miércoles, 18 de septiembre de 2024

 Reflexiones 

                                        


                                            CAMINO      ESPIRITUAL


            ¿Qué es para mí, en este momento, el Camino Espiritual? ¿Qué significado le encuentro a las palabras-acciones que son inherentes a él?

 

Vocación: Responder al llamado Divino.

Método: Es el orden en que se ubican las prioridades para lograr un objetivo. Es individual y diferente en cada persona, lo busco y lo aplico conscientemente.

Desenvolvimiento: Es llegar a descubrir lo que realmente soy, no a ser lo que yo quiero ser.

Meditación: Me permite abrir las puertas de mi mundo interior, llegando a los rincones poco conocidos o absolutamente desconocidos de mi ser. No para sentirme bien, sino para reconocer mis actitudes, mis apegos o los valores de mi espíritu.

Oración: Me traslada a una dimensión que trasciende mis aspectos biológicos, mentales y emocionales. Me permite pasar de un desenvolvimiento puramente horizontal a uno expansivo y sin límites.

Ascética: Es deseo-voluntad. Deseo de liberarme de mis impulsos instintivos y de mi personalidad adquirida, de trascender mi inercia y mi autosatisfacción por los logros. Voluntad para realizarlo.

Mística: Es conciencia-voluntad. Conciencia de la presencia Divina en mi alma y voluntad de ofrenda.

Ascética de la Renuncia: Es no  esperar nada, vivir aquí y ahora, y ser honesta conmigo misma.

Mística del Corazón: Es unión con la Divina Madre en lo profundo de mi ser. Es amor a lo Divino que también mora en mí.

Unión substancial: La ascética de la Renuncia y la Mística del Corazón van siempre unidas porque una es consecuencia de la otra, indistintamente, de un modo indivisible.

        

                                                                            AMI


 

 

 

 

 

martes, 17 de septiembre de 2024

 

                                    

                                    A veces el sol radiante

                                    No transmite claridad

                                    Pues, la propia oscuridad

                                    Proviene de nuestra mente

 

                                    El hombre es penitente

                                    Tiende a su propia ceguera

                                    En invierno o primavera

                                    Vive de igual sensación

                                    Enferma su corazón

                                    Imagina iniquidades

                                    Y sufre las tempestades

                                    Que inventa con su razón.

                                     

                                               Alberto Coronel



lunes, 16 de septiembre de 2024

 

Leyenda

 

                                               El deseo de Lucía

 

Lucía es una niña de 5 años. Cada mañana, cuando baja al comedor a desayunar, su papá enciende el televisor para ver la hora y la temperatura, eso dice, pero es la hora del primer noticiero, y ella ve que hay mucha gente mala en el mundo.

Cuando quiso hablar con su mamá acerca de esa gente mala su madre le dijo que eso no era para niños. Recurrió a su papá que dijo que de eso se ocupaba la policía, y le preguntó a su maestra que le contestó que para eso estaban los jueces. Pero cada día, en las noticias, veía que seguía habiendo gente mala, “equivocada”, le dijo su abuelita. Entonces Lucía pensó cómo podría corregirlas.

Para eso imaginó que ella se podía convertir en una súper niña, que se llamaría Luchita, el nombre de su bisabuela que todo lo sabía.

Así fue que cada noche imaginaba que visitaba a esa persona mala que salía en el noticiero y la convencía de que es mejor ser buena.

Una mañana escuchó que un hombre les había robado los útiles a los alumnos del colegio secundario que estaba frente a las vías del metro, así que esa noche se convirtió en Luchita, lo fue a buscar con su imaginación y lo amonestó con un gran sermón, y como el personaje prometió no volver a hacerlo, confiada se “convirtió” nuevamente en la pequeña Lucía y se durmió satisfecha.

Pero al día siguiente en el noticiero el noticiero mostraba la misma noticia, pues aun la policía no lograba atrapar al ladrón ni descubrir su identidad.

