos e inquietos, tanto que a veces llegaban a ser
fastidiosos, interrumpiendo y también molestando a los demás niños lo cual era
un problema para la maestra que no podía controlar el orden en el aula.
Cuando la seño Isabel preguntaba algo, era uno de ellos el
primero en levantarse y responder, a veces lo hacían los dos a la vez, les
gustaba participar en todas las actividades y estar en todos los grupos.
Leandro amaba a los animales y tenía gran cantidad de ellos
en miniatura, de hecho era una colección de perros, gatos, jirafas, caballos,
cerdos, carpinchos, en fin todos los que se puedan imaginar.
Un día la seño les contó una historia muy tierna de unos
animalitos, éste niño interrumpía a cada momento la historia, quería contestar
lo que la maestra estaba narrando.
-¡Seño, seño le cuento que yo tengo muchos animales en mi
casa! si quiere mañana los traigo y los conoce-dijo.
-Bueno Leandro, pero ahora sigamos con la historia que tus
compañeros están ansiosos por saber cómo sigue- dijo la maestra.
-¡Seño, seño! yo tengo muchas muñecas si quiere las traigo
mañana para que también las conozca- dijo Martina.
-Bueno cuando termine de contar la historia hablamos de tus
muñecas- dijo la maestra bastante molesta por tanta interrupción.
Cuando la seño por fin pudo terminar el relato todos los
niños se levantaron y fueron hacia los dos amigos.
-¿En serio tienes muchas muñecas? preguntaban las niñas.
-Oh Leandro, yo quiero conocer tus animalitos- dijo un
muchachito.
Al día siguiente llegó al aula Leandro con su mamá trayendo
una gran caja. La maestra muy sorprendida preguntó -¿Qué trae ahí mamá de
Leandro?
-Me dijo el nene que hoy debía traer sus juguetes -respondió
la señora.
En eso estaban cuando apareció Martina con su madre trayendo
una inmensa bolsa, la maestra no entendía nada. -¿Qué traes en esa bolsa niña?
preguntó y la mamá respondió:
-Me dijo la nena que debía traer sus muñecas a la clase de
hoy-
Entonces la seño Isabel lanzó una gran carcajada y exclamó:
¡Ay Dios mío estos niños adorables!
Ana María Muñoz – 2025
El ahorro
Josefa es una mujer de setenta y un años, que
hace ya un largo tiempo que se ha jubilado, por supuesto, con jubilación
mínima, que es bastante escasa.
Cuando se jubiló yo me alegré mucho por ella y
también mucho por mí. Por ella porque, pensé que podría disfrutar de su tiempo
con mayor libertad, que se anotaría en excursiones de jubilados y conocería a
otras personas y otros lugares, y que bien se lo merecía.
Y me alegraba por mí, porque cuando ella
dejara el trabajo podría contratar a una persona joven que pudiese subirse a la
escalera sin riesgos y limpiar los vidrios de las ventanas, y cargar cosas
pesadas, que yo ya no puedo, y terminar la tarea con rostro descansado como le
sucedía a Josefa cuando llegó a esta casa.
Pero me equivoqué. Se jubiló y me pidió seguir
trabajando un tiempito más, hasta pagar algunas cuentas pendientes, ¡Cómo
decirle que no después de cuarenta años!
Y ahora, cuando tocamos el tema dice: “Es que
estoy ahorrando para cuando sea vieja, por si me enfermo”
Y eso ¿Cuándo será? ¡Si ahora se está
arruinando la salud para juntar dinero para cuando esté enferma! ¡Qué paradoja!
Iris Neli
Patrona de América.
Santa Rosa, bella hermosa,
Mensajera del amor
Llegue a todos los rincones
Tu divina bendición
Hoy tú reinas, nos visitas
Y nos traes tu pregón
Es tu mirada silente
Manto de vida y calor
Todo un pueblo te recibe
Con ruego esperanzador
Por los campos, por las siembras
Fuentes de vida y dulzor
Sea este un día de lluvia
Como inmensa bendición
Sea tu abrazo, la esperanza
Y tu presencia el amor.
Alberto Coronel. -2024
Descripción Canción: “LIBRE” de Pedro Capó. La sensación de plenitud que invade mi alma al escuchar ese himno a la libertad, lleva...