jueves, 31 de octubre de 2024

 


ACERCA DEL TALLER

Varios años han pasado desde el día que una amiga me propuso participar en un taller de escritura.

El mundo estaba atravesando conmocionado una pandemia y nosotros, sus habitantes recluidos en casa, aislados de nuestros afectos.

Así fue que conocí EL LÁPIZ CREATIVO, que me ayudó a superar muchos momentos de angustia y temor.

Empecé siendo poeta, a la fecha soy, además, narradora. Tantas formas de decir he aprendido, que hasta me he atrevido a escribir algo para las niñeces, lo que a mi entender es lo más difícil dentro de todas las formas de literatura.

Cada jueves a las 18:30 me siento frente a la computadora a esperar que comience el encuentro.

Gracias taller Lápiz Creativo por aceptarme, gracias a las coordinadoras de este espacio por los desafíos que nos acercan.

Gracias a Dios por la vida, por la memoria y por el don de la palabra que vuela libre buscando lectores donde sea que estén.

                                                               Ana María Muñoz - 2024



miércoles, 30 de octubre de 2024

                                                     


                                                        Las apariencias

 

En la década de 1960 vivía en San Rafael, Mendoza, y trabajaba como contable en una tienda de ropas y telas de ocho a doce y de dieciséis a veinte, y a las veinte quince ingresaba al colegio secundario al que asistía y permanecía hasta las cero y treinta, y al salir allí, en la puerta y durante los seis años que duró mi cursado, esperaba mi padre para acompañarme a pie y conversando hasta llegar a casa, donde mi madre, que ya estaba acostada, me había dejado lista una cena calentita y sabrosa.

Un día se presentó una necesidad en mi trabajo: alguien tendría que ir hasta General Alvear, distante a 257 kilómetros a cobrar un cheque en un banco. No era difícil pues el ómnibus tenía parada en la misma puerta del banco, así que el proyecto era ir yo, estudiar lo posible para un examen que tenía esa noche y regresar en el siguiente colectivo, del que tenía pasaje de ida y de vuelta, dos horas después de la llegada, tiempo de sobra para cobrar un cheque.

Descendí frente al banco, entré y en unos segundos tenía el dinero, y faltaban dos horas, por lo que decidí dar unas vueltas para conocer algo de la ciudad a la que no había ido anteriormente. Luego entré a un café y posteriormente decidí que al primer transeúnte que viera le preguntaría dónde quedaba la terminal de ómnibus,

Fui seleccionando a los ocasionales caminantes, este no porque es muy chico y quizás no sepa, este no porque es muy anciano y quizás sea sordo, este no porque tenía rasgos asiáticos y tal vez no hablara español, en ese departamento había una gran colonia japonesa, como las había de otras nacionalidades, así que cuando ya quedaba un tiempo más que prudencial, decidí preguntarle a una persona que me hizo pensar: “Este es de los nuestros, es el que necesito” al ver a un hombre de mediana edad, tez bronceada por el sol, cabello y bigotes renegridos, vistiendo una bombacha criolla con elegantes tablitas que le daban amplitud, botas corrugadas, cinturón de rastra con incrustación de monedas que brillaban al sol, facón a la cintura, saco negro, chambergo gaucho, pañuelo blanco al cuello y poncho plegado sobre uno de sus hombros.

Al preguntarle si podía indicarme dónde quedaba la terminal me hizo repetir dos veces, pero cuando estuvo seguro de haber entendido comenzó a explicarme, de tal modo que yo no le entendía ni una palabra, por lo que le di las gracias para seguir pero él me retenía diciendo, en muy mal español, “No, usted no entender” y volvía sobre su explicación. El buen hombre era ruso.

Supe entonces que las apariencias engañan.

                                                                                              Asunción -2024      

                                          

martes, 29 de octubre de 2024

 

Fantasía

                                

                                                               Botones de oro

 

Anoche me dormí tarde, me había acostado tarde, sin sueño y busqué que  me invadiera el adormecimiento con algunas estrategias sin resultado: leí sin entusiasmo, lo reemplacé por el celular, y a este lo cambié por el televisor al que apagué rato después y quedé cavilando a oscuras. No tengo idea de a qué hora me habré dormido.

