jueves, 30 de septiembre de 2021

 


El caso

Era un día caluroso, un día sábado por la tarde más o menos a las 16:00, decidí salir con mi madre a dar una vuelta por la plaza de mi pueblo, con la intención de distraerla. Estábamos conversando de cómo le había ido en la mañana en casa de mi hermana, cuando vimos  que salió un perro a toda velocidad de una de las casas. Más adelante de nosotras estaban caminando dos niños, que pienso que tenían más o menos entre 8 y 10 años de edad.

Nos quedamos congeladas, esperando lo peor de la acción del perro, ya que era grande, de color café, y parecía que estaba fuera de control, se veía muy enojado, podríamos asegurar que se trataba de un pitbull, de esas razas peligrosas, que está prohibido que circulen por las calles sin correa, por su cambio de temperamento .

En eso que nos quedamos quietas por el miedo que nos dio, recuperamos el aliento al ver que no era agresivo y que más bien era un perro dócil y se mostraba muy cariñoso con los niños, nos pareció que los niños también se habían asustado al ver que el perro se acercó a toda prisa hacia ellos.

 

                                                                                              Basilia Arenas

miércoles, 29 de septiembre de 2021

     


                            Soledad

        Sentado frente al mar estaba pensativo,

        recordaba lo efímero de sus años dorados,

        añoraba a su amada, el jardín florecido

        y el momento arrobado del verano tardío.

        Hoy anhela los sueños en olvidos sepultados.

        Extasiado de aromas y pensamientos sombríos,

        su estructurada vida extravió su camino.

        y vaga errante en el silencio, atormentado.

        El que otrora fuera feliz y comunicativo

        hoy es sólo una sombra del pasado cautivo.

 

                                   Ana María Muñoz - 2020



martes, 28 de septiembre de 2021

 


Un corto diálogo espacial

 

Una oscura noche azul, en el espacio sideral, se encontraron un satélite y una estrella y se entabló un diálogo.

 -Buenas noches, bella estrella.

 -Buenas noches, señor satélite.

 -Quisiera preguntarle algo, si no es molestia.

 -No me molesta, pregunte usted.

 -¿Por qué se ve usted, bella estrella, tan iluminada? ¿Cuál es su secreto?

 -No estoy iluminada. Tengo luz propia ¿Por qué lo pregunta? Usted no se ve tan mal.

 -Es que, en mi corta vida, siempre tuve la fantasía de tener su color y esa deslumbrante claridad que enceguece.

 -Si es así, le contaré mi secreto. Para lograrlo hay que tener la osadía de llegar, en las relaciones, a la culminación del amor.

 -¡Ah! ¡Ese es el secreto! ¿Y…usted aceptaría mi amistad?

 -¡Claro que sí, Señor Satélite!- Y brillando, casi como otra estrella más, se alejó siguiendo su órbita.

 

Nela Bodoc - 2020

 

lunes, 27 de septiembre de 2021

 

DIALOGO ENTRE EL MOSQUITO Y LA ABEJA SOBRE EL PICAR

 

Una abeja llamada Julita, está libando néctar de flor en flor y cargando sus patitas con amarillo polen. Esto ocurre en el apacible jardín de una casita de barrio, un espectacular día de Sol.

 De pronto aparece una abuela de pelo blanco y arrugas en la cara. No es de las abuelas de piel estirada y producidas de hoy. Viene gritando como desaforada y echando mata bichos con un aerosol. Menos mal que viene a los gritos. No se entiende bien qué cosas dice, o es mejor no entender. Corre a la mayor velocidad que le dan sus gastadas piernas y chilla fuerte. Eso permite que Julita frene de golpe y retroceda saliendo a toda volada del jardín.

 Parece que la abuela, cansada, se detiene cerca de Julita, quien puede escuchar lo que la abuela dice: -Mosquito mal nacido, espero haberte matado, no me dejaste dormir en toda la siesta. Estoy más cansada que cuando me acosté. ¿Señor, para que creaste a los mosquitos? La verdad que no les veo la utilidad. Te pican, y ´pican, y pican yéndose lo más campantes. Dejándote llena de ronchas por rascar. Y encima hacen un ruido que anticipa su llegada y te pones, antes de que lleguen, llena de manotones. ¿Te habrás equivocado Señor?

 Lentamente la abuela va regresando a la casa (está cansada) y ve a Julita en una flor: –Ves Señor, aquí has hecho muy bien. Las abejas son bellas, trabajadoras, recolectan néctar y polen para llevarle a su reina y a sus bebés. Y fabrican la dulce miel que a mí me encanta comer sobre el pan calentito recién tostado. Y siendo tan útiles y bellas, si alguna vez pican se mueren. Dicen que solo pican por defensa propia, o de su enjambre. Y Tú permites que ellas se mueran y los desagradables e inútiles mosquitos chupasangres, pican y engordan. ¡Tantas veces no te entiendo Señor! Conste que no hago ninguna alusión política, ni social. Y dirigiéndose a Julita la abuela le dice: -Bonita abejita, no tengas miedo, nunca te haría daño, sigue trabajando preciosa, que las flores están maduras, perfumadas y fabrícame la rica miel.

