jueves, 30 de noviembre de 2023

 


                                            Crisol de razas

No sé, quizás hayan nacido, al menos uno de ellos, a fines del siglo 19, porque yo los conocí cuando eran mayores.

Según escuché alguna vez en la familia, se trataba de una historia que nadie quería juzgar y que todos aceptaban como muy natural.

Cuando Francisca tenía 16 años, en una fiesta del pequeño pueblo en que vivía, vio por primera vez a Mohamed. Y él la vio a ella, y la invitó a bailar.

La noche prolongaba la fiesta, y los músicos no detenían sus manos ejecutando sus instrumentos. Apenas una pieza concluía comenzaban con otra, o con la misma, pues al paisanaje no le interesaba tanto la música sino la diversión.

Así que esta pareja disfrutó largamente y al final, él le prometió que iría al día siguiente a pedirle a don José el permiso para frecuentar su casa y para verla. Ella estaba rebosante de felicidad, no así sus hermanos y hermanas.

Al día siguiente y tal como prometiera, el joven se presentó en casa de don José López y Alcázar, inmigrante español que se radicara en estas tierras con toda su familia, huyendo de la guerra y el hambre, aunque sin renunciar a su patria ni sus costumbres.

Ante el educado pedido del joven Mohamed las mejillas del padre de familia se tiñeron de rojo, y conteniéndose para no demostrar ira negó rotundamente toda posibilidad de cualquier relación entre algún miembro de su familia y la del visitante, que eran libaneses.

Mohamed escuchó impasible el corto discurso de don José, y contestó: “Como usted diga, señor, buenas tardes.” Y girando sobre sus talones se marchó.

Pasaron seis años en los que Francisca recibió muchas invitaciones a fiestas, y a las que asistía con alegría, divirtiéndose mucho, y en las que encontró muchos pretendientes pero ninguno de su agrado, según parecía.

Y llegó el día del cumpleaños de Francisca, ella festejaba feliz con su familia, un cumpleaños especial pues ese día cumplía su mayoría de edad.

Y también llegó un invitado muy especial: Mohamed, llevando en brazos un enorme ramo de rosas, y una gran sonrisa en su varonil rostro moreno. “Feliz cumpleaños, querida Francisca. Y señor José, usted y toda su familia, como toda mi familia, estarán invitados a nuestra boda, ya les diremos el día, cuando el Registro Civil nos dé fecha.

Como dije, los conocí cuando nací, a mediados del siglo 20. Tenían un hijo y dos hijas, y eran muy felices mis tíos abuelos, hasta el final de sus días.

Y en una tumba, en el cementerio de la ciudad, hay una lápida con dos fotos, una de una mujer rubia, llamada Francisca, y a su lado una cruz; y otra de un hombre moreno, llamado Mohamed, junto a una medialuna y una estrella, y debajo de ambos recordatorios una frase, “Felices para siempre”.

 

                                               Iris Nely - 2022

miércoles, 29 de noviembre de 2023

 


Flor de jazmín.

Llegas en manos amorosas

con tu figura insolente,

tu blanco níveo, oloroso,

que perfuma e invade, impertinente

como la luz de la tarde,

que solo rinde su entereza

a la oscuridad de la noche,

tu cedes a la vista tu belleza

y al aire tu esencia como broche.

 

         Marta - 2021

 

martes, 28 de noviembre de 2023

 

 

SOÑAR

Creo que al soñar entramos en una dimensión misteriosa donde vivimos otra vida. Soñé que en una tierra recóndita y húmeda yo corría y corría, algo o alguien me perseguía. Tenía miedo, escuchaba sonidos extraños que quizás no existen, galope de animales, golpeteos de pies descalzos.

Cuando ya no tenía aliento para seguir corriendo, vi una casilla solitaria y chiquita. “Ahí me escondo” -pensé y entré como pude. Aletargada por el cansancio y estremecida de frío perdía la noción del tiempo.

Algo extraño sucedía en mi ser, sentía que iba retrocediendo en edad y tamaño.

De repente era una niña pequeña que imploraba por su mamá como todos los niños cuando les pasa algo.

Desde muy lejos, desde otro tiempo y otro paisaje escuché el sonido de mi propia lengua. No entendía las palabras pero ese sonido me suavizó el cuerpo y aquietó mi mente.

Me atreví a asomarme a lo desconocido y grité -¡Mamá! -Y salí corriendo hacia ella diciendo en un idioma de niña lo que el corazón había callado hasta ese momento.

“¡Mamá! Te quiero.”

 

Clara Molina - 2023



lunes, 27 de noviembre de 2023

 Entrevista

 

        

Vida privada del Ratón Pérez

 

En mis años de trabajo como notera de un diario, nunca me había tocado una entrevista tan extravagante. Me asignaron como tarea que visitara al Ratón Pérez, en su casa, para investigar sobre su vida privada.

No tuve un buen comienzo a pesar de ser, amablemente, invitada a entrar a la pequeña cueva de este personaje. Por mi metro setenta de altura se dificultó el ingreso. Para colmo de males, la silla que me ofreció era demasiado pequeña pero traté de hacer caso omiso de la incomodidad y decidí comenzar con la tarea.