Soñé ¿soñé? Que me despertó la reina de las hadas, al menos ella se presentó así, y me dio una tarea, que cuidara las flores de “Diente de león” ¿Quién le habrá puesto ese nombre? Bueno, no sé qué relación tendrá pues se ven tan simples y pacíficas… volviendo a lo que estaba contando, y para esta tarea me nombró hada por un día, dándome los atributos de toda hada que se precie: una varita mágica, un hermoso par de alas y el don de volar.

Tardé un par de horas en adaptarme a esa nueva situación; intenté remontar vuelo y me di unos golpes más o menos considerables que, gracias a la magia no me ocasionaron daños de importancia, hasta que descubrí que no necesitaba volar, bastaba que lo pensara para trasladarme, y lo supe cuando pensé en el espacio verde de un complejo de torres donde cada día al pasar veía sus flores amarillas que se convertían en suaves y frágiles copos de semillas voladoras destacarse entre el pasto.

Llegué justo a tiempo. Estaba el jardinero armado con su máquina cortadora de césped motorizada, y con expresión de “Ahí voy, plantitas inservibles”, por lo que lancé un grito que nadie oyó, extendí mi brazo con la varita mágica empuñada, y el hombre pasó su máquina destructora sobre las indefensas plantitas y ¡Oh, sorpresa! El césped sufría el corte arrojando sus hojitas trituradas al aire, pero los dientes de león permanecieron intactos.

El jardinero, molesto, volvió a pasar y sucedió lo mismo, y luego otra vez, y otra y…

En eso apareció una anciana que le pidió permiso de arrancar una planta de esas, pues ella lo usa para calmar dolencias y “hasta para ensaladas” – dijo.

Ahí comprendí acabadamente la importancia de mi protegida, además en ese momento se terminaba mi tiempo y desperté.

Ahora no sé si fue realmente un sueño, pero sé que esas plantas de bellos botones dorados son amigables, y les sonrío cada vez que las veo, y me parece que ellas me saludan.

 

                                                                              Marta – 2024

 

 

 

lunes, 28 de octubre de 2024

     


                            Buenos días.

                                Amaneció gris el día

                                Y no menos agradable,

                                Se ha calzado bien su talle.

                                Es un día bien de otoño

                                No trajo luces, ni moños,

                                Te arrima  lo que precisas.

                                Para empezar, es la vida,

                                Y tú precisas vivir…

                                El pan del distinto fluir

                                Sabiduría, conciencia,

                                Entrega, vigor,  paciencia,

                                Ingrediente indispensable.

                                Contigo mismo, sé amable

                                Eres amor y eres ciencia.

                                            Alberto Coronel - 2024



viernes, 25 de octubre de 2024

        

      Haiku





 

  

                        Primavera:

                            Ríen las flores

                            llegó la primavera.

                            Lluvia de verdes.

                              

                Ana María Muñoz - 2024

miércoles, 23 de octubre de 2024

 


TALLER LÁPIZ CREATIVO

Un taller “LÁPIZ CREATIVO” me remitió a mi niñez, a recuerdos de mis padres de ensueños y remembranzas confusas.

Todo fue saliendo a la luz, intentando en algunos casos, ser espejo y documento, en otros reflejar el color del otoño o de la primavera.

Sin ser escritora, abordé todos los temas inspirada, quizás por un ángel que me ayuda siempre.

Soy, a veces, la que ayer sabía y ya no sabe. Tengo que crear en el momento y recuerdo los tiempos, la vida que se pone grave y el milagro de escribir y de crear es inmenso: hablar de una flor dorada o de la luna sombría son símbolos que nacen a la luz de este taller.

Estoy feliz cuando escribo, cuando logro una rima o imagino un duende invisible.

También me gusta escuchar a mis compañeras creativas. Todas con el mismo tema, cada una con su estilo; somos una orquesta, cada quien con su nota particular aporta una notación musical distinta de la realidad sonora. Nuestra tierra, nuestra música y la clave de los tiempos se reflejan en nuestros escritos.

Todas somos navegantes en la corriente de las letras hechas palabras, quizás esperando que pase la última barca que nos lleve a un nuevo continente de la creación.

