miércoles, 30 de noviembre de 2022

         


Es callado, introvertido.

No le gusta hacerse ver,

es casi invisible.

Pero cuando algo lo ofende

hiriendo su autoestima

puede mostrar los dientes

con iracunda respuesta.

                               Nela

martes, 29 de noviembre de 2022

 

LOS RECUERDOS…Y UNA TRAVESURA ALLÁ EN LA INFANCIA

 

Provengo de una familia, hasta donde mi memoria puede llegar, muy numerosa de principios del siglo XX, mis padres y sus hermanos, pero debo remontarme al anterior siglo ya para mis abuelos, que lamentablemente no conocí o compartí solo algunos años de mi primera infancia. Además de numerosa era muy unida, así en general se acostumbraba en esa época. Debo aclarar que estoy contando solo de la línea materna. Familia grande compuesta por matrimonio (mis abuelos) y siete hijos, también situación muy frecuente en esos tiempos. Uno de ellos había fallecido de muy chiquito. Crecieron muy apegados y compañeros los cinco varones y una niña, la menor, mi madre, a quien ellos cuidaban muy especialmente, al estilo guardabosque. A tal punto cuidaban de su hermana que sus padres descansaban tranquilos.

Los recuerdos siempre andan merodeando en nuestra mente esperando encontrar una hendija por donde colarse, algunas veces lo hacen con mayor frecuencia, a veces escasean su aparición, pero lo que es cierto que nunca desaparecen, eso de evaporarse en el aire no es propio de ellos, aunque nosotros no nos demos cuenta que, finalmente, encuentren algún lugar donde esconderse.

Los seis hijos se casaron y agrandaron un poco más la familia, apareciendo cinco nueras y un yerno, pero además todos tuvieron entre dos, tres y cuatro hijos. Así fue como creció aún más y durante veinte años hubo mucha algarabía con esos diez y seis primos que fueron apareciendo año tras año en cada familia. Claro que existía gran diferencia de edad entre los más grandes y los menores. Crecieron compartiendo mucho tiempo, juegos, salidas, cumpleaños y acontecimientos, pero lo más sabroso eran las aventuras y travesuras hechas a espaldas de los adultos.

Recuerdos que irrumpen circunstancialmente tomando relevancia y ganando un lugar en el presente sin pedir permiso alguno, sin nuestro consentimiento o sin nuestro beneplácito. A veces los aplaudimos, nos agradan, los agradecemos, otras veces los repelemos, los rechazamos o los maldecimos, pero ellos no se asustan, permanecen o en el mejor de los casos se van unos minutos o se achican no más.

Uno de los acontecimientos más importantes eran las fiestas de fin de año, para las cuales nos reuníamos todos y convivíamos durante varios días repartidos en las casas de veraneo que tenían dos de los hermanos (mis tíos) en las afueras de la ciudad, donde las aventuras y travesuras estaban a la orden del día mientras los adultos estaban bien ocupados de las cuestiones domésticas y en la preparación de las comidas.

Disfruto hoy recordando esos días completos a pura fiesta, sobre todo para nosotros, los tres más pequeños de esa larga lista correspondiente de tercera generación.

Una de mis primas, seis años mayor que yo, la última de toda la serie, era por demás miedosa. Tan miedosa, que no podía ir de noche al baño sola, que necesitaba dormir con alguna luz tenue o compañía de noche sobretodo. Por este motivo se convertía muy a menudo en nuestro principal objetivo a la hora de planear alguna “salvaje” travesura.

Sabíamos su costumbre de mirar debajo de la cama antes de acostarse porque siempre decía que tenía miedo que algún hombre se hubiera escondido ahí abajo y le agarrara una pierna al sentarse ella. Ella constaba que no hubiera nadie. Nosotros nos reíamos de esas locas ocurrencias…Mirá si un hombre se va a meter en la casa y de ahí meterse abajo de su cama. Siempre nos decíamos unos a otros…

Pero era una situación aprovechable. Pues bien… ¿Qué se nos ocurrió a nosotros, terribles inventores de maldades?

En la memoria las imágenes brotan casi espontáneamente, cuando llegábamos finalmente a las dos casas, separadas o unidas por un extenso jardín lleno de árboles y frutales y el recibimiento especial a mi familia, después de un largo viaje en auto, ya que en ese tiempo éramos casi “extranjeros” por residir a 400 km de ahí, pero que en ese tiempo nos llevaba como ocho interminables horas.

En perfecto secreto y combinados los unos con los otros fuimos buscando los elementos necesarios para el gran susto. Estos eran: una escoba, ropa vieja, un sombrero o algo por el estilo, unos zapatos viejos y algo que sirviera de relleno, como los más importantes. Mientras algunos hacíamos esto, otros se ocupaban de tener al “objetivo” ocupado y lejos de lo que sería la “escena del crimen”. Manos a la obra fuimos vistiendo a la escoba como si fuera una persona, un hombre más precisamente, pobre y vagabundo, aunque debajo de la cama mucho no se advertiría. Igual era importante hacer las cosas bien. Una camisa vieja, un pantalón de trabajo de alguno de mis tíos y de relleno para brazos y piernas sirvieron unos trapos viejos y por supuesto lo zapatos. El hombre estaba ya listo para ser metido con cuidado debajo de su cama, el hombre agarra piernas, llamábamos nosotros con picardía. Ahora llegaba un momento más que crucial, que era alejar y distraer muy bien a la candidata para que no descubriera nuestro plan, pero también había que distraer a los adultos o por lo menos cuidar que ellos no advirtieran nuestra idea, había a tal fin, algunos responsables de vigilar.