-Buenas tardes Ratón Pérez. Le agradezco que haya aceptado esta entrevista y me haya recibido en su casa-

-¡No es nada! -Me contestó, dejando relucir sus largos incisivos de roedor-

En realidad sentí curiosidad por saber cómo es una entrevista, puesto que nunca tuve una -repuso con movimientos nerviosos.

-Me gustaría saber cuándo comenzó con su conocida tarea de llevarse los dientes que los pequeños dejan bajo la almohada -

-A mi padre, ya hacen muchos años, se le ocurrió hacerlo, porque él había perdido sus dientes en una pelea. Como usted podrá imaginarse, esto es terrible para un ratón. Y se le ocurrió que podría obtener los que se le caen a los niños. No quería robarlos y por eso les dejaba dinero a cambio-

- ¿A Ud. le pasó lo mismo?- pregunté. Tomando nota.

-No. Por suerte. Pero me pareció que sería una acción solidaría, seguir los pasos de mi padre-

-¿Solidaria?- Inquirí extrañada.

-Sí, porque los niños, en general, tienen miedo y son reacios a sacarse el diente que está a punto de caer. Además lo sienten como una pérdida. Pero al ver que reciben algo a cambio, le devolvemos la alegría-

-¿Y cómo es el procedimiento?-

-Una vez que se sacó el diente, lo tiene que lavar, por razones de higiene y ponerlo bajo su almohada, junto con una cartita, aclarando qué quiere recibir a cambio. Es obligatorio que se duerma para que se cumpla su deseo. Habrá notado, usted que, por lo general, la mayoría de los chiquillos se van con gusto a la cama, en esas circunstancias.-

-¿De dónde saca, Ud., tanto dinero para complacer tantos pedidos? -Pregunté mientras sacudía mi mano, adormecida de tanto escribir.

-Yo tengo una vida muy austera- respondió, algo molesto- No tengo dinero ni golosinas para dejar. Recurro a los padres, a los abuelos o a quienes puedan colaborar. Todos aprecian mi tarea, porque alimento la ilusión de sus pequeños-

-¿Y usted que beneficio obtiene con todo eso?- Inquirí.

-¡Felicidad!- contestó entusiasta- Disfruto viendo la alegría que mis clientes experimentan al despertar y encontrar su regalito bajo la almohada. Me encanta observarlos, desde mi escondite. No me pueden ver. Saben que existo pero nunca me verán-

_¿Qué hace usted con tantos dientes que recolecta?- pregunté con sincero interés-

-¡Oh! ¡Hago muchas cosas! Esas diminutas y bonitas piezas, son realmente muy valiosas para mí. En principio, se los dono a mis más ancianos congéneres. Construyo cunitas para los ratoncitos recién nacidos. Con lo que me queda hago pulseritas para mis admiradoras.-

-¿Y qué ocurre con los dientes que le extraen o pierden los adultos y los ancianos? –

-No puedo contestar esa pregunta porque yo me ocupo, solamente, del rubro de los dientes de leche. Debería entrevistar al Ratón García, que es encargado de las piezas definitivas. Parece ser, por lo que oído, ese trabajo es más ingrato. La gente no está feliz con semejante pérdida. Para colmo de males, tienen que gastar un buen dinero para reemplazarlas por dientes postizos.-

Después de agradecerle a mi entrevistado y ya despidiéndome. Él agregó:

-Ha llegado a mis oídos que el Ratón García está proponiendo, a otros ratones, formar una ONG que se ocupe seriamente de este problema. Y eso es todo lo que sé- añadió mientras me acompañaba hasta la puerta de su cueva.

Me costó salir del entumecimiento de mis piernas y de mi cabeza, sin poder caer en la cuenta, aún, de lo acaba de experimentar. – ¡Vaya, que loco todo!-pensé.

 

                                                                                                            Nela Bodoc - 2023




domingo, 26 de noviembre de 2023

 



Escribo lo que siento, pongo afuera lo que tengo adentro, y ahora puedo observarlo desde la distancia.



viernes, 24 de noviembre de 2023

 


            Mi creencia no modifica al mundo, 

            solo limita mi mundo.


                                            MI



jueves, 23 de noviembre de 2023

  

     

                                                  Mi oración es solo mía

                                           Y la comparto, a su vez

                                           Es lo mejor de mi ser

                                           Y lo ofrendo al Universo;

                                           Tampoco es solo un verso,

                                           Es mi mejor intención

                                           Que envío del corazón:

                                           Es lo más puro que siento.

                                                                                    
                                                                    Alberto Coronel



miércoles, 22 de noviembre de 2023

 

aforismos

 

El pasado

Distintas maneras de relacionarme con el pasado:

-Una es llevarlo siempre a cuestas como una pesada mochila.

-Otra es tenerlo contenido en una valija que puedo apoyar en el piso, y por momentos observar su contenido, o desprenderme de él por algunos lapsos de tiempo.

-Tratarlo como a un abrojo enredado en el cabello, con paciencia y observación puedo ir liberándome de él.

-O una medida drástica, como tener un chicle pegado en el cabello: cortar el mechón de una vez por todas.