Esa noche se concentró nuevamente en ser Luchita y se dirigió imaginariamente portando un puntero en su mano, y le dio un sermón de aquellos mientras blandía el puntero de modo amenazante. Pero al día siguiente volvieron a difundir la misma noticia en el televisor durante el desayuno.

Lucía pensó que necesitaba una acción más directa. A la noche, después del besito cariñoso de su mamá se “transformó” en Súper Luchita, y esta vez armada con un látigo, y al encontrar al responsable de esos delitos de ratería, lo azotó unos minutos como si ella fuera un verdugo y él un prisionero de la edad media. Y ante la promesa del delincuente de no volver a hacerlo, ella volvió a su vida de Lucía y a dormir tranquila.

Al día siguiente otra vez la misma noticia, por lo que Lucía estalló en una crisis de llanto, diciendo que todo lo que ella le advirtió a ese malhechor no había servido de nada, ante la sorpresa de sus padres que no entendían nada. Y ante las preguntas de sus mayores les confesó de su transformación en Luchita y sus “viajes” a tratar de modificar la conducta de ese desconocido.

Sus padres se miraron consternados, pues descubrieron que no es saludable exponer a los niños a los noticieros.

Su madre le explicó que esas son fantasías que creamos con nuestros buenos deseos, y que además no hay que castigar físicamente a nadie ni con la imaginación. Y ante el intento de defenderse y defender a Luchita su mamá agregó: “En lugar de eso podrías haber cuidado la plantita que te dieron en el jardín y que se ha secado”.

Lucía corrió y comprobó que la bella suculenta de su macetita había muerto ahogada porque ella la había regado cada día y se puso a llorar. Su mamá le explicó lo sucedido, pero ella no quiso darse por vencida. No pensó más en Luchita, su otro yo como súper niña y se abocó a cuidar la ahora desierta macetita. Unos días después brotó allí un tímido yuyito que unas semanas después floreció con una hermosa florcita amarilla como el sol.

Cuando su mamá le preguntó si ya no pensaba en Luchita ella contestó que había muerto, que está enterrada en la macetita y que ahora es una florcita llamada Luchita.

 

                                                                              Marta - 2024



 

viernes, 13 de septiembre de 2024

 


Frases

 

-Vaciar mi cuenco, abrir mi historia, dejar que se evapore. Soltar.

-Me abrazo para abarcar todas mis puestas en escena y pedirles que sean experiencia solamente. Desapego.



jueves, 12 de septiembre de 2024

 

    

                           


                                 En la escuela de la vida

                                Reprobé asignaturas,

                                Mas no me faltó ternura

                                Siempre he sido un ser amable

                                Te comento, aunque falle,

                                En lograr buena fortuna

                                Mi espejo es la luna

                                Mi vigor me lo dio el sol,

                                Y Dios con su eterno amor

                                Es la guía de mis pasos,

                                Y no le temo al fracaso

                                Encontré por qué vivir,

                                Mientras pueda transmitir

                                Cada día el verbo amor,

                                Amar es un bello rol

                                No te dejes confundir.

 

                                            Alberto Coronel - 2024

 



miércoles, 11 de septiembre de 2024

 

Leyenda

 

      UNA LEYENDA MENDOCINA

Cuenta la leyenda que hace muchos años, a principios del siglo XX, se contrató personal e ingenieros ingleses para construir el Ferrocarril Trasandino en la montaña mendocina.

Las estaciones que sobreviven todavía, dan fe y recuerdan las edificaciones tipo inglesas de la época. El gobierno de Mendoza encargó la construcción del ferrocarril para llegar a Chile.

No es fácil imaginar a los trabajadores en esas soledades ásperas y frías; y las noches desoladas con el viento zumbando leyendas y miedos en sus oídos.

La persona que les llevaba la paga, no se sabe si era quincenal o mensual, era un hombre elegantemente vestido de negro con sombrero de copa. Su nombre, Mr. Foster (así lo conocían), les parecía pintoresco, extraño o insólito en medio del desolado, paisaje de la precordillera mendocina.