Recuerdo el verlos hablando y hablando casi sin parar, las mujeres, por un lado, los hombres con sus temas seguramente, pero que a mí no me interesaban, en cambio estaba más atenta a que hacían mi madre y mis tías, que por cierto me apañaban todo lo que podían.

El plan funcionó a las maravillas, y el hombre puesto en su lugar, con las cobijas de la cama que lo tapaban un poco. Llegó la noche y los nervios nuestros estaban a flor de piel, algunas miradas y sonrisitas cómplices, pero todo se mantuvo con la normalidad de un día cualquiera. Faltaba solamente que ella se fuera acostar y mirara debajo de la cama, nada más, y nada menos…

El dormitorio era en común para cuatro de nosotros, por lo que tres estábamos en nuestras respectivas camas disimulando expectantes del gran momento. Los demás estaban afuera, atrás de la puerta esperando. Esa noche “la miedosa” se entretuvo más de la cuenta con la limpieza de dientes, y del cabello, que como ya lo tenía muy frágil, se cepillaba cuidadosamente todas las noches. Al final, ya casi estaba por empezar su ritual de agacharse cuando le sobrevino, para nuestra desazón un estornudo y tuvo que ir al baño a buscar papel higiénico, y nuestra desesperación que descubriera al montón de sujetos al abrir la puerta. Pero ellos que estaban muy atentos se dieron cuenta y se evaporaron volviendo una vez que ella retornó a la pieza.

Y entonces sí, se agachó y miro debajo de la cama. El grito que pegó creo que llegó a varias casas vecinas que, por cierto estaban bastante lejos. Los adultos llegaron muy rápido al escucharla, mientras nosotros estábamos muertos de risa tirados en nuestras respectivas camas y los otros entraron también como disimulando a ver qué pasaba. Mientras mi prima lloraba desconsoladamente no recuerdo bien quien, sacó “al hombre” de debajo de la cama y se lo mostró para que viera que era una broma.

“¡Era una broma! ¡Era una broma!” sumábamos al griterío nosotras, como atajándonos el castigo y minimizando tremenda y programada aventura de salvajes que éramos.

Por supuesto esto no evitó que nosotras las tres instigadoras principales, y todos los implicados recibiéramos una terrible reprimenda, y aunque no recuerdo bien que castigo, seguro tuvimos alguno, mientras quizá el padre de la “candidata” que era terriblemente jodón, aun de grande, seguramente ayudó a suavizarlo.

“Sentí que la noche se partía en mil pedazos…el frío me congeló la panza y un dolor agudo se apoderó de mí”, me confesó mi prima bastante años más tarde, a propósito de un encuentro telefónico. A los ojos ya de adultos el incidente seguro cambió totalmente el significado, pero lo sentido permanecía aún en ella en ese entonces.

Hoy es difícil pensar que “la miedosa” hubiera olvidado semejante historia vivida, alguna vez le preguntaré si fue así…ahora transcurrida gran parte de nuestras vidas y ya todos entre los setenta y pico y los noventa y pico de años…porque la diferencia etaria siempre sobrevivieron en el tiempo.

Y los recuerdos tienen esa magia de poder ir y volver del pasado, como una forma de recobrar las experiencias vividas, de reconstruir la vida desde esos momentos guardados…reconstruirla desde las subjetividades de cada uno y a través justamente de cada memoria individual y de la inequívoca memoria colectiva que cada familia va “fabricando”, que se va transmitiendo en forma directa desde sus protagonistas y luego desde sus descendientes que van contando y pasando esas historias, como una manera de hacer la tradición familiar.

 

                                                                                Adriana Brescia 2022



lunes, 28 de noviembre de 2022

 

 

                                                   EL     DIÁLOGO

 

            Es una conversación entre dos o más personas que alternativamente manifiestan sus ideas y afectos.

            El diálogo, que generalmente forma parte del cuento o la novela, y especialmente del teatro, es una de las formas narrativas más interesantes y creíbles para el lector. Despierta su interés porque es como si asistiera a un encuentro privado sin que los personajes adviertan que los están escuchando.

            Los personajes se van caracterizando a través del diálogo, mediante su forma de expresarse. A su vez los interlocutores principales dan a conocer a los personajes secundarios ausentes, mediante lo que ellos dicen y opinan sobre los mismos.

                

                                    Taller  LÁPIZ CREATIVO

 

domingo, 27 de noviembre de 2022

 

            Saltó brioso con la agilidad del águila levantando vuelo.

                                               Nela

 

viernes, 25 de noviembre de 2022

 

Fábula

EL PERMISO DE LOS DIOSES

A la puerta del mundo superior de los dioses llamó la Maldad, que había sido expulsada hacía muchos siglos, y pidió que le permitieran ingresar porque tenía un pedido muy especial que hacer, un pedido, uno solo.

La Prudencia la dejó entrar, aun cuando la Intuición dijo tener un mal presentimiento.

Escachémosla –dijo el Amor -y luego lo evaluaremos entre todos y veremos si merece que se lo concedamos.

Se reunieron todos los dioses y todas las virtudes a escuchar a Maldad que, con humildad fingida, dijo: Sé que cada uno de los presentes en este concejo derraman ideas de paz y amor sobre la Humanidad, por eso son amados y respetados, pero yo, que una vez fui habitante de este hermoso mundo del cual fui expulsada por mis faltas, cuando era muy joven e inexperta, y cometí actos por divertirme, inconcientemente, de lo cual estoy muy arrepentida, ya que los años me han hecho un poco más sabia. Por todo eso, pido mil disculpas. Ahora quiero pedirles, mejor dicho, ofrecerles un proyecto que, de ser posible, creará un nuevo dios, al cual la humanidad amará más que a todos nosotros juntos.