 

                                                                     Asumi

 

 

 

martes, 21 de noviembre de 2023

 

 

Ema, mi madre

 

Madre amada

te recuerdo a diario

por tu amor en cada tarea.

 

Te recuerdo especialmente

al viajar los fines de semana

a visitar a los abuelos.

 

Nos vestías prolijas,

decías la oración de los viajes,

cargabas el baúl del auto

con atenciones hechas por vos,

y partíamos bendecidos para la ocasión.

 

Agradezco que nos enseñabas

la historia del lugar por donde pasábamos,

los mates que convidabas,

tus alabanzas al sol que nos iluminaba.

 

El viaje desértico a San Juan

se tornaba en un encuentro de gozo,

con los cuentos que nos recitabas

y la sonrisa plena que siempre nos iluminaba.


                               Gabriela Medawar - 2023



lunes, 20 de noviembre de 2023

 

Cuento breve

 

                                               El palacio de los abrazos

 

Eloína jugaba en el parque con su perrita Melina. La perrita se detuvo junto a un banco y comenzó a ladrar después que una ancianita se había levantado y alejado con  paso tranquilo.

Eloína se acercó y encontró allí una hoja de papel, lo desdobló y en él había un mapa, unas indicaciones como las que da el GPS (doble a la derecha, cinco cuadras, gire a la izquierda tres, etcétera), que supuestamente las conduciría hasta un palacio, el palacio de los abrazos.

Entusiasmadas decidieron embarcarse en la aventura y seguir las instrucciones que, al cabo de un tiempo y después de hacer cuadras y giros a derecha e izquierda llegaron ¡Al aeropuerto!

Eloína se sintió muy desilusionada, y se dejó caer abatida y cabizbaja  sobre una banca de la sala de espera mientras Melina trataba de consolarla con sus patitas sobre las rodillas de su amiguita moviendo su colita.

La niña levantó la vista y vio cómo la gente se abrazaba; los que se debían dirigir a la sala de embarque abrazaban largamente a los que quedaban, como queriendo llevarse consigo sus calorcitos y perfumes.

Miró hacia su izquierda, donde estaba la zona de desembarque y aparecían los pasajeros que habían descendido recientemente de otro avión y se abrazaban apretadamente con quienes les esperaban, como queriendo recuperar el tiempo de ausencia.

Y los que quedaban después de que sus amados familiares partieran se abrazaban entre sí para animarse mutuamente.

¡Es verdad! ¡Hemos encontrado el palacio de los abrazos! –repetía Eloína bailando y batiendo palmas, seguida de su perrita que ladraba alegremente.

                                                                              Asumi – 2023



Consigna: recibimos el título y debíamos desarrollar un cuento breve, entre 20 y 30 líneas, de hechos simples y cotidianos que nos llevaran a descubrir el enigma del título.



 

viernes, 17 de noviembre de 2023

 

 

 

LOS MIGRANTES

La joven se acurrucó en el fondo de la barcaza tratando de moverse lo menos posible.

Se apoyó en un par de pies descalzos y sucios, probablemente de un hombre, sin atreverse a mirar hacia arriba para buscar su dueño.

Era de noche, todo se perdía entre las estrellas fugaces de la esperanza. La barcaza se movía como inventando pasos de una danza antigua.

Visualizó la luna, que divide la realidad de la imaginación, pero en su situación ya nada le interesaba.

Entumecida por el frío de la noche y el agua que la salpicaba, Uma esperaba el día como se espera a un dios redentor.

La muerte andaba suelta y al acecho en la barca.

Amaneció, el hombre se movió y sintió sus pies tibios. En ese momento la barcaza se inclinó peligrosamente y por un momento eterno les pareció que todos quedarían sepultados para siempre en esa tumba de agua.

Nadie se movió, eran muchos, y ellos lo sabían, nadie gritó.

El hombre, Rumo, alcanzó a ver la cara de ella. La reconoció. Estiró los brazos hasta su cara, ella adormilada, estaba soñando con él. La alzó en sus brazos. Les tomó un instante comprender que en verdad estaban juntos; y ya no necesitaban soñarlo.

Vine a buscarte Uma - dijo Rumo en su lengua antigua.

Uma sabía que tendrían una vida dura y con peligros, pero ella estaba acostumbrada a la miseria. Sonrió y se abrazaron.

 

Clara Molina - 2023



jueves, 16 de noviembre de 2023

miércoles, 15 de noviembre de 2023

 


Trabajo sobre dichos

 

“Norte claro, sur oscuro; aguacero seguro”

Todas las nubes arden

granas, azules,  rojas, amarillas,

desde el lejano horizonte

marchan juntas como en fila.

¿A quién obedecen las nubes?

se pregunta la gente sencilla

¿Por qué vienen y oscurecen el sur

de mi tierra trabajada y tan querida?

Todo se debe a las brujas,

repiten los pastores creyentes,

No, a las hadas campesinas

que nos cuidan desde el norte.

gritan las mujeres con bebés en brazos

buscando la grilla.

Pronto todo el cielo estará oscuro,

hay que cuidar los brotes tiernos,

piensa la vieja sabia de duendes y nubes.