Según la leyenda, una noche oscura, “como la boca de un lobo” unos cuatreros le robaron la paga y lo mataron, degollaron, y abandonaron en un túnel cerca de la localidad de Las Cuevas. Así se inició la leyenda sobre esa pobre alma abandonada y desamparada buscando su dinero y la paz por las montañas.

Recuerdo haber escuchado cuando era niña, la leyenda del Futre, en boca de personas grandes y “serias” que juraban haberlo visto en la salida de un túnel señalando el lugar donde había perdido la vida.

El nombre Futre es la argentinización de Foster, cuyos restos están actualmente enterrados en el cementerio de Uspallata.

La gente del lugar, los lugareños, creen en la leyenda del Futre; imaginan su rostro, y se conforman con mirar las nubes que les dibujan seres extraños que están más allá de los cerros.

Sin espacio y sin tiempo, la leyenda continúa agazapada tras las piedras.

Es la hora del silencio, la hora de una época que se borró con la última hoja del calendario.

 

Clara Molina – 2024



 

 

martes, 10 de septiembre de 2024

 



    No se puede poseer al amor, solo se puede cultivar; tampoco dirigirlo, porque el amor es expansivo.



lunes, 9 de septiembre de 2024

 

Fábula

 

 

El cerezo de Don Cirilo

 

En una lejana aldea de montaña, un solitario anciano llamado Cirilo vivía en su modesta casa de adobe con un terrenito al fondo, colindante con su vecino Jeremías.

Don Cirilo amaba a ese pequeño jardín y especialmente a su único árbol, un importante cerezo que se erguía muy cerca de la medianera.

El hombre, ya bastante entrado en años tenía dificultades para ocuparse de sus plantas, pero al árbol no lo descuidaba nunca. Lo regaba todas las tardes, con especial dedicación, como si fuera su única posición, en este mundo.

El cerezo le retribuía tanto amor, dando una gran cantidad de enormes, rojos y deliciosos frutos, que nunca compartía con nadie. Todos conocían lo mezquino que era.

La pequeña hija de Jeremías, Celeste, era una niña muy alegre, algo traviesa y bastante intrépida. Y se le hacía agua la boca, viendo desde su ventana, las apetitosas cerezas en la copa del árbol. Para ella era imposible resistirse a semejante tentación.

Todas las tardes, mientras Don Cirilo dormía la siesta, se trepaba a la medianera y con solo estirar su bracito lograba arrancar unas cuantas, que comía hasta hartarse y otras más que se echaba al bolsillo.

A veces, el viejo gruñón la alcanzaba a ver mientras escapaba. Y furioso le gritaba unos cuantos improperios. La niña, temblando de miedo, se bajaba lo más rápido posible de la medianera, cuidando su tesoro, ganándose unos raspones.

A pesar de los retos de su madre, se daba tremendos atracones que terminaban en tremendo dolor de panza.

Ante estos hechos, Don Cirilo decidió dormir la siesta en una reposera, bajo la sombra de su amado árbol, vigilando para evitar la cosecha clandestina.

Celeste, que no pensaba renunciar a su travesura, cambió de planes. Esperó que cayera la tarde y cuando ya estaba oscureciendo se trepó a la pared comenzó a llenar sus bolsillos ya muy estirados de tanta carga.

Estaba muy oscuro. Sin poder distinguir la saliente, donde siempre apoyaba el pie para poder bajar, resbaló. A caer dio con la nuca contra el borde de una gran maceta que había en su patio, Y allí quedó tendida, inconsciente.

La llevaron al hospital, a terapia intensiva. Estuvo agonizando dos días. Finalmente falleció, a pesar de las oraciones de todos los pobladores y de los ruegos de sus desesperados padres.

Una gran nube obscura cubrió el cielo de la aldea, por varios días.

Nadie reía, nadie cantaba, nadie jugaba. La tristeza se entrometió en todas las casas.

Con dolor y un enorme sentimiento de culpa, Don Cirilo, arrepentido de haber sido tan mezquino con Celeste, su encantadora y traviesa vecinita. Sentado junto al cerezo, se pasaba llorando durante días, semanas, meses, hasta que se le secaron los ojos.