 Mientras tanto a una cierta distancia, atento a las manos de la abuela y a ese tacho maldito, el mosquito Mojin observa y escucha. Ve que Julita está temblando de miedo y no entiende por qué, si la loca de la abuela la acariciaba con palabras.

 En cuanto la abuela retoma el camino de regreso a la cama, Mojin le zumba a Julita:-Hola abejita ¿Por qué tiemblas, si la vieja solo hablaba con palabras más dulces que el néctar de esa flor?

 Julita aun tiritando, lo mira y responde: -¿Por qué molestas a la abuelita picándola cuando intenta dormir?

 Mojin: -¡No respondes a mi pregunta y encima me haces otra ofensiva!

 Julita: -No es mi intención ofenderte, solo quiero saber. Yo le temía, por eso temblaba. Porque cuando los humanos se asustan ante la presencia de una abeja, suelen dar manotazos o buscar algo para matarnos. Y ahí, a veces sin querer, les clavamos el aguijón.

 Mojin: -¡Lo ves, lo ves, ustedes también pican!

 Julita: -Sí, la diferencia es que nosotras nos morimos al hacerlo y para colmo no es una acción voluntaria, sino una mera reacción refleja. ¿Y ustedes por qué pican?

Mojin: -Y qué se yo porque pican los otros, yo pico porque necesito nutrirme de sangre caliente, para así hacer mis huevos.

Julita: - ¡Ah! ¿Tú eres una hembra y estás fabricando huevitos?

 Mojin: Y sí, yo fabrico los huevos. Y me parece que es un acto tan involuntario como el tuyo cuando clavas el aguijón. En cuanto a comer, me gusta libar el néctar de las flores como a ti. Todos nosotros nos alimentamos de néctar, pero nosotras las hembras, para fabricar los huevos, necesitamos sangre y calor. Después pongo los huevos en un charco de agua, una tapita de cerveza con agua me basta, o en el pasto húmedo y chau, me voy. Gustar no me gusta la sangre, pero la necesito, las cosas son así. De este modo estamos hechos.

 Julita: -Pobre Mojin, al final eres tan esclava como yo. La abuela le preguntaba a un Señor que yo no veía y parece ser el creador de casi todo, para qué había creado a los mosquitos. Yo tampoco sé para qué me creó a mí. Todo el día del panal a las flores y de las flores al panal. De todo lo que recojo consumo casi nada. Todo para la Reina y sus larvas. Los humanos nos echan un espeso humo que nos atonta y se roban gran parte de la miel y el polen. Por eso no se puede parar de recoger néctar y fabricar, fabricar y seguir fabricando miel. Aun así me gusta volar, e ir de flor en flor, tomando Sol. Aunque no me gusta que me aplasten o envenenen. Los humanos echan mucho veneno sobre las flores. Me pregunto: ¿Para qué habrá creado este Señor a los Humanos? Porque los debe de haber creado él también.

 Mojin: -Yo sí sé, es el más fácil de picar porque tienen una cubierta blandita. Ese Señor los creó, para que los mosquitos hembras les chupemos la sangre y formemos los huevitos. Y así la cadena que nunca parece terminar. Y también sé por qué las creó a ustedes. Para que fabriquen la miel que tanto les gusta a los humanos y endulcen la sangre, que luego nosotras chupamos.

 Julita:-¿Viste esa flor celeste, con pétalos tan suaves? Tiene el néctar más dulce del jardín de esta abuelita. ¿Las probaste Mojin?

 

 Teresa Columna -  2020

sábado, 25 de septiembre de 2021

 



                            Sé que vengo de la fuente

                            y a la fuente volveré

                            tratando de ser buen hijo,

                            al tiempo regresaré.

                                 

                                           Alberto Coronel - 2021



viernes, 24 de septiembre de 2021

 

Reflexión 

 

Era yo muy pequeña cuando Gandhi fue cremado tras su trágica muerte, mas siempre he sentido que vivió en mi tiempo, y sus palabras aun resuenan en la esperanza de que impere el respeto, fuerza necesaria y suficiente para detener la violencia. Tarea nada fácil; él decía: “La recompensa está en el esfuerzo, no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa.”

 Martin Luther King, fue otro de mis contemporáneos que tomó el estandarte de la no violencia y tal como hiciera Gandhi, cambió la historia.

 

Asunción 2010

jueves, 23 de septiembre de 2021

 

Diálogo

Cuidando a Fer.

Hoy tuve una conversación especial con Fer. Desde que voy a su casa a cuidarla, siempre nos sentamos a jugar, pero esta vez quiso conversar.

- ¿Cómo seré cuando sea grande? – preguntó reflexiva y jugando con una florcita entre sus manos.

- No sé, hacés preguntas muy difíciles – respondí.

- A veces, cuando miro las estrellas, me pasa que todo se hace más simple y relativo, que los problemas pasan y se solucionan… - reflexionaba.