Al escuchar lo que Maldad dijo, luego de pensar cada uno, Amparo habló: Puedes decir cuál es tu proyecto. Espero que no sea como lo que aprobamos la última vez, el proyecto de Pobreza que creó el dinero.

¡No! ¡Es mucho mejor! –dijo  con entusiasmo la recién llegada- Todo el mundo tendrá una parte, hasta los niños. Los líderes del mundo y los científicos y lo podrán acumular para luego compartirlo, habrá para pobres y ricos, para hombres y mujeres sin importar su edad, su raza, su color o su religión, todos podrán acceder a ello. Les dará autovaloración, los hará felices.

Bondad dudó, pues ¿algo que amarán más que a los dioses? ¡De no creer!

Pobreza pensó que quizás ampliaría la población a su cargo y que ya tenía suficientes problemas con ellos.

Dolor estuvo de acuerdo con Pobreza, nada nuevo modificaría lo ya establecido dejando conforme a la mayoría.

Conciliación comentó que a ella le parecía muy bueno si todos iban a poder tener aunque fuese un poco y sentirse más seguros. Con esta idea Compasión estuvo totalmente de acuerdo.

Amparo y Lealtad dieron su aprobación, pensando que al fin encontrarían igualdad para todas las personas.

Con el voto unánime del Gran Concejo autorizaron a Maldad a darle vida a su proyecto. Así ella creó el Poder, del que todos atesoramos aunque sea una partecita, y amamos más que a todos los dioses juntos.

                                                                                              Ami Ocho - 2022

jueves, 24 de noviembre de 2022

 

CON EL SUDOR DE LA FRENTE

 

Marta no se sentía bien, posiblemente la pizza del mediodía le había caído pesada, estaba recostada mientras esperaba que su marido regresara del trabajo.

Jorge entró apurado y casi sin reparar en ella, le pidió que se pusiera lo mejor que tuviese y se arreglara con rapidez, pues deberían asistir a una reunión que ofrecían los Nelton dos horas más tarde, y que por supuesto había olvidado avisarle con tiempo suficiente. Marta se negó en forma rotunda, alegando que su marido siempre hacía lo mismo.

-Nunca avisás con tiempo preciso, las reuniones de los Nelton son muy aburridas y además me duele la panza.

-¡No se te ocurra!- replicó él- ¡No se te ocurra hacerme esto hoy! Hoy justo que se juega mi ascenso.- Llegó Da Silva de Lisboa, vino para elegir al nuevo asistente del subgerente comercial entre otras cosa. ¡Y yo soy uno de sus postulantes!- expresó Jorge en tono enfático.

-¿Asistente comercial? ¿tu ascenso?- repitió Marta, mirando a su marido.

- Sí, esta mañana me avisó Nelton, él también está en la lista Por eso es que organizó esta recepción de corte formal para darle la mejor de las impresiones. Así que hacé algo rápido, no sé, tomá un té, o no, mejor esas pastillas que tan bien te hicieron la otra vez.

- Sí, pero me dan sueño- dijo ella echando mano a su último recurso.

-¿Estás empeñada en poner trabas a todo? -casi le gritó, mientras elegía una camisa.

-No, es que no tengo ganas de ir a ningún lado y mucho menos a lo de los Nelton –dijo Marta en un intento más de conmover a su esposo.

Jorge, al borde ya de su paciencia, insistió: -Mi amor, haceme el favor, sabés que esto representa mucho para mí. También sabés lo timoratos que son en la empresa. Si voy solo tejerían historias increíbles acerca de nosotros. Vamos, tomá la pastilla- le dijo en tanto traía del baño un vaso con agua.

Marta refunfuñando y sabiendo que había perdido la partida, lo tomó para darle el gusto a su marido.

Evidentemente el medicamento había hecho su doble efecto, calmar el malestar y producir una somnolencia no deseada.

Todos en la reunión charlaban en tono moderado de los mismos temas de siempre intrascendentes y aburridos. Ella que había instalado una sonrisa automática desde que llegara, trataba de disimular los bostezos que la abordaban despiadadamente.

Un vaso con whisky se calentaba entre sus manos y fue por eso que pensó en ponerle hielo, Jorge se hallaba alejado y ella no estaba dispuesta a abandonar el cómodo y apartado sillón donde se había apoltronado. Buscó con la mirada una hielera cercana y cuando volvió la cabeza vio una que un señor, que no conocía, había depositado amablemente en la mesa pegada a su sillón, buscó la pinza y no la encontró, así fue como metió sus dedos y se sirvió dos cubitos. Se reacomodó sin dejar de sonreír y en ese momento se dio cuenta de que gran parte del grupo presente la estaba observando, incluyendo al señor de la hielera, quien se mostraba muy sorprendido, mientras Jorge se aproximaba pálido y tratando de guardar la compostura, le susurraba al oído:

-¿Cómo has podido hacerme esto? ¿Cómo has podido? ¿Te propusiste acaso destruirme?

Ella lo miró sin entender y con un hilo de voz, pero sin perder la sonrisa le preguntó - ¿Por qué estás tan enojado? ¿Qué es lo que te hice?