Siente el vibrar de los nubarrones hostiles

que chocan y hieren el cielo lejano.

Vendrá el aguacero, ya todos lo saben

y buscan las carpas que abrigan el surco.

Las nubes del sur nunca se equivocan

traen agua y frío, viento huracanado

Y el dios que sabe todo lo que sucede

Va hasta el río a refrescar sus bríos.

 

               Clara Molina – 2023



martes, 14 de noviembre de 2023

 

      ¡Guerra!

Desamor, viejos conceptos,

Negación plena de vida

Pensamientos que adoctrinan,

Odios crudos de ambos lados,

Vivir sin haber amado…

Fanatismo, idolatría,

Transitar fobias los días,

Crear solo destrucción,

Se extingue toda razón,

Y resecan corazones

El hombre sin convicciones

Responde solo al poder

Vaga enfermo por la vida:

Ofende a su propio ser.

                 Alberto Coronel – 2023

 

 

lunes, 13 de noviembre de 2023

 

Anoche soñé que…

 

Estaba caminando por una playa solitaria, un día gris de otoño que acumulaba oscuras nubes en el cielo.

Sentía mucho frío, el aire estaba helado y no llevaba ningún abrigo. Me dirigí hacia una extraña casilla abandonada y me refugié allí para protegerme del viento.

Pasaron unas gaviotas volando muy bajo, casi rozando el techo de la casilla, luego se posaron sobre la arena buscando algún alimento mientras graznaban ruidosamente.

Me quedé mirándolas, observando con curiosidad su comportamiento después de tirarles unas migajas.

Salí de la casilla porque ya no sentía frío. Me senté en la arena , cerca de la orilla y me quedé un largo rato con la mirada perdida en la línea del horizonte donde el cielo y la tierra se juntan. El sonido de las olas aquietaba mi mente.

De pronto percibí un sonido lejano, una extraña melodía apenas perceptible, No podía distinguir si era una especie de gemido de algún animal o de una voz humana. Parecía de otro mundo.

El volumen se fue acrecentando y me dio un poco de impresión, por no de decir miedo.

Me puse de pie para ver de dónde venía. Primero vi una cabeza. A lo lejos, asomando del agua que se fue acercando hasta que pude ver una figura que se dirigió a una roca.

Pensé que era una persona que estaba luchando para no ahogarse, pero en realidad estaba jugando con las olas. Luego saltó sobre la roca y se acomodó para sentarse.

Se me heló el corazón al notar que era una sirena que no se veía, exactamente, como la muestran en los cuentos, más bien parecía atemorizante.

Su cuerpo estaba completamente cubierto de escamas plateadas oscuras como si hubieran estado cubiertas de musgos. Sus largos brazos se parecían más a las aletas de los peces. Tenía una enorme cabeza pero un rostro pequeño cuyos rasgos no podía distinguir. Su abundante cabellera de algas le caía hasta casi la cola. Su aspecto era intimidante.

Se lanzaba, cada tanto, al agua y luego volvía a brincar sobre la roca, como si estuviera jugando, vaya a saber con quién.

De pronto comenzó a mover sus aletas haciéndome ciertas señas. Comprendí que con sus gestos me invitaba a entrar al mar y nadar hacia ella. Mientras escuchaba esa misteriosa melodía, apenas audible, que salía de su tenebrosa garganta, me quité mis zapatillas y caminé sin pensarlo hacia el agua, como una autómata, a pesar del miedo que me embargaba.

Cuando sentí el agua helada mojando mis pies desperté de mi pesadilla.

Quedé un rato sentada, al borde de la cama, algo atontada, con la imagen todavía muy nítida de esa mítica sirena.

Todavía me pregunto ¿Qué me habrá querido decir ese sueño?

 

Nela – 2023

 

Consigna: Sugerido por una fotografía de la exposición 30/35 de Pablo Ruiz. https://afogra.com/exposicion-303-35/

 

 

viernes, 10 de noviembre de 2023

 

SOÑÉ QUE…

Caminando sobre arena mojada, me alejé tanto, que llegué a un lugar soñado de piedra coloradas enmarcando una playa encantada.

Dicen los lugareños que todo el que llega a éste lugar, regresa, hechizado por su belleza.

El sol abrasaba mi piel y el aire marino apenas refrescaba mis labios cuando la sed me atormentaba, mientras escudriñaba las piedras para ver, si alguien las había pintado. Unas eran pequeñas, otras grandes y otras inmensas, todas de un rojo intenso, yo jamás había visto algo así en otro sitio, no eran pintadas por personas, sino por la naturaleza.

En un momento, entre alucinada y desfallecida miré hacia el mar y vi una casilla, pensé en un guardavidas y en que ahí podría conseguir algo fresco para beber y recuperarme. Hacia allí me dirigí tambaleando.

Con gran dificultad logré llegar y con estupor, vi que junto a la casilla había una gran piedra blanca, la toqué, para ver si alguien la había pintado y en realidad era colorada como las otras, pero no. Era tan blanca y real que me desconcertó.