Llegó la primavera al año siguiente. Como siempre el árbol floreció, generosamente. Después de unas semanas, fueran cayendo las pequeñas flores, de color rosa pálido, dejando un aterciopelado tapiz a su alrededor. Pero los frutos no aparecieron.

El cerezo de Don Cirilo, nunca más dio las apetitosas frutas tan apetecidas. Todos los vecinos sabían, muy bien, porqué.

Cuando se cumplió el primer aniversario de la muerte de Celeste, apareció una bellísima mariposa, de color celeste, revoloteando entre las ramas del árbol. Y luego se posó sobre el hombro del anciano, quién no dejaba de suspirar junto a la medianera.

Él sabía que era Celeste que venía a consolarlo. Su mensaje era, que ya podría descansar en paz.

Nela Bodoc - 2024



viernes, 6 de septiembre de 2024

 


¿Qué es la paz verdadera?

No criticar, no juzgar.

No pedir que solo los demás cambien para que yo encuentre paz.

Cultivar la paz en mi corazón a través de la compasión, a través de la bendición, pues la bendición, que es decir bien, permite que mi odio se desvanezca, ya que no se puede odiar lo que se bendice.

A través del amor, porque el amor no es algo que nace de la nada, es algo que se cultiva.


                        Taller de escritura por la paz - 2024

 


jueves, 5 de septiembre de 2024

 

Cuento

 

 

Santi y la estatua

Todos los días se juntaban, unos estudiantes de secundaria, en la plaza San Martín, a la salida de clases.

Entre los adolescentes se destacaba Santi, un chico robusto, de mirada penetrante y de melena revuelta, por su carisma. Era una especie de líder.

Siempre se le ocurrían ideas un poco locas y sus compañeros le seguían la corriente.

Un día estaba sentado en la plaza, solo, mientras esperaba a sus amigos. Había faltado a clases porque no había estudiado para la prueba de química. Preferiría tener una falta más y no una mala nota.

Un tanto aburrido, se puso a observar el monumento que está en el centro de la plaza.

Es realmente imponente. Tiene una altura importante. Arriba de un monte de piedra está la estatua del General San Martín, montado sobre un caballo cuyas patas delanteras están elevadas. El prócer tiene su brazo derecho extendido, señalando con el dedo índice vaya a saber uno qué.

Santi trató de imaginar las batallas de esos tiempos históricos. Se preguntó si le hubiera gustado ser parte de la gesta libertadora y luchar como un valiente soldado. Él que nunca había andado a caballo, ni siquiera estuvo cerca de alguno.

Mientras divagaba en su fantasía, algo le llamó la atención. Le pareció que el caballo de bronce había movido la cola.

Se restregó los ojos, incrédulo, pero el movimiento seguía. Los cerró con fuerza, dejó pasar unos segundos y al abrirlos vio que el animal giró la cabeza, después de emitir un relincho.

De pronto, el General San Martin inclinó un poco su cabeza y le clavó la mirada.

Santi comenzó a transpirar. Encendió un cigarrillo con mano temblorosa -¿Qué me pasa?- se preguntó angustiado- ¿Por qué estoy viendo esto?

Miró a su alrededor. La gente circulaba por la plaza normalmente. Nadie parecía sorprendido. Solo él presenciaba el extraño acontecimiento.

Volvió a mirar la imponente escultura de bronce, opacada por el paso del tiempo. Los movimientos continuaron. El corcel había bajado una pata y el brazo del prócer señalaba en otra dirección.

Santi estaba petrificado, como si él mismo se hubiese convertido en una estatua. En ese instante sintió algo frío en su rostro. Era el agua con que su amigo Beto le salpicaba en la cara.

-¡Despertate loco!- le dijo riéndose mientras pateaba, sin querer, dos latas de cerveza vacías, que estaban junto al banco.

-¡¿Cómo te vas a quedar dormido así, loco?!- exclamó Beto, todavía tentado de risa. Santi, todavía impactado por los sucesos vividos, abrió los ojos apenas por temor a lo que podía volver a ver.