Su marido, tratando de disimular la situación y con el mismo tono susurrante, insistió: -¿Cómo qué me hiciste? ¿No te das cuenta que me hundiste, que perdí mi oportunidad? ¿Qué explicación voy a dar ahora para justificar ante todos, el hecho bochornoso de que mi mujer se atreviese a meter sus dedos en el vaso del Gerente General?-

Ella lo miró y sintió entonces como un frío, mucho más frío que los cubitos que flotaban en el vaso, corría por su espalda. Y no pudo evitar la sonora carcajada, al ver las caras de los pacatos asistentes que seguían observándola mientras Jorge se secaba el sudor de la frente.

 

GARCIA, Alicia Rita 

miércoles, 23 de noviembre de 2022

 

Los tiempos duros enseñan

que somos nada, en la nada.

Que posesiones ganadas

solo sirven de confort,

que el alimento es amor,

y confiar en lo aprendido,

que estoy solo conmigo,

arriba Dios y aquí yo.

               Alberto Coronel

martes, 22 de noviembre de 2022

 

Metáforas

Era blanca

 

Era bella como una novia en primavera, recuerdo sus manos que olían a pan fresco.

Esa mañana la vi parada en la esquina con su vestido blanco y suelto como alas de mariposa y de pronto…

Un hombre con su auto, veloz como rayo en la tormenta la salpicó con el charco de la calle, dejándola llena de barro de la cabeza a los pies, como una nube azabache, esperando el colectivo que no llegaba.

                                                              

                                                               Mirta Fernández - 2022

lunes, 21 de noviembre de 2022

 


La poesía es parte del alma de quien escribe, le permite poner afuera lo que guarda en su interior, y quizás, ahí, pueda verlo cara a cara por primera vez. Pone en evidencia su sentimiento. Si otra persona la lee puede “adueñarse” de alguna parte que resuene dentro de sí.

La prosa comunica, y el escritor se esmera en que sea comprensible para el lector.

 

                               Taller lápiz Creativo.



 

viernes, 18 de noviembre de 2022

 

EL RÍO

El río avanza, corre, se desliza entre rocas, plantas, arenas.

A veces se detiene cansado, pero sus propias células empiezan a inquietarse y le piden, “Vamos, vamos, sigue, adelante”; y de a poquito empieza a fluir montaña abajo, zigzagueando ondulante, coqueteando entre las flores. Ríe, canta, llora…

Va recordando todo lo que vio en su recorrido: paisajes, nubes, gente, lluvia, más agua que cae y llena su cauce. Tropiezos, vueltas, sinsabores y alegrías.

El río sigue incansable, se expande, cada vez más lento, tiene miedo de llegar al mar, es el fin, desaparecer en el todo, perder su identidad. No ser.

Al fin se entrega, ya no es, pero es el mar, está en el todo. Todo es uno.

Sonríe.

 

Clara Molina - 2022

jueves, 17 de noviembre de 2022

 

Pedacitos de amor

 

A diario me hago propósitos para hacer con mis actividades cotidianas, y hoy surgió la inquietud de hacer algo por nuestro planeta.

Salgo a caminar todos los días, el sol calienta generosamente mi andar, la brisa fresca acaricia al respirar y mis mañanas se iluminan… ¿qué hago yo para agradecer esa bondad? Medito, hago Yoga, escribo en la plaza cercana a mi casa. Pero ¿Qué puedo brindar yo?

Sí me propongo dedicarle todos los días, media hora, a meditar sobre qué aporto yo al medio, a mi entorno, y a qué puedo aportar para nuestro futuro, que sea más productivo y esperanzador.

El café que consuma será para abonar las plantas, usaré jabón blanco en lugar de jabón perfumado, aprenderé a reciclar el papel que a diario utilizo, y así iré ampliando el horizonte, creando, participando en mejorar nuestro planeta, la Naturaleza, que diariamente nos acoge y bendice.

                                                               Gabriela Medawar - 2022

miércoles, 16 de noviembre de 2022

 

Otoño en mi tierra


Se va el verde turquesa,

aparece el rojo ocre

y el amarillo dorado.

Se despoja de sus ropas

el árbol que está a mi lado.

Y yo siento que se pierde

la vida que con amor y destreza

trajo el estío esforzado.

Tanto calor ya no queda

para el bochorno siestero.

La fiesta es ahora de hojas

que bailan y siguen al viento.

“No se vayan”, yo les grito

porque quiero que se queden.

“No se vayan, no desnuden

a los árboles mendocinos”

Pero mis gritos no alcanzan

a cortarles el camino

La obediencia es la regla,

de esta natura viajera.

Hoy serán hojas doradas,

mañana ramas resecas,

y más tarde volverán

los brotes que mi alma anhela.

Este otoño mendocino será bello

 

y estimado por poetas y cantores.

Para mí, el fin del ciclo del verano exuberante

es penoso, entristece, como un cielo arrebolado

con ventosos remolinos de hojas secas y ya errantes.

Veo en los cambios la muerte: brutal y cruel.

Tristeza que cae,

ya vencida,

ya sin vida.

 

Clara Molina – Marzo 2022

 


martes, 15 de noviembre de 2022

 

EL pequeño gran milagro sucediendo en un día cualquiera.

 

La vida es tan maravillosa que no deja de sorprenderme así pasen rutinariamente los días y semanas y meses y años, con un repetido recorrido de domingo, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo y vuelta a empezar y los ya más que conocidos meses de enero, febrero, marzo, abril… hasta diciembre y vuelta a empezar, también la estaciones verano, otoño, invierno y primavera, en la rueda imparable del tiempo.

Era un día cualquiera, más precisamente, un jueves por la mañana en el que había participado de un encuentro vía online durante dos largas e intensas horas, con dos personas más, habiendo incursionado en unos aspectos muy profundos acerca de “el arte de meterse con uno mismo” como me gusta llamarlo a mí desfachatadamente.