Caminé hacia el agua y entré en ella, me tendí en la orilla y ahí me quedé sin atinar a moverme, disfrutando el frescor y pensando en el misterio de la piedra blanca.

Así estaba cuando una voz me sacó de la confusión, era el guardavidas que me preguntó si estaba bien, a lo cual respondí que no.

Al ver su esbelta figura y su bello rostro quedé impresionada, él se inclinó hacia mí y me ofreció sus brazos para que me incorporara a lo que respondí que no podía, entonces me abrazó y me sacó del agua, quedamos así, se me aceleró el corazón y tuve el impulso y la osadía de besarlo, resultó lindo y correspondido, además de emocionante.

Pasaron varios días y una tarde regresé a esa playa, apenas me vio se me acercó diciendo que me estuvo esperando desde aquella tarde inolvidable.

En fin, que nos abrazamos por un largo rato y así al día siguiente y al otro, hasta que llegó el momento de mi regreso. Se terminaron las vacaciones y nunca volvimos a vernos, aunque por mucho tiempo seguí pensando en él.

Fue todo un sueño, un delirio de mi cuerpo afiebrado y mi mente trastornada de tantos días tomando sol. Ese bello hombre ni siquiera tuvo un nombre.

 

                                               Ana María Muñoz – 2023

 

Consigna: Sugerido por una fotografía de la exposición 30/35 de Pablo Ruiz. https://afogra.com/exposicion-303-35/

 

 

jueves, 9 de noviembre de 2023

 

 

                                                  ¿Soñé?

Tengo miedo…

Afuera ruge el zonda, la temperatura está subiendo…

Tengo miedo ¿miedo a qué? Mi corazón late con tanta fuerza, y a mis latidos los siento en mis pies, en mis orejas, ¿En mis orejas? ¡Qué ridículo! Bueno, no tanto, si son parte de mi cuerpo también.

El ulular del viento en mi ventana me da miedo, miedo de que rompa los vidrios, mejor me alejo…

¡Se cortó la luz! ¡Por favor! ¡Justo a esta hora que está oscureciendo!

Quiero leer, pero casi no veo las letras, pero tengo que distraerme y no pensar en el viento, en el polvo, en mi corazón enloquecido. 

Respiro, pero al pensar en respirar acelero mi miedo. Busco  el mazo de cartas, quizás un buen solitario me distraerá, pero ¿cómo se juega al solitario con cartas? Siempre lo juego en la compu, tengo que recordar…

Ya no veo. Busco las velas y las enciendo pero no es suficiente, no veo las cartas… ¿Cómo harían en la edad media para leer? ¡Vaya mi preocupación adónde me lleva!

Mejor me recuesto, no, mejor me acuesto. Todo está oscuro, el calor sube, el viento arrecia y arrecia mi miedo, pienso ¿Qué puede pasar?, mejor imagino ir a un lugar tranquilo, junto al mar…

¡Oh! ¡No! ¡No estoy pensando, estoy junto al mar, pisando la arena! Veo una casilla ¿Qué será? Y hay algo así como un huevo muy grande junto a su puerta ¿Es un huevo de dinosaurio? ¡Y tiene la casilla una antena! ¿Para qué? ¿Para comunicarse con extraterrestres?

Y desde aquí veo una figura junto al huevo ¿Es  una personita, un ser humano pequeño o un peón de ajedrez?  ¡Tal vez un ser de otro planeta!

Miro el mar, está algo picado, y el cielo oscurecido. Ese paisaje que imaginé no me tranquiliza, vuelve mi miedo.

No hay gente en mi paisaje imaginario, pero de pronto escucho la voz de un niño que dice: ¡Mirá, mamá, otro fantasma!

No querido, no es otro fantasma, es un soñador extraviado, separado de su cuerpo.

Y ahí pensé en él, en mi cuerpo ¿dónde lo dejé?

 

                                                 Asunción Ibáñez – 2023

Consigna: Sugerido por una fotografía de la exposición 30/35 de Pablo Ruiz. https://afogra.com/exposicion-303-35/

 



 

miércoles, 8 de noviembre de 2023

 


Difícil hablar de amar

En tiempos tan turbulentos

Pero suelto lo que pienso,

No me lo quiero guardar,

La vida es transmutar,

Trago a trago lo que veo,

No escucho a los agoreros,

Mi camino es solo paz.

               Alberto Coronel



martes, 7 de noviembre de 2023

 

 

                                                  El abuelo serio.

Todas las mañanas llevaba Jorge a sus dos nietas gemelas a la escuela. Caminando, callado, atento a los pasos de las niñas, que querían jugar y sacar la seriedad a Jorge.

Jorge tenía rasgos de haber llevado una vida muy dura, no se parecía a sus nietas y debía controlar su estricto y acelerado paso para que las niñas fueran junto a él.

No era un hombre estudioso, pero valoraba mucho la labor de los maestros y su sabiduría. También, al regreso de la escuela, gozaba escuchando a las chiquitas lo que habían aprendido en clase.

Un día los vecinos no lo vieron más. Su hija tuvo que ocuparse de llevar a las gemelas y le preguntaron por él.

- Ya no vendrá más, enfermó y ahora vive en un geriátrico- Les contestó.