No se animó a contarlo. Tenía miedo de quedar en ridículo. No les quería dar texto para la joda a sus compañeros. Corría el riesgo de perder su liderazgo.

Se fueron pegándose en broma, riendo escandalosamente, como hace todo adolescente, inmersos en el instante siguiente.

Sin embargo, Santi le echó una última mirada a la estatua. Y el General San Martín, muy circunspecto, le hizo un gesto de saludo con su brazo de bronce.

 

Nela Bodoc - 2024  



 

miércoles, 4 de septiembre de 2024

 



PACHAMAMA

 

En la tierra está la vida,

está la hierba que se prepara a nacer,

el árbol con una fruta amarilla,

el recuerdo de duraznos y manzanas

y el rosal con su trémula luz perecedera,

todo oculto y trasparente.

Hasta que la luna nueva le dé acceso

a la corriente de la vida.

El arroyo y la montaña se aprestan

a escuchar los ruegos de los hermanos

que agradecen los frutos y agradecen

las flores entre mil voces con música

lejana, reconocen en la tierra a la madre.

El viento mueve las hojas, hojas muertas

que se alejan como si una flecha les

hubiera clavado el corazón.

La Pachamama impasible espera;

sabe de los hombres y de las flores,

sabe de los pájaros, de los frutos y de los ríos,

y sabe que si entramos a la vida

con pasión o como por descuido

deberemos quedarnos y pagar la estadía.

A todo llega el alma.

Se diría que es la tierra el camino del cuerpo

Y de la noche venidera, la Pachamama.

nos contará sus sueños.

Sueña que cuando llueve, el agua mansa

se divierte entre los laberintos de la tierra seca.

Sueña que la queremos y que pronto ya estaremos

cuidando que no se rompa, cuidando de ella.

 

Clara Molina - 2024



martes, 3 de septiembre de 2024

 

Ensayo

 

¿POR QUÉ ESCRIBIR?

 

                                               No estudio para saber más sino para ignorar menos.

 

                                                                                  Juana Inés de la Cruz.

 

            Hace algunos años, tras una crisis producida por la muerte de personas muy queridas en paralelo con otras dificultades, se acentuó mi dislexia la que en otras oportunidades lograba manejar, pero en este caso no podía evitar cambiar una palabra por otra o no lograba encontrar la que debía utilizar, produciendo una inexplicable interrupción de lo que pretendía decir.

            Una querida amiga había tenido un problema de salud que le llevó a hablar con extrema dificultad. Guiada por su terapeuta y como otro ejercicio en su terapia escribía en un cuadernito, y poco a poco recuperó totalmente su dicción. Pensé entonces investigar dentro de mis posibilidades, la relación entre la escritura y el habla. Comencé averiguando cuanto estaba a mi alcance y además me inscribí en un taller de escritura a distancia que me llevó a descubrir espacios internos muy interesantes, además del placer que encontré en hacerlo.

            Para escribir debemos elaborar mentalmente los conceptos e ideas que deseamos comunicar, por lo que es necesario encontrar la manera de darle forma de texto escrito a aquello que estamos pensando y traducirlo a caracteres de escritura. Esto nos permite la comunicación diferida en el tiempo y en el espacio, independientemente de dónde o cuándo se haya realizado y de quien pueda ser receptor.

La lengua escrita es, necesariamente, menos espontánea que la oral, ya que el texto debe comunicar la idea sin el apoyo de lo gestual y lo auditivo. El emisor debe elaborarla mucho más si quiere que el receptor la comprenda. 

 Podemos escribir la idea tal como se nos presenta, en el idioma corriente con que hablamos; o pensando en el receptor, lo que requerirá un texto algo más elaborado, pero lo más adecuado es plantearnos si quien lo lea comprenderá la totalidad del mensaje, lo que debe llevarnos a afinar la expresión del lenguaje escrito. 

¿Qué nos permite esto? Ver cómo pensamos, cómo hablamos y cómo nos expresamos. Algunos autores hablan de que la ficción en la escritura proviene del inconsciente y es por eso que algunos escritores dicen a veces no saber cómo sigue su obra, que una vez que ésta se pone en marcha es como si cobrara vida propia. 