- Es que es así, una toma distancia y ve con más claridad –contesté

- Quisiera visitar la Comunidad de Embalse como hacen mi papá y mi mamá -agregó

- Vas a poder ir. Es mejor que hagas las tareas – sugerí. E intrigada, seguimos contando números.

La tarde continuó entre números y juguetes y llegó la hora de irme. Me retiré en medio de una tormenta que quería despertar.

Fer tenía grandes anhelos que perduraron hasta la edad adulta. No sé si logró cumplirlos, creo que no, pero conquistó mi corazón entre observaciones y chistes, entre ratos tempestuosos y calmos.

                                                               Gabriela Medawar - 2020

miércoles, 22 de septiembre de 2021

 

Encuentro en el túnel del tiempo

Buscando viejas fotos para mostrar a mis nietas, me encontré con una, muy descolorida, de mi infancia. En ella se ve una niña, yo, de unos diez años, parada en un andén viendo el paso de los trenes.

Y de pronto, me vi allí como si hubiese entrado en el túnel del tiempo, parada frente a aquella niña que fui.

-¡Hola Nelutsa! Recuerdo que así te decía mamá. Eras una niña introvertida, callada y un poco melancólica. Pero estabas llena de fantasías y sueños. ¿Quieres contarme?-

La invité a que nos sentáramos sobre un banco de la estación para conversar. ¡Había tanto que decir! Noté, en un principio, que seguíamos teniendo el mismo amor por los trenes, las vías y las partidas.

La pequeña me miró extrañada, con sus ojos muy abiertos por la sorpresa y su timidez. Flacucha, un poco desgarbada y mirando el piso aceptó mi propuesta.

-Siempre soñabas con viajar lejos e irte a lugares inexplorados para tener novelescas aventuras- le dije para provocar el diálogo.

Nelutsa, tímidamente, se animó a preguntar- ¿Usted ha viajado a alguna tierra lejana, a algún país exótico?-

-Sí, por suerte -le respondí -Pero no tantos como hubiera querido.

-Yo deseaba ser bailarina clásica, pero papá no quería ni escuchar hablar de ello- dijo con tristeza- Me obligó a estudiar piano que lo odiaba. Pero yo me pasaba bailando en mi habitación, al son de hermosos valses vieneses. Me imaginaba vestida con primorosos tutús y con zapatillas de punta.

-Mmm, sí, lo recuerdo. Y sabés algo, ahora disfruto de ver bailar a mis nietas. Todas heredaron mi amor por el ballet- Nos quedamos un rato calladas…pensativas…

-¿Cómo es ser grande? ¿Es difícil? -preguntó Nelutsa.

-¡Uh! ¡Qué pregunta! Se aprende de a poco, paso a paso. Hay que ir aceptando cada etapa de la vida. Hay momentos que son difíciles pero si los enfrentamos con coraje, crecemos y maduramos. ¿Te acordás cuando mamá te mandaba a encerar el parquet de tu cuarto? ¡Te parecía una enormidad de trabajo! Y, sin embargo lo lograbas haciéndolo de a poco- le dije esperando que me comprendiera.

-Cuando nació Jorgito, nuestro hermano, vos disfrutabas mucho de cuidarlo, de jugar con él y de sacarlo a pasear por la vereda. Jugabas a ser mamá.

-Y Nela ¿Disfrutó de ser madre, abuela y bisabuela?- preguntó la niña.

-¡Sí, claro! Pero también idealicé un poco la maternidad. La vida no es como la soñamos. Aunque, a veces, resulta mejor.

-Nela, usted ¿Es feliz?

-Lo soy, querida niña. Lo soy desde aquel momento en que decidí perdonar y perdonarme y pude aceptarte, aceptarme. Ahora quiero abrazarte y amarte ¡Te quiero mucho, Nelutsa!

-¡Ah!-respondió-¡Entonces valió la pena crecer!

Nela Bodoc - 2020

 

 

martes, 21 de septiembre de 2021

 


        Mi pasado

 

El puñado de tierra

que guardo en mi mano

conserva los siglos

de la humanidad.

 

Huesitos de polvo

y arena dorada,

con vidas y muertes

mezclados están.

 

Tal vez una tarde

de tantas del mundo,

me viste contenta

bajo este mismo sol...

o moría en la angustia

encerrada en la cárcel

de alguna experiencia

que no trascendió.

      

         Mirta Fernández 2021

lunes, 20 de septiembre de 2021

 

Meditación

 

 El Amor Sobrevuela

Detrás del velo

Somos uno y todo, en el mismo instante.

Recorremos esta realidad en una sola dirección.

El sol es uno en este sistema, un gigantesco ser

con la misión de velar la posibilidad de la manifestación física.

En una visión del orden cósmico, iluminar la Gran Idea.

Avanzamos al unísono dándole vida a la gran sinfonía universal

Nos concebimos separados… y esa es la Gran Ilusión.