Lo cierto que fue de tanta intensidad que al finalizar, sintiéndome plena y feliz, mi cabeza parecía demasiado llena de palabras, ideas, sospechas, dudas, inquietudes, ruidos interminables… demasiada comida para poder deglutir, procesar, asimilar, ella misma pedía un respiro. Fue entonces que cerré la máquina y me dirigí casi sin meditarlo, espontáneamente, al jardín de la casa. Verde y más verde por todas partes en un octubre desbordante de vida y color, olor y frescura, con picaflores buscando el néctar de las flores que se habían abierto en todos los canteros y macetones muy bien distribuidos en ese amplio jardín, ofreciéndose sin pedir nada a cambio, y un limonero al fondo que desbordaba de limones, muchos de los cuales estaban tan amarillos y maduros que llamaban a hacer limonada y tomarla fresca a la sombra de otros arbolitos.

Caminé por el sendero, absorbiendo un sol muy templado, una leve brisa y el aire muy puro, yendo y viniendo en soledad humana y compañía de tanta naturaleza viva, tratando de descansar mi mente y aliviar esa tensión acumulada, de deshacer esa madeja de ideas amontonadas, apretujadas, plegada, arrinconadas… luchando por imponerse unas a otras para tomar el primer lugar, sin que ninguna cediera en su intento, ser la primera a cualquier costo, consumiendo energía y dejando a mi cuerpo extenuado.

Mientras caminaba con la atención puesta solo en ese presente inédito mirando y admirando ese bendito jardín, ralentizando mi respiración, abriendo mis oídos al silencio de la naturaleza, llenando mi retina de esos verdes brillantes, rojos, celestes y amarillos entre otros colores de exquisitas flores, de pronto divisé una flor en un cantero, por el que había pasado cientos de veces sin verla. Era una rosa verde suculenta, planta bastante común, ya que toda ella está formada solo por cabos y flores verdes, verdaderas mandalas creciendo y reproduciéndose en círculos concéntricos manteniendo su esencia, pero que solo alcanzan algo más de 12 centímetros de diámetro, o sea un tamaño regular. Como es una planta tan prolifera es también popular y está presente en casi todos los jardines,

 

De pronto sentí que una de ellas me llamaba, cuando la vi, quede atónita, era la rosa verde más grande que había visto en mi vida y no sería exagerado decir medía 40 centímetros de diámetro o quizá más... La vi, estaba ahí con otras en el cantero, siempre había estado allí, pero yo no la había visto.

Sacó a relucir su belleza y llevó mis ojos a ella, cautivante en su simplicidad de un ser sencillo, humilde, desbordando callada hermosura. Me vi impelida a eternizar ese instante para guardar su imagen y poder rememorarla si fuera necesario.

Intento desafortunado de querer estirar la magia de ese eterno instante, pequeño milagro, cuando ya se había cumplido el sentido de salir del infernal bochinche mental, porque como por arte de magia, el mismo se desvaneció en el aire casi de inmediato y mi cabeza quedó limpia, liviana, fresca, llena del silencio y la paz que me rodeaba.

Aun hoy, varios días después perdura en mí, el recuerdo de ese encuentro y me lleva, casi sin proponérmelo, a un estado anímico de calma y tranquilidad…

El pequeño gran milagro había sucedido en ese día cualquiera…un jueves de octubre.

 

ADRIANA BRESCIA - 2022

domingo, 13 de noviembre de 2022

 

Microcuento

 

¿VISITAS?

Charlaban amistosamente como tantas otras veces, mate de por medio. Y cuando menos lo esperaban sonó estrepitosamente una bocina. Luego el timbre. Pero no había nadie.

Adriana Brescia - 2022

 

viernes, 11 de noviembre de 2022

 cuento 


EL ESTRADO

La vista se me nublaba de cansancio y mis párpados se detenían más y más cada vez que pestañeaba. Llevaba algunas horas conduciendo, con la cabeza llena de pensamientos deprimentes y el corazón estrujado cuando, en medio de la nada surgió un letrero luminoso, subrayado con una flecha, que anunciaba “Motel”. Giré el volante en la dirección indicada y tomé una habitación en ese lugar sin lujos ni pretensiones, y sin preámbulos me acosté e inmediatamente me dormí. Cuando desperté era noche cerrada y una espesa niebla cubría el lugar y empañaba los vidrios de la ventana.

Tomé el teléfono para pedir algo que calmara mi hambre, pero una voz adormilada me informó que no tenían nada a esa hora, pero ante mi insistencia me aconsejó que fuese a la confitería “El Estrado” que estaba junto a la estación de servicio. Me costó ubicarlas a causa de la niebla. Entré y pedí algo de comer, pero lo único que tenían para ofrecerme era un fernet con hielo, que estaba acompañado por maníes salados y galletitas de agua, lo único con algo para masticar, así que acepté.

Había organizado mi viaje repentinamente al recibir la noticia de la muerte de mi amigo de la infancia, Hernán. Distraídamente giraba el vaso oyendo el chocar de los cristales de hielo contra los del vaso mientras pensaba en lo sucedido: mi discusión con Pamela que versaba sobre el “Lechuga”, como todos le decíamos al finado, “porque no tiene gusto a nada ni le hace mal a nadie”. Según ella era cuestionable lo de que no hacía mal mientras yo le aseguraba que su opinión era un total disparate, pues era tan bueno y noble como podía serlo un ser humano. Ella aseguraba que yo pensaba así porque a los muertos uno trata de recordarlos por sus buenas acciones, pero yo sabía que ella estaba muy molesta por mi viaje; yo quería estar al menos en su entierro, porque ¿Qué diría la gente que nos conocía si no iba?