- ¡No me diga! ¡Cuánto lo siento! – le respondían.

Mucho tiempo pasó que extrañaban la mirada y el paso serio de Jorge. Un día, los vecinos reunieron dinero y le compraron un libro sobre la historia del lugar donde vivían, de sus próceres, fundadores y maestros. Jorge estaba tan maravillado que no dejaba de estudiar el libro, de aprender de su barrio, de su gente, de sus edificios. Esos ojos fríos, rasgos duros, se endulzaron con gestos agradecidos y sonrientes, algo que les brindaba a las visitas y familiares.

Jorge había superado la aridez de su diario caminar, por un nuevo sentido para sus días de recuperación y superación.

 

                                                                  Gabriela Medawar - 2023




lunes, 6 de noviembre de 2023

 

 

EL LABRIEGO

 

El labriego camina rodeando el surco,

con sus manos trabaja acaricia la tierra,

deja allí sus semillas día tras día, noche tras noche.

El labriego ya sueña con el brote nuevo, verde y luminoso.

Con paciencia espera los frutos de colores

que cuelgan de las ramas con distintos sabores

y su espalda se curva dejando su alma en la tierra.

Ya los surcos se marcan en su piel por el sol curtida

sus manos y su cara replican el sueño eterno del que cultiva la tierra.

Y llegará la cosecha con buena suerte y calor

el labriego recoge el fruto de sus surcos y su sudor

pronto llegará a la mesa el regalo verde flor

y sin pensar engullimos su trabajo, el del agua y del sol.

 

Clara Molina – 2023

 

 

domingo, 5 de noviembre de 2023

viernes, 3 de noviembre de 2023

 

Cuento

 

EL MANDATO

Daban las tres de la madrugada cuando en la comisaría de Llanos Verdes recibían el llamado desesperado del sereno del Banco Provincial, quien decía que lo habían asaltado. Inmediatamente envían un patrullero con cuatro agentes y telefonean a la comisaria Silvia González, linda mujer de mediana edad, que  se vistió rápidamente y salió, no sin antes dejar una nota para su hija que dormía tan profundamente que ni siquiera la había despertado el sonido del teléfono.

A llegar al banco encontró a todo el mundo en la mayor de las confusiones, puesto que no habían forzado nada ni faltaba nada, y lo más extraño es que habían dejado en la bóveda una bolsa con quinientos mil dólares.

Pasaban los días y por más esfuerzos que se hicieron por esclarecer el hecho el enigma tenía cada vez más interrogantes, por lo que la comisaria consultó a su viejo maestro, como ella llamaba a su padrino, Ricardo Pereyra, detective jubilado de la policía, que a sus ochenta y siete años conservaba intacta su agudeza y capacidad deductiva. Éste, en como primera medida entrevistó a cada persona que aquella noche tuvo alguna participación, desde el sereno hasta la comisaria, pidiéndoles que no omitieran detalle aunque pareciera insignificante.

El sereno contó que al dar las dos él acostumbra servirse un café que llevaba en un termo para contrarrestar el sueño, cuando, esa noche, sintió en su nuca  algo metálico y frío y una voz de hombre, que no reconoció porque evidentemente era intencionalmente deformada, le indicaba que obedeciera, y un segundo malhechor lo maniató sin decir palabra y lo encerraron en una oficina. Una hora después logró soltarse y llamar a la comisaría.

Los agentes que llegaron primero declararon que nada había sido violentado y todo estaba cerrado normalmente.

El intendente del banco asegura que nadie puede entrar al banco sin dos juegos de llaves que están en manos de diferentes funcionarios.

La tesorera, Anabel López, hija de la comisaria, informa que no se puede abrir la bóveda en siete minutos, pues la acción de retardo es de quince, por lo que cuando atacaron al sereno ese mecanismo ya estaba en marcha.

Guillermo Piotti, el gerente, puso todo a disposición de la autoridad, por lo que Pereyra solicitó todos los libros contables de los cien años de vida de la entidad, lo que hizo pensar a algunos que el viejito chocheaba.

También el octogenario consultó reiteradas veces los archivos del “Tiempo de los Llanos”, diario local, buscando algún indicio.

Un mes y medio después del llamativo atraco, el jubilado detective citó en la comisaría a todos los involucrados, y una vez todos presentes desveló sus verdades:

“Aquí –dijo- estamos todos los que de alguna manera somos responsables de lo sucedido, sólo falta uno, que no vino porque está muerto”.

“Pero si nadie murió en el asalto” –recordó en tono histérico la contadora.

“Por favor, les ruego que no me interrumpan –solicitó el detective en tono solemne- cuando el banco cerró dos personas simularon salir pero se quedaron adentro, esperaron hasta que faltaran ocho minutos para las dos y accionaron el sistema de apertura del tesoro, y a esa hora en punto redujeron y encerraron al sereno, atándolo de modo que pudiera soltarse al poco tiempo.”

“Entonces los atracadores son del personal del Banco” –dijo alarmada la comisaria.