 

                                                         Clara Molina – 2024

 

 

martes, 22 de octubre de 2024

 


UN ATARDECER

El atardecer, ese atardecer.

Un minuto en el ocaso,

el último rayo de sol

que acaricia el horizonte

hasta enmudecer.

 

Atardecer,

en un instante

una idea y un anhelo…

El día y la noche

danzan para un renacer,

recibiendo el descanso

con una brisa tibia,

envolviendo mi tez.

 

Ese atardecer, te descubrí.

Pequeña flor de

amarillo corazón,

corola de pétalos blancos

cual angeladas alas

de una tierra que es su razón.

 

Atardecer. Un atardecer

y una flor.

Todo en conjunción

con la luz que se esfuma

del señor sol.

Apacible, tenue.

Diferente

Así, simpleza y pureza.

Así, silencio y penumbra.

Suaves rayos…

esperanza y calma.

En el universo se siente

ternura y paz.

Creer para ser.

El atardecer, ese atardecer,

transforma la melancolía en fe.

No hay soledad si te acompaña

una flor.

 

Atardecer,

en un instante

una idea y un anhelo…

en una flor que se ilumina

con el último rayo de sol

vibrante.

 

Pétalos que dejan huella

de una compañía

con memoria

de otros tiempos

que se vuelan.

 

El atardecer, ese atardecer,

hoy.

Mañana y siempre

una flor

y el sol.

 

Estela Iris González - Julio 2023

lunes, 21 de octubre de 2024

 

EL HAMBRE

En el mundo hay hambre. Pueblos enteros padecen éste flagelo de egoísmo y avaricia.

Gracias a Dios no carezco de sustento, por lo cual no me lamento.

El hambre duele, las carencias duelen, hay quienes tienen abundancia de todo y sin embargo nada comparten con el prójimo.

Hay quienes tienen muy poco y solo les alcanza el dinero para subsistir, sin embargo siempre tienen algo para compartir con los que tienen necesidad.

Hay quienes pasan hambre por estética y desprecian los mejores manjares con tal de mantener su preciada figura.

Hay quienes dejan de comer basándose en extraños preceptos religiosos.

Hay quienes tienen hambre de justicia.

Y habemos los que gozamos de una buena mesa agradecidos por la bendición de disfrutarla.

A veces siento temor de solo pensar que algún día me faltaran éstos dones benditos.

Ruego al universo que eso nunca suceda y también para que nadie en el mundo padezca o muera por falta de pan y amor.

 

                                                               Ana María Muñoz – 2024



 

 

viernes, 18 de octubre de 2024

 

 

Agradecimiento al miedo al fracaso

 

Despierto con un nudo en la garganta.

Algo viene de mis entrañas

Y sube inexorable por mi pecho

A veces se detiene a mitad de camino

Atraviesa mi temeroso

El éxito está muy lejano

Inalcanzable para mis sueños

Triunfar es para unos pocos

El fracaso me está rondando

Como una sombra que toma mi forma

Pero no logra que me detenga, aún

 

Tal vez sea mi mejor maestro

Ese que nunca se saltea una prueba

Aunque hiere, nunca me derrotará

Le agradezco este miedo, lo abrazo

Me induce al esfuerzo de sobreponerme

Y a la búsqueda constante

A no perder la confianza en mis poderes

Abrazo al fracaso porque me hace humilde

Aprendo de sus duras lecciones

Que nada es eterno, ni para siempre

Otra oportunidad está del otro lado

Esperándome con las manos abiertas.

 

Nela Bodoc – 2024

 

jueves, 17 de octubre de 2024

 

Prosa poética

 

                                               Amigo dolor.

Y mi cuerpo se queja, pues sus partes sensibles a ti llevan lágrimas a mis ojos. Y mis miedos acechan, como fantasmas amenazantes en medio de la oscura noche.

No soy joven, pero aun dueña de mi movilidad, de mi independencia, de mi propia soberanía.

¿Qué será de mí mañana? ¿Qué me depara el destino? ¿De qué me sirve esta prueba?

Me gusta la gente y mis quejas me alejan de ellas. Me gustan los viajes y dolores físicos me aquietan, veo los lugares bellos del mundo en las publicidades y documentales, sin poder disfrutar del canto de las aves ni el perfume de las hierbas.