De cada ser nacen hilos de plata, de seda, de oro, de materiales desconocidos, sutiles,

Y que poco a poco las experiencias tejen la Gran Trama, aún desconocida en su totalidad.

El amor es la Gran Fuerza, que sostiene, que aglutina, que ejecuta, que arrasa.

Marca el compás de cada uno en el todo y del todo en cada uno, emulando el latido del corazón más pequeño hasta resonar en el universo todo.

Somos nada, silencio, misterio; luz y oscuridad, instante y eternidad.

                                                                              Sella - 2020

domingo, 19 de septiembre de 2021

 

                    

                                La gota brilló

                            Dentro del bello cáliz

                            Que agua pidió.

 

                                       Nela Bodoc - 2021

 

sábado, 18 de septiembre de 2021

 

Micro cuentos

Recuerdos

Miro tu foto y un universo de recuerdos se despliega ante mí.

                        Te extraño.

María Eugenia Bazzalo

viernes, 17 de septiembre de 2021

     Lápiz Creativo 2021


                                                Trabajo creativo en equipo

                        Me saca de mi centro, aprendo a escuchar, a respetar al otro, a

                        imaginar por qué dijo lo que dijo (o escribió lo que puso). Me

                        pregunto: ¿Cómo se sentiría el que escribió antes que yo?

                        Me gusta compartir ideas. Tengo que estar atenta para no criticar.

                        Leer con mirada limpia para incorporarme al grupo sin prejuicios;

                        quedarme dentro del tema expresado y no dejar que mi atención

                        vuele.

                        Este trabajo es creativo, es nuevo, es un trabajo sincero y honesto.

                        Te sigo, me sigues; te leo, me lees. Te acompaño y seguimos

                        juntas.


                                                                                            Clara Molina

jueves, 16 de septiembre de 2021

 

*El cuento viajero 

                                                                             

El signo de Zukehys

Abrió la puerta, los colores ya no eran los mismos. 

En ese instante se cruzaron sus miradas y una sonrisa cómplice se dibujó en sus rostros. 

Los soles dorados, con potente luz y cálido movimiento, dejaban su lugar a la noche fresca enmarcada por dos lunas violeta azulado que lo cambiaban todo. Eran los únicos del planeta Tierra en esta ciudad alejada de la galaxia. 

¿Era real, o tan solo un sueño? -se preguntó ella ¡El día anterior a la mañana todo era tan rutinario! Enfrascada como siempre en su trabajo no se había percatado de que todo había cambiado. ¿Había cambiado? 

Miró a su alrededor y efectivamente todo había cambiado. Estaban en esa ciudad que ella había soñado tantas veces. Nunca imaginó estar viviendo esa realidad. 

Una ciudad extraña en un mundo casi desconocido, tan lejano que parecía  imposible que se hubiesen encontrado dos terrícolas y que simplemente con una mirada hubiesen conectado sus almas, y un amor que parecía emerger desde la noche de los tiempos los envolvía. 

- Alina –se presentó ella con una sola palabra. 

- Jerzo –contestó él, y agregó -¿Qué te trae por aquí?- ambos estallaron en ruidosas carcajadas que les hicieron sentirse estrechamente unidos. 

Alina vestía un traje que cubría todo su cuerpo, similar al que usan los astronautas, Jerzo quiso saludarla con un apretón de manos, lo cual ella rechazó de forma tajante. -Ya no acostumbramos esas prácticas- dijo con indiferencia y frialdad. 

Quedó un tanto confundido con su actitud. Se sentía tentado por conocer la causa del extraño e inexplicable comportamiento. Se quedó en silencio, observándola detenidamente, y se alejó sorprendido al ver sus ojos fijos en la nada y distantes de él, ya no era la misma chica alegre y risueña que conoció en otro tiempo. 

Ambos tenían en común la vestimenta, un traje enterizo que los protegían de las inclemencias del universo. También vivían en la luna de la Tierra, y aunque sus orígenes fueran distintos, la pasión por el trabajo los conectaba como hermanos. 

La suave brisa de las dos lunas jugó con el cabello de Alina, dejando al descubierto un pequeño tatuaje en el cuello, cerca de la oreja. 

El joven lo reconoció inmediatamente. Era el símbolo de Zukehys. ¿Qué tenía que ver, ella con eso? -Se preguntó angustiado -¿Será un símbolo del grupo de sacerdotisas, que deben mantener cierta castidad, lejos de cualquier contacto físico? Pero estamos en el año 2050, no en el pasado con prejuicios, sermones y normas. La felicidad de reencontrarnos dos terrícolas en esta ciudad de la galaxia. Pero no debo deprimirme y exagerar, hace mucho que no voy a reuniones y las normas  y costumbres han cambiado ¿Será para evitar cualquier  contagio?  -Recuerdo las historias contadas por mis abuelos sobre la pandemia de los años 2020 a 2022, tantos muertos por contagios por no respetar los protocolos. 