            Si usamos la mente a un nivel muy superficial de pensamiento común, tenemos una potencia limitada. Aprendemos el lenguaje oral por el solo hecho de estar en un medio que nos permita oir hablar, pero a escribir nos tienen que enseñar. Escribir nos lleva a hacer un esfuerzo extra porque tenemos habilitadas distintas áreas de nuestro  cerebro para distintos modos de expresión. El simple hecho de ampliar nuestro mundo cognitivo ya es sumamente interesante.

El cerebro es responsable de elaborar el conocimiento, procesar las emociones, almacenar recuerdos y aprender. Está capacitado para expresar estas cualidades a través del lenguaje, y esta capacidad se puede ampliar conscientemente. Pensamos un mensaje, pero no lo podemos escribir tal como lo pensamos, debemos trabajarlo en otras áreas cerebrales antes de llevarlo a modo escrito.

El lenguaje es predominantemente una función del hemisferio izquierdo, aunque el hemisferio derecho tiene también un poco de lenguaje. Además, si una persona tiene daño cerebral en el hemisferio izquierdo en su temprana infancia, el hemisferio derecho se apodera de la función del lenguaje. También parece haber personas que tienen el lenguaje en el lado derecho e incluso hay quienes lo tienen en ambos lados. Se ha descubierto que la organización funcional del lenguaje es más diversa e individualizada de lo que se creía. Se han localizado áreas relacionadas con el lenguaje en los hemisferios frontales, temporales y parietales, en zonas alejadas de las clásicamente consideradas 'áreas del lenguaje'. En algunas ocasiones la localización puede variar incluso varios centímetros de una persona a otra.

Ampliar nuestro vocabulario es ampliar nuestra capacidad cerebral. La lectura nos amplía el vocabulario, más la escritura (transferir un pensamiento a caracteres) lo amplía aun más, pues debemos buscar palabras mucho más ajustadas a la idea a transmitir ya que no tendremos la retroalimentación del receptor que nos comunique verbal o gestualmente si comprendió o no. Además de tratar de usar en lo posible más de una palabra con el mismo significado para hacer el mensaje agradable y claro. 

Escribir es un ejercicio que nos puede permitir profundizar el conocimiento de la idea a transmitir, además de ordenar nuestro pensamiento en un espacio-idea-sentimiento acotado, a través de la reflexión voluntaria y necesariamente organizada. 

Nos permite dominar la divagación, ampliar el autoconocimiento y superar el egocentrismo, pensando en transmitir ideas concretas a otras personas. Por esto algunas veces nuestra mente se resiste a escribir: no desea superar la comodidad y trabajar sobre sí misma. Es como si dijese “Ya tengo suficiente, no me molesten con incómodas ampliaciones” 

Es una tarea que colabora, junto con otras como la meditación, en ampliar nuestras capacidades y desenvolvimiento. Además es un desafío que no requiere de esfuerzos desproporcionados sino de propósitos muy fáciles de intentar. A mí me sirvió y me sirve para recuperar una expresión verbal fluida y un modo agradable de comunicar con otras personas que no comparten mi espacio ni mi tiempo.

 

                                                                       Por Marta Ibáñez

                                                                                  Publicado en Vuelos Nº 77

                                                                                  Diciembre 2010



 

lunes, 2 de septiembre de 2024

                        



                        Julio llega tempranito,

Cual nutrido desayuno

Nos regala treinta y uno

Uno más para vivir,

Uno más con su latir.

Cada cual su cometido:

El ave mulle su nido,

El hombre atiza su fuego,

La vida es como un juego

Hay que aprender a jugar,

Tiempo para trabajar,

Y también esparcimientos,

De cultivar sentimientos

Humanizar la cultura,

Pulsar músculo y bravura

Soñar y amar al momento.

                               Alberto Coronel – 2024


  Reflexiones                                                                                                           CAMINO       ESPIRIT...