Me encanta el baile, y me duele bailar.

Amo los abrazos y los temo porque me despiertan quejidos.

Te pregunto: ¿Qué me dejas dolor? ¿Qué debo aprender de ti?

Y tú me respondes que aceptación, que debo acumular valor, para reconocer y gozar la salud, para comprender a otros y cuidar de ellos, verlos como tus iguales.

¡Oh, dolor! Te veo irreverente, entrometido en donde no te he invitado ¿Por qué insistes?

No hay vida sin dolor –me contestas- ¿De qué te sirve la vida si no la valoras? ¿Te acercas a alguien que sufre si no conoces el sufrimiento? Podemos ser amigos, ya que nuestra amistad te dará sabiduría si la valoras, o amargura e infelicidad si le temes o la odias.

Si eliges resentir lo sufrirás, si eliges aceptar eres bienvenida a la vida real.

 

                                                                              Asunción - 2024



miércoles, 16 de octubre de 2024

 

 fantasía

                     

Eolina, el hada el hada del viento

 

Soy Eloína, el hada del viento, y las hadas mayores me dieron una misión a cumplir durante veinticuatro horas. Se trata de ayudar a los árboles a soltar sus hojas.

Lamento que mi tarea sea obligatoria solo por un día, porque me encanta realizarla. Quisiera que durara todo el otoño.

Soy una pariente, muy lejana, de Eolo, el dios del viento. Este asunto de los dioses me aburre un poco. Yo prefiero el mundo de las hadas. Somos más populares entre los niños, aunque entre algunos adultos también. Por algo estamos presentes en casi todos los cuentos.

Si me tuviera que describir, les diría que soy como una nube celeste, alargada, etérea y translucida. No tengo una forma definida, cambio todo el tiempo, según la necesidad.

Como toda hada que se precia uso un larguísimo y hermoso vestido de tul, ligero como yo. Su cola se pierde en el horizonte. Llama la atención de las otras hadas. Creo que, algunas, me tienen envidia.

Necesito acumular energía para soplar, soplar, soplar. Me alimento de la atmósfera, especialmente los días que corre más viento.

Soy muy liviana, casi no tengo peso y me deslizo ágilmente, ayudada por alguna corriente amistosa, entre las amarillentas copas de los árboles.

Desnudarlos me resulta muy divertido. Pero a veces es difícil ver que, algunos de ellos, se quedan muy tristes, aunque saben que no pueden escapar al ciclo de las estaciones.

Esta tarea no siempre es fácil, algunas hojas que están muy prendidas, requieren un esfuerzo mayor.

Cuando estoy cansada, me siento sobre una rama y converso con mis doradas amigas, que, cuanto más ajadas son, más amistosas se ponen. La mayoría están felices de que las libere y las lleve montadas sobre mi varita, a volar lejos, bien lejos.

Otras prefieren caer cerca y amontonarse alrededor del árbol para qué, en el transcurso del tiempo, se transformen en abono. Según ellas, esto, les da mayor trascendencia.

Terminé la jornada. Cumplí con la misión. Me pregunto si no tendré otra, hasta el próximo otoño.

Fin

 

Nela Bodoc – 2024 



 

 

lunes, 14 de octubre de 2024

viernes, 11 de octubre de 2024

 

Cada día trae inmerso,

El tratar de ser mejor,

Cada cual con su aventura,

Su visión y su color.

Nace el día y su promesa,

Su espacio convocador,

Vuela el sueño de un mañana

Con tinte realizador,

Que no me atrape la noche,

Su manto oscuro, sin sol.

 

                                               Alberto Coronel – 2024

 

 

jueves, 10 de octubre de 2024

 

 

            RECUERDOS

            Cuando era niña, yo buscaba

            una sonrisa de alguien bueno de verdad,

            unos ojos que brillaran

            sin hablar, sin soñar y nada más;

            y encontré a las maestras

            y con ellas la palabra, la lectura

            y  la comprensión. Hacer cuentas, resolverlas,

            Atlas de un mundo ignoto,

            enciclopedias arduas de alcanzar,

            Oriente, Occidente, siglos, reinos, dinastías,

            símbolos, cosmos y sueños de alguien

            que fue inmortal.