Tan ensimismado estaba en mis pensamientos que no había advertido una puerta lateral con un letrero luminoso que decía “Foro”, por la que vi ingresar a un niño con un largo camisón blanco, lo que despertó enormemente mi curiosidad, tanto como para ir a ver qué había allí detrás de esa puerta, la que abrí sin problemas pero apenas traspasé su marco se cerró con un desproporcionado sonido para su dimensión; quedé unos minutos desorientado tratando de ver en la penumbra circundante.

Poco a poco mis ojos se fueron adaptando y pude ver entre la bruma que me encontraba en ¡un cementerio! Intentaba huir volviendo sobre mis pasos cuando un brazo amistoso me tomó de los hombros, y al mirar a mi acompañante vi que se trataba del mismísimo Lechuga, quien respondió ante mi espanto diciéndome ¡Viniste, menos mal! Sos testigo de mi defensa.

Atravesamos el cementerio ¿Qué opción tenía? Y llegamos a una especie de juzgado, con un jurado de siete jueces de toga y peluca blancas, y uno de ellos me indicó que me sentara en el banco de los testigos mientras que al Lechuga lo ubicaron en el de los acusados.

Comencemos cuando usted era chico -dijo el más anciano de los jueces dirigiéndose a mi amigo, y yo pensé que cuando era chico no mataba ni una mosca.

Sí, no mataba una mosca, pero no lo hacía por la mosca, sino por sí mismo. Para no equivocarse y tener que ser reprendido -dijo el juez dirigiéndose a mí directamente. Y volviéndose hacia el acusado- Sigamos, cuando usted era chico estudiaba para que nadie tuviera que pensar que era perezoso, no jugaba, no corría, no hablaba ni siquiera para defender a alguien, para no quedar mal con los mayores, que estaban muy satisfechos de su buen comportamiento.

Y dirigiéndose nuevamente a mí preguntó: ¿Tiene algo que decir en defensa de su amigo?

Me tomé unos segundos para evaluar la pregunta y contesté: Fue buen esposo y buen padre, siempre salían todos juntos…

Sí, todos juntos –agregó el que parecía ocupar la función de fiscal- porque su esposa padecía claustrofobia y no podía viajar en ningún transporte desconocido, y nunca la alentó a tratarse porque le resultaba más cómodo tener todo bajo su control.

Pensé que lo que diría ahora lo reivindicaría. Cuidó a su esposa cuando enfermó de cáncer hasta que murió, fue su enfermero, su cocinero, su ángel custodio.

Sí, porque no quería sentirse culpable, además era una forma de sentirse admirado, a la vez que compadecido por sus parientes, amigos y vecinos -dijo el fiscal.

Mantenía a su hija, a su yerno y a su nietito -dije con menos entusiasmo.

Y el fiscal me contestó enérgicamente: -¡Ajá! Tenía servicio doméstico, afecto, calor familiar y agradecimiento incondicional por el mismo precio.

¿Y el lote que le regaló a su hijo, donde le ayudó a construir una linda casita y cubrió todos los costos con su dinero? –aventuré recuperando mi discurso de defensa.

¿Hay una forma más elegante de sacarse una nuera de encima y mantenerla sujeta para siempre por el agradecimiento? –me preguntó a su vez.

Hasta ahí llegó mi defensa, ya no me quedaban argumentos y el Lechuga ya no me parecía tan insípido, y ante cada nueva exposición mi amigo encogía, su cuerpo se hacía más pequeño no sólo ante mis ojos sino que encogía literalmente.

Y aquel personaje agregó dirigiéndose a toda la sala: Después de enviudar buscó cobijo en varias mujeres, eso sí, una por vez, como corresponde a un hombre serio, aunque a ninguna le prometió nada, y cuando pensaba que llegaba el momento de comenzar a comprometerse en algo se hacía la víctima, mostrándose agobiado y triste por los recuerdos de su amada esposa de tantos años, alejándose sin ninguna explicación y sin que le importara lo más mínimo cómo se sentía la otra persona.

¿De qué sirve –pensé- lo que uno hace por los demás? Pero nuevamente mis pensamientos fueron captados y respondidos rápidamente, sin darme lugar a emitir ni un sonido.

Si lo haces por los demás sirve, y mucho, pero si lo haces por tu comodidad sin pensar en el dolor que provocas, no sirve a nadie. Tienes que descubrir la intención que te mueve. Y con un gesto amable agregó: Gracias por venir, tu alegato ha sido muy útil a este jurado, que luego dictará sentencia. Te puedes retirar.

Y sin más me encontré de nuevo ante la mesita de la confitería, con el vaso de fernet en la mano y los maníes en el platito, y pensé en Pamela. ¿Cómo se sentiría? ¡Me había importado más mi propia imagen, lo que pudieran pensar los demás si no asistía a ese entierro que sus sentimientos!

Dejé unas monedas sobre la mesita y me encaminé a buscar mi auto para desandar mi camino; quizás aún no fuese demasiado tarde.

                                                                                              Asunción Ibáñez - 2008

 

 

jueves, 10 de noviembre de 2022

                            

                                     Descripción del mamón o papaya

 

Siempre la frutera llena sobre la mesa y siempre se distingue de todas las frutas por su belleza y tamaño. Su perfume no se siente de lejos, pero al cortarlo es suave y encantador, el cuchillo se mueve amigablemente sin ofrecer resistencia. Es como que brinda su servicio amoroso a quien guste de él.