 La felicidad del viaje, ver la belleza de esa ciudad de la galaxia, con sus soles dorados, que dejaban su lugar a las dos lunas violetas y la presencia de Alina han desequilibrado su aparente estabilidad.  -Ella seguro me explicará más tarde sobre los tatuajes y su significado. Trataré de controlar mí inseguridad y ansiedad- se dijo para tranquilizarse.

Entraron juntos al globo, una especie de burbuja trasparente donde se refugiaban durante las horas de oscuridad. Él pensó restablecer la comunicación y se dio cuenta que no era el momento, se fueron a descansar en un profundo silencio. 

A mitad de la noche todo se estremeció y una fuerte luz los cegó temporalmente; cuando Jerzo pudo ver nuevamente, notó cómo el tatuaje de Alina brillaba, pero además cambiaba de forma hasta llegar a ser un círculo con dos pequeñas lunas en su interior. 

Se acercó lentamente a ella y cuando estaba a un metro, una fuerza invisible lo empujó hacia atrás, y un grito angustiado salió de su garganta casi como un lamento – ¡Alina! 

Ella ya no estaba allí. 

La noche reflejaba la serenidad poblada de estrellas, imperturbable, y allí Jerzo, queriendo abarcar todo el universo abrió su mente y su corazón en un profundo pedido. Esta sería una prueba para él. Se preguntaba si aún tenía la conexión con los Guardianes de la Luz, pues hacía unos años que no pertenecía al equipo de primera línea, nadie respondió. Volvió a intentarlo con más fuerza y concentración, ¿Dónde está Alina, la persona con la que compartió momentos, experiencias y un amor que no termina? 

Poco tiempo después una pequeña nave se estacionó cerca de las colinas, dos seres radiantes de juventud y belleza  bajaron de ella y se dirigieron hacia la burbuja. 

Jerzo, con una mezcla de alivio y alegría al ver a los Guardianes de la Luz, sus entrañables amigos, explicó nerviosamente el breve encuentro con su amada Alina y su desaparición ¿Se la habría llevado el Amo de las Tinieblas? ¿Estaría ya bajo su influjo? ¿Representaría ese extraño tatuaje una forma de rastrearla? Esa frialdad… ¿Sería parte de una dominación sutil de esa oscura entidad? 

Los Guardianes de la Luz lo envolvieron en un cálido abrazo de luces increíbles. “No temas” -le transmitieron telepáticamente, que era como ellos lo hacían. “Alina está bien, haciendo un viaje interestelar” 

¿Adónde? ¿Por qué? -gritó Jerzo, olvidando donde estaba. 

-Es su misión. Hay lunas que se abren, soles que se pierden, estrellas tristes que dejan de brillar. Ella los pone en orden.

¿Cuándo volverá? -preguntó Jerzo desalentado, mirando el horizonte tornasolado. Los Guardianes sonrieron, extendieron sus manos brillantes como para acariciarlo. -Alina está feliz. ¿Te imaginas su vuelo? 

                                                               Trabajo colectivo. Taller Lápiz Creativo - 2021 

Participaron:

                 Mirta Fernández  - Gaby Medawar  - Marta Ibáñez - Clara Molina  -  Estela Puebla

Any Muñoz -  María Eugenia Bazzalo  -  Nela Bodoc  -  Mary Farías  - Stella Maris Olivera

 

*El cuento viajero: llamado así porque es creación de todas y cada una. Utilizamos para eso el correo electrónico, una participante escribió el primer párrafo echando a rodar la historia y se lo envió a la persona elegida para administrar el ejercicio, que se encargaba de enviarlo a otra, y así sucesivamente. Quien lo recibía le agregaba un párrafo continuando la idea, imaginando con creatividad la secuencia de la historia. Lo devolvía, y se repetía el ejercicio con otra participante.

Corregido y elegido el título entre todas en plenaria.

...

 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

 

            Soledad

Sentado frente al mar estaba pensativo,

recordaba lo efímero de sus años dorados,

añoraba a su amada, el jardín florecido

y el momento arrobado del verano tardío.

Hoy anhela los sueños en olvidos sepultados.

Extasiado de aromas y pensamientos sombríos,

su estructurada vida extravió su camino,

y vaga errante en el silencio, atormentado.

El que otrora fuera feliz y comunicativo

hoy es sólo una sombra del pasado cautivo.

 

                               Ana María Muñoz - 2020

 

martes, 14 de septiembre de 2021

 

                                                                    Oficios.

Hay tantas memorias que vuelven a mí súbitamente en los momentos menos esperados. Son recuerdos antiguos que se han enterrado en mi memoria entre tantas experiencias nuevas. De vez en cuando, mi cerebro limpia y los saca a flote para que no se pierdan en el olvido. La mayoría de las veces me da alegría, es como desbloquear un recuerdo que siempre estuvo allí, sin embargo a veces me da nostalgia.

Aquella vez fue un caso extraño. Volví a casa de mis padres para pasar el verano. Al dejar el campus, el sol desprendía un calor insoportable; pero en aquel pequeño pueblo a las afueras de la ciudad, llovía en abundancia. El micro me dejó en la familiar parada y caminé pueblo adentro bajo la lluvia por las calles de tierra, que ahora eran barro. El detonante del recuerdo fue la puerta de cerca de madera astillada del terreno de enfrente al de mis padres.