            No hablábamos de angustias, ni de dolor,

            ni de futuros inciertos. Aprendí a caminar

            con mis propios pies sobre el camino de mi vida.

            Así nació la idea de un mundo acabado, correcto,

            con palabras desconocidas

            que esperaban su momento.

            Un territorio nacional con

            banderas, himno y guitarras,

            y misterios que mi alma

            con suspenso anhelaba.

 

            Pero me encontré de nuevo

            siguiendo la corriente del tiempo

            con mi ser, con mi cuerpo y con mi paso.

            Nunca abandoné aquella escuela

            ni mi natural destino.

            Preguntar, aprender, recordar, olvidar

            y buscar ojos buenos , limpios, sanos,

            de amor y amistad.

 

Clara Molina - 2024

miércoles, 9 de octubre de 2024

 



Y el Alma habló, vaciando esa bolsa de ingratos pensamientos; no sabe cuánto tiempo duró su entrevista. Ni sabe si escuchó todo, sólo recuerda el consejo que Ella le dio: “Haz lo que sientas, no te prendas de ideas ni quejas ajenas; tampoco te opongas, déjalos correr, que ya pasará”


                    Sentires de un Caminante - 2020



martes, 8 de octubre de 2024

 


                    EL HADA Y EL ALERCE

En medio de la soledad de las tierras yermas de la Patagonia, solo habitada por curiosos guanacos, se alza imponente el Alerce.

Sus ramas atraen aves buscando sombra y el Hada de los vientos, ulula a su lado.

Es otoño y sigue verde- dice el Hada en un murmullo -Qué extraño, volveré en otra época del año.

Pasan los meses y regresa a visitarlo ansiosa, sorprendida observa que está igual, ella que vino de tan lejos para ayudarlo a hacer caer sus hojas, se pone triste.

Entonces el Alerce al verla angustiada extiende uno de sus brazos y la levanta hacia su copa, alto, muy alto; porque los alerces son así. Gigantes centinelas de las tierras patagónicas.

-Hadita de los vientos, regálame una sonrisa así me alegras el día- le dice con su voz antigua y cansada -Yo no puedo cambiar mis hojas; porque cuando llega el invierno debo proteger al viajero y a las aves que buscan refugio al amparo de mi follaje para no morir. Debes irte lejos de acá para encontrar árboles que necesiten tu ayuda- Le habló con tanta ternura que el Hada de los Vientos le prometió volver a visitarlo aunque él no la necesite y se despidió con una caricia en su brazo-rama.

                                                               Ana María Muñoz - 2024

lunes, 7 de octubre de 2024

 


Madre Tierra

 

Madre tierra, Pachamama,

tú que me contienes, que me cuidas,

que me acunas en tu regazo,

a quien le debo la vida

que agradezco como humana.

 

En esta nave hermosa,

que nos ampara y protege

eres reina protectora,

sueño en que nunca nos alejes

de tu protección amorosa.

 

Nos demuestras que en tu reino

no somos un privilegio,

más  bien somos indolentes

ante las otras especies

y capaces de desatar un infierno.

 

Y si aun no sucede

ha de ser por tu cuidado

que algunas conciencias despiertan,

cuidando el suelo amado,

aunque otros desesperen.

 

¡Cuidar esta casa grande con respeto al medio ambiente!

 

                                               Marta 2024 



 

viernes, 4 de octubre de 2024

 

Fábula

 

 

El cerezo de Don Cirilo

 

En una lejana aldea de montaña, un solitario anciano llamado Cirilo vivía en su modesta casa de adobe con un terrenito al fondo, colindante con su vecino Jeremías.

Don Cirilo amaba a ese pequeño jardín y especialmente a su único árbol, un importante cerezo que se erguía muy cerca de la medianera.

El hombre, ya bastante entrado en años tenía dificultades para ocuparse de sus plantas, pero al árbol no lo descuidaba nunca. Lo regaba todas las tardes, con especial dedicación, como si fuera su única posición, en este mundo.