Su color es amarillo con algunas manchitas verdes cuando no esta tan maduro.

Adentro está lleno de cantidad de semillitas negras y redondas, que tienen la particularidad de crecer en cualquier lugar con tierra y sol, inclusive con poco riego.

Muchas personas comen esta fruta porque es muy digestiva y a los enfermos les alivia el estómago antes y después de los remedios.

A veces pienso en la bendición que tiene su vida de planta para los seres humanos y agradezco al creador tanta sabiduría y amor.

 

Poesía

En esta noche de invierno

a mi lado está el mamón,

es una fruta bendita

que endulza mi corazón.

En tiempos de primavera

la papaya suele estar

luciendo su traje de oro

igual que en la navidad.

 

                                                                                        Mirta Fernández - 2022

miércoles, 9 de noviembre de 2022

 

Fortalezas

 

La escuchante

 

Aunque ella lo niegue,

no por humilde,

tal vez por vergonzosa.

Muestra su talento

y predisposición

a prestar su oído,

y alienta a contar con ello

en forma incondicional.

Siempre dispuesta,

poniéndose en los zapatos

del que comparte

su penosa carga,

y aflora su sensibilidad

aunque se quede

sin las palabras

que puedan ser alivio.

Se queda a tu lado.

Presente.

Honrando el encuentro.

 

Nela Bodoc - 2022

 

martes, 8 de noviembre de 2022

 

Fábula

 

                                                               Fui de paseo al mar.

Parece mentira, pero aún no conocía el mar, pues esto de vivir en una zona montañosa hace que el mar sea un lugar lejano, al que me prometí que algún día iría, y ese día llegó.

Este otoño, mayo para ser más precisa, me fui solita a Mar del Plata. Estaba por llegar mi cincuenta cumpleaños y ese fue mi regalo, de mí para mí. Necesitaba soledad para reflexionar, pues no todos los días una toma conciencia de que, como mucho, ha llegado a la mitad de su vida, y menos a evaluar que ya queda menos hacia el futuro que lo pasado.

-“¡Oh, qué cara! –dijo una vocesita cuando filosofaba sentada en un rompeolas- Cualquiera diría que estás secuenciando el número Pi.”

No podía descubrir de dónde venía la voz ni quién me hablaba,

“¿Dónde estás? –pregunté mirando a mi alrededor sin poder ver a nadie, salvo las gaviotas que volaban en círculos.

“Aquí –dijo la vocecilla- justo a tu izquierda, si casi te has sentado encima de mí”

Miré con asombro junto a mí y la vi: una minúscula arañita que tejía una hermosa tela, la que tenía prendidas pequeñas gotitas de agua que a la luz del sol parecían diamantes tallados. “¡Qué hermoso tejido! -alcancé a decir, arrobada por su belleza. Y pregunté- ¿Cómo te llamas? Yo soy Marta.”

“Mucho gusto Marta. Yo soy Aracelis, y me asombras porque la mayoría de las personas no nos oye ni nos ve, y si nos vieran ya estarían buscando con qué aplastarnos. ¿Por qué tú no? Y además ¡alabas mi trabajo!” –contestó.

“¡Ah! Sí –respondí- nací y me crié en el campo, y mis padres me enseñaron a respetar todas las formas de vida. Lo que no sabía es que tú pudieras hablar y que yo te entendiera.”

“Sí, es que te vi tan concentrada, y casi triste, solita aquí frente al inmenso mar, que pensé que necesitabas una amiga” –me dijo.

Hablamos mucho rato, hasta la puesta del sol. Demostró ser muy sabia y comprensiva, todos los días que estuve allí esas vacaciones nos encontrábamos a filosofar, aunque también nos contábamos anécdotas graciosas y reímos mucho.

Ha sido el mejor cumpleaños que he tenido en mi vida.

 

Moraleja: amar siempre la vida.

                                                                                  Marta - 2022

lunes, 7 de noviembre de 2022

 Ensayo


Pedacitos de amor, por nuestro planeta.

 

Como una habitante más, de los casi ocho mil millones, de este bello planeta que es nuestra única casa, me quitan el sueño las noticias del progresivo aumento del daño que le estamos haciendo.

Esto me hace plantearme a diario, la responsabilidad que tengo en ello y cómo puedo contribuir a reducir ese deterioro, esa contaminación para mejorar esta dolorosa realidad.

Soy afortunada, en cierto modo, de haber crecido en un hogar de padres inmigrantes, que por haber sufrido la destrucción de la segunda guerra mundial y las hambrunas y falta de cosas esenciales para la sobrevivencia, me enseñaron a vivir con austeridad. Se cuidaba todo, lo propio y lo ajeno. No había derroches. Se reciclaba todo lo que se podía.

Mi madre transformaba un pantalón que mi padre ya no usaba en un jardinerito para mi hermano. Daba vuelta los cuellos raídos de las camisas para alargar su vida.

En mi casa no se tiraba ni una miga de pan. Todos los alimentos se transformaban en una nueva receta.

Aprendimos, mis hermanos y yo, a restaurar todo lo que fuera posible. No se compraba nada nuevo, salvo que fuera imprescindible.

Por haber tenido esa escuela, cuido la energía eléctrica y el agua estrictamente. Me pliego a los consejos o sugerencias que ayuden a ello. Por ejemplo, el agua que uso para lavar frutas y verduras y la que queda de la cocción, la uso para regar las plantas. La que queda de otros lavados la uso para el inodoro.

Para tomar una ducha, que debería ser lo más corta posible, es buena idea mojarse, enjabonarse con el grifo cerrado y luego enjuagarse. Aunque en el invierno es más complicado si no hay calefacción.