“Así es mi hijita, y una de ellas es Anabel, tu hija, y el otro es Guillermo, su novio”

Se armó un revuelo tan grande que se tardó más de media hora en lograr escuchar a alguien en particular. Silvia defendía a su hija diciendo que ella la vio profundamente dormida la noche del suceso, a lo que su padrino le contestó que esa era su coartada, no la realidad.

“Pero ellos lo hicieron por mandato” –dijo el anciano.

Esto agregó más confusión a la reunión, y cuando se logró algo de calma, con la lógica ansiedad de todos por saber lo que Pereyra había descubierto, éste pudo proseguir con su relato:

“Hace muchos años este Banco sufrió un atraco que nunca fue aclarado. Faltaron trescientos mil dólares que se habían recibido para construir un hospital en Llanos Verdes y que, a causa de esto nunca pudo hacerse.”

Y tras una larga pausa, continuó:

“En un pueblo chico como este algo se ponía en evidencia, alguien cambiaría su modo de vida, o se iría a vivir a otro lugar, pero nada de esto sucedió. Entonces el doctor Luis Piotti, promotor del proyecto del hospital viajó a la Capital y trató infructuosamente de conseguir otra partida para construir el hospital, pero volvió con las manos vacías.”

“Hace un mes que don Luis murió, y todo el pueblo lo honró. He aquí la clave del asunto: le dio a su nieto la responsabilidad de devolver el dinero que en 1939 él depositara en un banco de la Capital, y que se han convertido con el tiempo en la importante suma que Guillermo, con la complicidad de Anabel, ya que cada uno de ellos posee una de las llaves necesarias para abrir el tesoro, introdujera allí de un modo tan poco ortodoxo.”

Y ante el silencio de los presentes, agregó:

“Podemos decir que llegó el tiempo de construir el hospital.”

                       

                                               Marta Ibáñez - 2006




 

 

 

jueves, 2 de noviembre de 2023

 

Teatro            

                       

 

EL MANDATO

 

Personajes:

 

SILVIA  GONZÁLEZ: comisaria, 45 años, linda.

AGENTE DE POLICÍA: edad indefinida, desprolijo en el vestir.

RICARDO PEREYRA: 80 años, detective jubilado.

GENEROSO PIOTTI: 30 años, gerente del banco y novio de Amable

AMABLE LÓPEZ: 25 años, tesorera del banco, hija de la comisada y novia de Generoso

PACÍFICO OTERO: 40 años, sereno del banco.

 

La acción transcurre en una desordenada oficina, con armarios atiborrados de expedientes y un escritorio con montañas de carpetas y papeles, un termo, un mate, una bandeja de cartón con algunas masitas, más un espejo y un frasquito de esmalte. SILVIA GONZÁLEZ una mujer de 45 años, linda y bien arreglada a pesar de vestir uniforme con rango de comisario, habla fuerte mientras se pinta una uña que mira sin atenderla demasiado, mordisquea una masita, camina unos pasos, se sirve un mate que lleva en su mano, camina de un lado a otro en su monólogo, mientras un AGENTE DE POLICÍA la escucha.

 

 SILVIA GONZÁLEZ: (enarbolando una media luna en su mano derecha mientras da vueltas por el escenario) A ver, revisemos nuevamente: ¿Qué se nos está escapando? A ver, agente, escúcheme y dígame si algo no encaja. A las tres de la madrugada el agente de guardia, en ese caso usted, recibe el llamado desesperado del sereno del Banco Nuevo diciendo que lo han asaltado. ¿Voy bien?

 

AGENTE DE POLICÍA: (asiente sin decir nada)

 

SILVIA GONZÁLEZ: (se mira al espejo de ambos lados de la cara y apoyándolo bruscamente sobre el escritorio vuelve a pasearse por el escenario) Usted envía inmediatamente un patrullero al Banco y me informa por teléfono, y manda otro móvil a buscarme. Yo me visto, le dejo una nota en la mesita de luz a mi hija y me voy en el auto policial que me lleva derecho al Banco. Allí todo el mundo habla al mismo tiempo: no han forzado nada, pero sí han maniatado al sereno, y en vez de robarse algo han dejado dentro de la bóveda una  bolsa con doscientos cincuenta mil dólares. ¿Los hechos sucedieron como lo estoy diciendo?

 

AGENTE DE POLICÍA: (Asiente sin decir nada.)

 

SILVIA GONZÁLEZ: (Deteniéndose bruscamente y señalando al agente con dedo acusador) ¿Y que he tenido que hacer? Recurrir a la experiencia de mi viejo maestro Ricardo Pereyra, quien me hizo enamorar de esta profesión, para que me ayude en el esclarecimiento de este misterio, porque yo me siento impotente, y todos mis subalternos son incapaces de encontrar un elefante en una bañadera, así que veremos que tiene para decirme mi padrino, que ya debe estar por llegar. Vaya no más, agente, y avíseme cuando llegue mi querido Ricardo.

Sale el agente del escenario por una puerta del decorado y la comisaria queda sola, se pinta las uñas, se mira al espejo y vuelve a pasearse impaciente hasta que la puerta se abre y el agente se asoma.

 

AGENTE DE POLICÍA: (abriendo la puerta desde afuera y con tono marcial anuncia) ¡Llegó el detective Pereyra, mi comisaria!