El cerezo le retribuía tanto amor, dando una gran cantidad de enormes, rojos y deliciosos frutos, que nunca compartía con nadie. Todos conocían lo mezquino que era.

La pequeña hija de Jeremías, Celeste, era una niña muy alegre, algo traviesa y bastante intrépida. Y se le hacía agua la boca, viendo desde su ventana, las apetitosas cerezas en la copa del árbol. Para ella era imposible resistirse a semejante tentación.

Todas las tardes, mientras Don Cirilo dormía la siesta, se trepaba a la medianera y con solo estirar su bracito lograba arrancar unas cuantas, que comía hasta hartarse y otras más que se echaba al bolsillo.

A veces, el viejo gruñón la alcanzaba a ver mientras escapaba. Y furioso le gritaba unos cuantos improperios. La niña, temblando de miedo, se bajaba lo más rápido posible de la medianera, cuidando su tesoro, ganándose unos raspones.

A pesar de los retos de su madre, se daba tremendos atracones que terminaban en tremendo dolor de panza.

Ante estos hechos, Don Cirilo decidió dormir la siesta en una reposera, bajo la sombra de su amado árbol, vigilando para evitar la cosecha clandestina.

Celeste, que no pensaba renunciar a su travesura, cambió de planes. Esperó que cayera la tarde y cuando ya estaba oscureciendo se trepó a la pared comenzó a llenar sus bolsillos ya muy estirados de tanta carga.

Estaba muy oscuro. Sin poder distinguir la saliente, donde siempre apoyaba el pie para poder bajar, resbaló. A caer dio con la nuca contra el borde de una gran maceta que había en su patio, Y allí quedó tendida, inconsciente.

La llevaron al hospital, a terapia intensiva. Estuvo agonizando dos días. Finalmente falleció, a pesar de las oraciones de todos los pobladores y de los ruegos de sus desesperados padres.

Una gran nube obscura cubrió el cielo de la aldea, por varios días.

Nadie reía, nadie cantaba, nadie jugaba. La tristeza se entrometió en todas las casas.

Con dolor y un enorme sentimiento de culpa, Don Cirilo, arrepentido de haber sido tan mezquino con Celeste, su encantadora y traviesa vecinita. Sentado junto al cerezo, se pasaba llorando durante días, semanas, meses, hasta que se le secaron los ojos.

Llegó la primavera al año siguiente. Como siempre el árbol floreció, generosamente. Después de unas semanas, fueran cayendo las pequeñas flores, de color rosa pálido, dejando un aterciopelado tapiz a su alrededor. Pero los frutos no aparecieron.

El cerezo de Don Cirilo, nunca más dio las hermosas frutas tan apetecidas. Todos los vecinos sabían, muy bien, porqué.

Cuando se cumplió el primer aniversario de la muerte de Celeste, apareció una bellísima mariposa, de color celeste, revoloteando entre las ramas del árbol. Y luego se posó sobre el hombro del anciano, quién no dejaba de suspirar junto a la medianera.

Él sabía que era Celeste que venía a consolarlo. Su mensaje era, que ya podría descansar en paz.

Nela Bodoc - 2024



jueves, 3 de octubre de 2024

 

                       

                            Tanka

 

        Tan – corto

        Ka – canción

 

        Es un poema de origen japonés que consta de cinco versos, de:

-cinco sílabas el primer verso

-siete sílabas el segundo verso

-cinco sílabas el tercero verso

-siete sílabas el cuarto verso

-siete sílabas el quinto verso

        O sea, 5 – 7- 5 – 7 – 7

                                               Taller Lápiz Creativo

 

 

miércoles, 2 de octubre de 2024


 Haiku



El zonda:

Viene furioso

y arrasa con todo.

ulula fuerte.