Me entusiasmé con la propuesta de la municipalidad de Godoy Cruz y “las botellas del amor”. Se trata de botellas grandes de gaseosas que se rellenan con los envoltorios de plástico de todo tipo de cosa. Lo mismo que las tapitas, son utilizados para fabricar elementos y reemplazar a la madera.

Es necesario insistir mediante la difusión y la educación la importancia de cuidar el medio ambiente, el medirse con el uso del agua, especialmente en Mendoza que se está observando la constante reducción de los caudales de los ríos y la disminución en los diques. Y la situación de los glaciares es preocupante.

Se debería proteger los árboles con los cuidados de especialistas. Conocer más la flora autóctona y elegirla para jardines decorativos y plazas, puesto que se adaptan mejor y necesitan menos agua.

Los envases y envoltorios deberían de ser ecológicos o al menos reciclables.

Incentivar la restauración de muebles y artefactos, que podría ser enseñado en las escuelas. Restaurar la ropa y compartir lo que ya no se usa. Practicar el trueque. Intercambiar.

Desarrollar nuevos hábitos en el uso, en general, para proteger la tierra que nos cobija.

Aunque algunos actos parezcan pequeños todos suman. Son “pedacitos de amor”

 

                                                                                            Nela Bodoc - 2022

domingo, 6 de noviembre de 2022

  


Este día,  como ayer,

es vivir, sentir, nacer,

y el consuelo es querer. 


Alberto Coronel

viernes, 4 de noviembre de 2022

 

Desolación.

Estoy en el desierto, junto a la ruta, pidiendo un aventón a los coches que pasan, y ninguno se detiene…

                                                               ami

jueves, 3 de noviembre de 2022

 

Escribir

 

Sabemos escribir, de hecho la mayoría de las personas pueden hacerlo, la situación es cómo lo hacemos. Pero de ahí a que logremos un texto simple, que contenga lo que queremos expresar puede ser un desafío.

 

Lograr transmitir una idea con suficiente claridad requiere:

-           práctica

-           método

-           investigación

-          esfuerzo

-          cariño por el tema. 

 

Necesitamos:

-ordenar las ideas

-priorizar los términos 

-buscar en la memoria

-verificar datos si fuera necesario

-comprobar ortografía y gramática

 

No podemos escribir sobre lo que no conocemos. Un recuerdo, una anécdota familiar, el trozo de una conversación o ver un bello paisaje  pueden ser disparadores para una buena historia.

 

No necesitamos dar explicaciones de lo que hemos escrito. Un texto puede tener un significado para quien la escribe y otro muy diferente que para quien la lee, y esto es lo bello.

 

Escribir nos permite ponernos en la piel de otro. ¿Cómo siente un místico? ¿Cómo siente la mamá de un condenado? ¿Cómo siente una novia frente al altar? ¿Y un niño pobre frente a la vidriera de una juguetería?

 

El cuento tiene un narrador. Esto nos da la posibilidad de proyectar en él o en el personaje todo lo que se nos cruce por la cabeza: recuerdos, mandatos, enojos, aspectos “tapados” de la personalidad, prejuicios, etc. Escribirlos nos permite dejar aflorar estos sentimientos, o sea: reconocerlos.

 

Contextualizar:

-a quién va dirigido

-qué quiero transmitir

-contexto en que se desarrolla la idea,

-en qué tiempo está situado

 

 

Taller Lápiz Creativo

 

 

 

 

 

miércoles, 2 de noviembre de 2022

 

 

TANKAS

 

Cantaba el agua

río abajo veloz.

Luminosa voz

al universo vuela.

Hermoso atardecer.

 

***

 

El árbol sufre

débil y estropeado,

universo fiel

caprichoso lo cuida

del viento zonda feroz.

 

Any Muñoz - 2022

martes, 1 de noviembre de 2022

 

                                                Adolescencia

 

No recuerdo mucho mi infancia pero sí puedo describir mi adolescencia.

Era una chica estudiosa y responsable. Además de tener buenas notas en la escuela, estudiaba para ingresar al secundario, algo que me ilusionaba mucho porque era construir un nuevo y bello futuro.

Cuando aprobé, me propuse ir prolija, ser organizada en las tareas y hacer muchos amigos. Iba al Liceo Agrícola todas las mañanas muy temprano, con guardapolvo prendido adelante y ruedo apenas por encima de la rodilla.

Mi mejor amiga me invitaba a estudiar, y hacíamos lindísimos encuentros donde nos grabábamos la lección en cassettes vírgenes. Érica, así se llamaba, también me invitó a mi primer cita con la peluquería, y así tuve mi cabello prolijo y bien peinado.

A medida que nos conocíamos entre los compañeros, empecé a organizar bailecitos, que mis padres permitían hacer en casa. Siendo menores de 15 años, eran eventos muy bienvenidos, que nos adentraban en la vida y el mundo de la música. Escuchábamos a Phill Collins, ABBA, The Beattles entre muchísimos cantantes más.

Durante la semana, además de la escuela y los estudios, gustaba crear casitas con fósforos, desde donde desperté mi amor por lo creativo y lo artesanal.

Eventualmente salía a correr con mi padre, recorriendo los parques vecinos a mi casa. Y viajaba a San Juan a visitar a mis abuelos, donde tenía bellos momentos para conversar y recibir su enseñanza.

Bendigo tan buenos momentos, que brotan en mi sentir como un jazmín de alegría y pasión.

 

Gabriela Medawar - 2020

  Reflexiones                                                                                                           CAMINO       ESPIRIT...