Era un domingo igual de lluvioso, y mis padres habían recibido una llamada urgente de mi tía. De esas llamadas que los adultos no mencionan a los niños y que traen consigo dejarlos al cuidado de alguien. Mi única preocupación en el momento era hacer el cuestionario sobre el trabajo de mis padres que me habían mandado de tarea de la escuela y para ello necesitaba entrevistarlos.

Pero ellos habían subido al auto despidiéndose apuradamente y me habían dejado con un paraguas frente a aquella blanca tranquera astillada. Entonces desde adentro del frondoso jardín había aparecido Carlos, un hombre que ya estaba en sus setenta y tantos años. Llevaba un largo tapado impermeable que hacía parecer su espalda más ancha. Me había abierto la cerca y llevado hasta la pequeña casa en medio de los árboles.

Carlos y Julia solían ser nuestros vecinos y ellos me cuidaban ocasionalmente. Era más Carlos el que me cuidaba. Él se ponía a trabajar en la galería trasera de la casa, donde tenía grandes fuentones, cepillos y una pila de ollas y cacharros, y yo lo seguía de un lado a otro haciéndole preguntas sobre esto y aquello. En cambio a Julia casi no la veía, era una mujer alta con una cara muy angulosa y rasgos afilados. Permanecía dentro de la casa y yo solo la veía salir a la hora del almuerzo. Lo que más me conflictuaba era obtener una respuesta directa de ella a mis numerosas preguntas.

Aquel día fue cuando entré por primera vez a esa casucha que parecía incluso más pequeña desde adentro. Las paredes eran de ladrillo al descubierto y el piso era un conjunto de baldosas color verdoso. En el centro había un tablón sostenido por dos caballetes donde Carlos había regresado a su tarea de cortar verduras en cubitos para la cena. Detrás de él se levantaba un gran horno a leña acompañado de algunos estantes llenos de víveres.

En un rincón de aquel cuarto estaba Julia sentada en un banquito de totora frente a un minúsculo escritorio. Sus largos dedos se deslizaban rápidamente sobre el teclado de una ruidosa computadora portátil. A su izquierda se levantaba sobre el piso una gran pila de papeles amarillos. Finalmente, sentado en una silla al costado del tablón estaba el inquilino leyendo un libro. Yo no entendía muy bien qué significaba inquilino, solo sabía que todos los meses una persona llegaba a esa casa y eso me permitía hacer más preguntas.

Pero en aquel momento no me habían importado el inquilino ni las preguntas. Debía responder el cuestionario sobre mis padres. Carlos me había arrimado un banquito al tablón y yo había desplegado sobre él mis hojas. Pero no había podido responder nada de nada. Sabía que mi madre era psicóloga y también que mi padre trabajaba en una empresa, sin embargo no comprendía qué era lo que hacían. Estaba perdido.

Desde su rincón, Julia ejecutaba una tarea con gran diligencia. Primero tomaba un papel de la pila y lo pinchaba en un tablero que estaba colgado en la pared frente a ella. Luego movía los dedos apretando teclas aquí y allá mientras su cabeza se dirigía desde la pantalla hacia el tablero y desde el tablero a la pantalla.

Finalmente se detenía. Arrancaba el papel del tablero, lo arrugaba y lo echaba a un cesto. Y volvía a tomar otro papel de la pila. Cuando el cesto acumulaba mucho papel, Julia se paraba del asiento y energéticamente lo vaciaba alimentando el horno de leña.

Yo había mirado al inquilino con gran curiosidad, era un hombre flacucho y llevaba sobre su nariz unos lentes increíblemente grandes. Leía un libro sin título, aparentemente concentrado. Me había devuelto la mirada por encima del libro. Yo había mirado a Carlos y luego a mi tarea, y entonces se me ocurrió.

-Carlos, -le había llamado-. ¿Cuál es tu trabajo?

Él había levantado la cabeza de la tabla de cortar y pensado por un segundo.

-Lavar cacharros- había dicho con un dejo de orgullo. -Ollas, paellas, vasijas, todo lo que se te ocurra.

Anotadas rápidamente esas palabras en mi hoja bajo el título “Padre”, había leído la segunda pregunta “¿Qué hace en su trabajo?”. “Lavar cacharros”, había escrito con un pizca de felicidad ya que era tan fácil. Pero aun así sentía que me faltaba más.

-Julia,- dije mirando hacia el rincón.- ¿Cuál es tu trabajo?-.

La mujer había despegado su vista de la computadora y girado sobre el banquito para poder mirarme. Hasta el inquilino había levantado su cabeza de libro, expectante.

-Mmm… Soy la única en el pueblo, de la cual todos saben, que tiene una computadora- había respondido como si fuera totalmente entendible.

El inquilino había bajado su mirada de vuelta al libro, insatisfecho. Al contrario de mí, que había escrito su respuesta bajo el título de “Madre”, sin darle demasiadas vueltas.