 

Ana María Muñoz - 2024



martes, 1 de octubre de 2024

 


 

LA PANDEMIA 

 

Andrea se quedó mirando distraída el cuaderno de comunicaciones de uno de sus hijos, aunque los tres traían la misma notificación: se suspenden las clases por la amenaza de la gripe A, ese nuevo virus que ha mutado de los cerdos y ahora afecta a los humanos que carecemos de defensas. Pensó en su esposo, muerto meses antes, y en sus tres niños que ahora quedarían a cargo de empleadas y abuelas mientras ella trabajaba. La campana de la antigua capilla llamando a misa la sustrajo de sus pensamientos. Suspiró profundamente, se encaminó hacia la ducha, se dio un baño algo más que tibio, salió en bata con el cabello envuelto recién lavado oliendo a lavanda, y con un gesto de decisión tomó el teléfono y llamó: -Hola, ¿Grace? ¿Aún está libre el lugar para viajar con ustedes? ¡Bien, me alegro!

Y con una nueva sonrisa y un brillo  en sus ojos de intenso verde cedrón, llamó a sus tres pequeños, y les dijo: -Chicos, nos vamos con los Martínez a Bariloche.

Los tres niños aplaudieron y vivaron la idea, pues no habían ido antes en invierno, siempre iban en verano pues a su padre le gustaba enormemente la pesca.

-¿Y mi cumpleaños? – preguntó el mayor de los niños.

-Lo celebraremos allí, será estupendo ¿no crees?- respondió Andrea.

-¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! –gritaron los tres chicos al unísono.

Tras dejar atrás dos días de intensos preparativos cargaron su vehículo con los esquíes y los bastones sobre la parrilla, las bolsas de dormir, la ropa de abrigo para la nieve, y los alimentos para cocinar, más una bondiola entera y una horma de queso, pan galletas y agua para el camino, sin olvidar una buena provisión de discos con música variada y partieron cuando aún no amanecía, mientras sobre la pampa una estela lila y otra azafrán anunciaban el alba, cantando viejas canciones y recordando viajes anteriores junto a su padre y esposo.

Paraban en las estaciones de servicio, dialogaban con los Martínez, sus dos niñas y el bebé, comían, bebían jugo de naranjas y pomelos que llevaban en una botella que según dicen provee vitamina C para prevenir la gripe, pero en realidad la tomaban por lo exquisito de su sabor.

Entrada la noche llegaron a Cinco Saltos y se dirigieron al Lago Pellegrini donde un amigo les había alquilado una casa de fin de semana con comodidades como para pasar la noche, y al entrar allí sintieron el inconfundible perfume de las milanesas crocantes de pescado fresco  frito que, acompañado de pan tostado con ajo y aceite de oliva les supo a manjar y brindó las calorías necesarias para pasar la noche con temperaturas muy bajas, además del placer de degustar tan deliciosa comida.

Temprano reanudaron su viaje. Apostaban quien recordaba donde se habían detenido en viajes anteriores, en qué bosque, a la margen de qué río o qué lago, e incluso qué habían comido y revivían las hazañas que hacía su padre, en circunstancias difíciles o graciosas, mientras sus ojos se deleitaban con la vista de los cerros cubiertos por la nieve de julio, aunque solo en la parte más alta era propicio para la práctica del esquí, pues este año no ha sido de nevadas abundantes. 

Una vez ubicados en la cálida cabaña de troncos en la ladera del Cerro Otto, se dedicaron a visitar lugares hermosos y cargados de recuerdos.

Junto al río Manso se ocuparon de romper el hielo con las botas, mientras las águilas moras, atraídas por la risa de los niños chapoteando en el agua,  miraban extrañadas ese cuadro inusual. El más pequeño, por seguir a los grandes, se enterró en el barro de la orilla hasta más allá del límite de sus botas, así que se las sacó, junto a sus medias y sumergió los pies en el agua fresca del arroyo. Su madre lo tomó en brazos, le sacó el pantalón y lo llevó al cálido encierro del coche calefaccionado, que olía como talco sobre la piel de un bebé.

Regresaron a la cabaña donde el perfume a laurel inundaba la cocina, del estofado de pollo que Grace preparaba con el que festejarían el cumpleaños del niño mayor. Y éste contó: - Soñé con papá, venía a desearme feliz cumpleaños, sentí apenas el roce de sus labios. Tenía el sabor a la menta del caramelo.

Y tras un momento de expectante silencio, volvió la algarabía in crescendo como el silbido del tren que se aproxima a la estación.

 Andrea pensó: ¡Gracias Dios! ¡Estamos completando nuestro duelo con amor!

 

AMI - 2009


 

 

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