-Y ¿qué haces en tu trabajo?-había preguntado a Julia que ya se estaba girando de vuelta a la computadora.

-Pasar a digital el contenido de estos papeles- señaló la pila de papeles amarillos.

Había escrito la respuesta antes de olvidarla. Por un momento, había creído que la tarea estaba bien, pero a decir verdad se veía un poco incompleta.

-¿Y tú qué haces?-le había dicho al inquilino.

Él me respondió con un acento indescifrable, mencionando algo relacionado a viajar e insectos. “Viajero, caza insectos”, había escrito debajo del título “Inquilino” y luego había guardado mis hojas de vuelta en la mochila, dichoso de haber terminado al fin.

Lo siguiente que recuerdo es la cara de la profesora cuando le entregué la composición. Mis padres se habían mudado al pueblo cuando yo había nacido, pero habían insistido en que  asistiera a la primaria de la ciudad donde los trabajos “Lavador de cacharros”, “Dueña de computadora” o “Viajero cazador de insectos” no eran muy conocidos.

 

Carolina Solsona - 2020

 

 

lunes, 13 de septiembre de 2021

 

Descripción

Una frutilla

 

En la frutera que tengo sobre la mesa de la cocina, se destaca un puñado de frutillas, en especial una de ellas, por su aspecto y tamaño.

Es de un intenso color rojo brillante, que resalta aún más por las hojitas verdes que la coronan, como si la naturaleza hubiese querido realzar su belleza.

Tiene una forma perfecta, casi, como un corazón, que no late pero que vibra, ansioso, esperando ese momento de entrega, cuando un humano hinque el diente en un impaciente mordisco.

Al tacto, su superficie es fresca, suave, y al mismo tiempo algo rugosa, por los hendiduras donde anidan las pequeñas semillas, que algún día se volverán en nuevas frutillas.

Un suave e inconfundible aroma se desprende impregnando la cocina. Y mientras la sostengo entre mis dedos, disfrutándola con todos mis sentidos, menos el gusto por ahora, escucho su mensaje.

Me dice que la observe detenidamente y sea consciente que es una obra maravillosa de la naturaleza. Y que es la más seductora de las frutas. Infaltables en las más grandes fiestas e importantes festejos.

 

Poesía

Deleite

 

¡Oh bello y apetitoso fruto

que traes todo el placer

que los dioses y los reyes

supieron saborear

en todos los tiempos!

Yo me siento afortunada

de tenerte en mi mano

y deleitarme con tu aroma,

mientras imagino la dulzura,

que me vas a regalar,

después de estremecerme

con la acidez del primer bocado.

seducida por tu rojo encanto,

¡Oh, corazoncito vegetal!

que entregas sin mezquindad,

este éxito dela madre tierra.

 

Nela Bodoc

viernes, 10 de septiembre de 2021

 

                    

                    La claridad del camino alumbra mi fiel destino.

                                        Alberto Coronel

 

       

         Lo inevitable

        Tibia, perfumada entre las sombras, brillas, iluminas.

        Lánguida, despojada entre las hojas, soplas, levitas.

        El tiempo deshoja tus capas etéreas…

        Al unísono susurras, cantas y en cada rincón resuenas.

        Tiempo y espacio en espiral se alinean, sola en pasiva rebelión

         abandonas la individualidad y te unes al todo.

        ¡Bienvenida a casa!

                                                                              Sella-2021

jueves, 9 de septiembre de 2021

                                    


                                      Mi mente abre sus alas

cual si fuera inmenso manto

aroma de amor y cantos

llenan todos los rincones,

envío mis intenciones

por los campos y praderas,

bendecida está su savia

de energías verdaderas.

                                                        Alberto Coronel



miércoles, 8 de septiembre de 2021

 


Audaz amanecer

 

El silencio de este amanecer es ensordecedor, pensé, ni bien me apoyé en esa piedra ya harto conocida.

El agua más cristalina que nunca, fría como pocas veces, parecía colarse en mi cuerpo. Extremadamente fría.

Y nadie. Nadie a mi alrededor. Pensé: ¡Es una maravillosa mañana! El sol empezaba a calentar el aire, el viento se aplacaba.

Extrañaba a mi compañera. Algo rara su ausencia. Miré a mi alrededor buscándola, pero no, no la veía.

Entonces divisé el vuelo rasante de una gaviota…elegante, delgada, como salida de un cuento de hadas.

Yo acurrucado, echado sobre la piedra, sentía la soledad encima, y empezaba a pesarme. Pero no quise, o no pude, dar rienda suelta a mi tristeza. Entonces en un acto de arrojo y valentía abrí mis aún robustas alas de cormorán y alcé vuelo.

 

Adriana Brescia

martes, 7 de septiembre de 2021

 

Alguien que vivió

Escribe un poeta, (o una poeta). Lector asiduo de grandes autores como Borges, y parece estar desilusionado de la vida, de su vida, o de su obra.

Pero escribe bonito, escribe bien, con rima y hace poesía. Cuenta de su vida como haciendo un vuelo rasante de todo lo ocurrido o imaginado, que es mucho.

Nada es satisfactorio. ¿Todo fue en vano?, ¿Qué esperaría? ¿Cuáles habrán sido sus sueños?

 

Clara Molina

 

Inspirado en el poema “Escribir”, de Asunción Ibáñez

lunes, 6 de septiembre de 2021

 

Una vida, muchas vidas

 

Ella es una anciana rodeada de recuerdos, que la acompañan en su soledad.

Sabe que la muerte la acompaña, pero no rechaza su presencia porque hace más intenso su presente.

Fue era una maravillosa actriz en sus años mozos. Y sigue siendo, aunque no pise un escenario.

Viajó por el mundo llevando su arte a grandes ciudades, a famosos teatros. Vivió muchas vidas, aunque fueran solo prestadas. Fue Julieta o Desdémona. Fue Nora en “Casa de muñecas”. También Blanche en “Un tranvía llamado deseo”. Y muchas otras…

Tuvo amores y pasiones, que hicieron de su existencia un torbellino de alegría y dolores

Estuvo rodeada de admiradores hasta que su belleza se fue escurriendo entre los dedos del tiempo. No supieron ver la otra, la de su gran espíritu, mientras su talento seguía creciendo.

La llegada al mundo de su único hijo, le trajo sosiego, paz y una razón más para vivir a su cercano medio siglo de vida. Pero el hijo creció, y un día se fue a buscar otro horizonte, uno lejano y propio.

Ahora vive sola, olvidada por casi todos, con el peso de sus fantasmas. Recuerda, escribe, recuerda. De esta forma exorciza sus demonios, porque siente que la muerte está cerca. 

                                                                                                             Nela Bodoc

 

 

(Inspirado en el poema “Escribir” de Asunción Ibáñez)

 

viernes, 3 de septiembre de 2021

 

Haiku

 

Montaña fresca

ocaso y lejanía.

Casa de piedra.

 


La vida tiene vaivenes

en su eterno devenir,

frecuente ir y venir

que a menudo desorienta,

pero el alma que está atenta

siempre reencuentra su rumbo,

al hurgar en sus adentros

¡Que el amor sostiene al mundo!

Alberto Coronel

jueves, 2 de septiembre de 2021

 

TRES VECINAS

La cabaña era oscura y estaba en medio del bosque, al lado de un arroyo. Allí se reunían los magos a discutir sobre fórmulas y magias solo las noches de luna llena, pero habían habitantes permanentes en ella: Rita, la araña tejedora, que hacía con sus propias patitas finitas unas telas que lucían bellamente en los rincones, que además de embellecer el lugar servían para cazar mosquitos y polillas que serían su alimento y además mantenían el ambiente libre de insectos voladores. De todos, menos de una inquieta y rezongona mosca llamada Quita.

Quita vivía allí desde que nació, por lo que se creía la dueña de la cabaña. Le molestaba enormemente la presencia de Rita, con su manía de tejer y tejer trampas.

Afuera, en el jardín, vivía Luisa, una mariposa de mil colores, que espiaba a las dos habitantes de la cabaña por las ventanas. Le causaba mucha gracia la aparente enemistad de sus vecinas, por lo que decidió invitarlas a tomar el té. Dicha invitación causó conmoción en Rita y Quita, quienes nunca se habían alejado de las paredes de la casa.

Superaron sus diferencias y temerosas salieron al jardín, tomaron el té con néctar de flores que les ofreció Luisa, y conversaron, rieron y cantaron las tres juntas. Superaron sus prejuicios y sus miedos.

Y las habitantes de la cabaña regresaron transformadas en buenas amigas y lo fueron para siempre.

                                                                                  Ami

 

miércoles, 1 de septiembre de 2021

 

                    ARROBAMIENTO

 

        Aliento…        estoy viviendo

                                           inmersa en luz,

                                           seres amados.

 

                    Quimeras…    estoy soñando

                                           ángeles alados,

                                           alma pequeñita.

 

                    Sonidos…       estoy cantando,

                                           dicha infinita,

                                           abundante calma.

 

                    Sentidos…     estoy gozando,

                                           despierta el alba

                                           de mi entereza.

 

                    Lágrimas…     estoy llorando

                                           y no es tristeza,

                                           es sin razón.

 

                   Expresión…    estoy riendo

                                           en mi corazón

                                           que ahora calla.

 

                 Sentimientos …estoy orando

                                           tranquila playa,

                                           siembra de amores.

 

        Deseos…       estoy queriendo,

                                           cultivo dones

                                           sin tomar nada.

 

        Ofrenda…      estoy llevando

       manos colmadas

                                           y suave aliento.

 

        Estoy…         viviendo,

                                          cantando,

                                          riendo,

                                          amando…

 

                                           Y a lo Divino

                                           Agradeciendo.

 

 

 

            Asunción Ibáñez - 2003

 

 

  Reflexiones                                                                                                           CAMINO       ESPIRIT...