 

SILVIA GONZÁLEZ: (Moviéndose diligente hacia la puerta)  ¡Que pase! ¡Que pase! ¡Adelante, padrino! (Y al agente) Vaya no más, agente. Lo llamo si lo necesito. (Besa al  recién llegado a modo de saludo y con impaciencia pregunta) ¿Descubrió algo? ¡Por favor, dígame que sí!

 

RICARDO PAREYRA: (sentándose con dificultad en una silla) Bueno, m´ija, lo primero que hice fue entrevistar a todo el mundo que tuvo algo que ver esa noche, comenzando por Pacífico Otero, el sereno, que me dio la pista de lo sucedido pero no el motivo de tan extraño suceso. Me contó que al dar las dos se sirvió un café como acostumbra hacer para no quedarse dormido, y en ese momento sintió que lo amenazaban con un arma en la nuca y una voz visiblemente deformada le ordenaba que se sentara y el otro malhechor lo maniató en silencio y lo dejaron encerrado. Una hora después logró soltarse y salir pero ya no había nadie.

 

SILVIA GONZÁLEZ: (con tono y gestos impacientes) ¿Pero quién fue, padrino? ¿Lo descubrió?  ¡Por favor, dígame! ¡No me deje con esta incertidumbre!

 

RICARDO PAREYRA: (Con gesto conciliador) ¡Cálmese, pues m´ijita, que todo se va a saber a su tiempo!  Haga venir a todos los que estuvieron involucrados esa noche, al sereno, al gerente del banco y a la tesorera. Cuando estemos todos se lo voy a decir.

 

SILVIA GONZÁLEZ: (abriendo la puerta del decorado) Agente, llame a mi hija, a Piotti y a Otero, los necesito a todos aquí en menos de 20 minutos.

 

AGENTE DE POLICÍA: (desde afuera) ¡Sí mi comisaria, a la orden!  (Se lo escucha tomar el teléfono y citar a las tres personas para que se presenten en forma inmediata)  Hola, ¿con el Banco Nuevo? De la comisaría, Señorita, dígales al sereno, al gerente y a la tesorera que se presenten a la mayor brevedad posible en la comisaría que la comisaria los está esperando

 

SILVIA GONZÁLEZ: (nerviosa y algo histérica) ¡Ay, padrino, de veras que estoy muy intrigada con todo, por favor, dígame si lo descubrió!

 

RICARDO PAREYRA: (Con una risita sarcástica) Ya le dije que se calme, que todo se va a aclarar a su tiempo.

 

Se abre la puerta y el agente hace pasar a las tres personas citadas.

 

AMABLE  LÓPEZ: (con gesto de desconfianza) ¡Hola tío! ¡Hola mamá! ¿De qué se trata todo esto?

 

GENEROSO PIOTTI: (algo intranquilo) Buenas tardes ¿Hay buenas noticias?

 

PACÍFICO OTERO (indiferente) Buenas tardes.

:          

SILVIA GONZÁLEZ: Pasen y siéntense,  que  el detective Pereyra nos tiene noticias y quiere que todos las oigamos. (Y dirigiéndose al anciano) ¡Por favor, díganos!

 

RICARDO PAREYRA: (se pone de pie con dificultad  y comienza a hablar con solemnidad) Ustedes saben que en estos cuarenta y cinco días me he dedicado a investigar, los he interrogado varias veces, he leído los libros contables del banco desde que se fundó y he revisado todas las noticias importantes del diario local desde que se creó hasta la fecha. (Hace una larga pausa mientras se pasea de un lado a otro, incómodo por lo que tiene que decir)

 

 SILVIA GONZÁLEZ: (Al borde de la histeria) ¡Por favor, señor! ¡No nos haga esperar más!

 

RICARDO PAREYRA: (Muy serio) Los agentes comprobaron que nada había sido violentado y que todo se cerró normalmente. El Intendente del Banco asegura que nadie puede ingresar sin dos juegos de llaves, que están en manos de distintas personas. La tesorera dice que el tesoro no puede abrirse en siete minutos porque la acción de retardo está programada en quince, lo que indica que cuando atacaron al sereno el mecanismo ya se había puesto en marcha. Por lo tanto, aquí estamos todos los que de alguna manera somos responsables de lo sucedido, sólo falta uno, el verdadero culpable, porque está muerto.

 

 AMABLE  LÓPEZ: (con voz aflautada por la emoción) ¿Qué? ¡Pero si nadie murió en el asalto!

 

RICARDO PAREYRA: (con tono imperativo) Por favor, les ruego que no me interrumpan. Cuando el banco se cerró, dos personas simularon salir pero se quedaron adentro, esperaron hasta que faltaran ocho minutos para las dos de la madrugada y accionaron la apertura del tesoro, y a las dos en punto redujeron y encerraron al sereno, atándolo de modo que pudiera soltarse al poco tiempo.

 

SILVIA GONZÁLEZ: Entonces los atracadores son del personal del Banco.

 

RICARDO PAREYRA: Así es, m´ijita, y una de ellas es Amable, tu hija, y el otro es Generoso, su novio. (Se desata una gran confusión donde todos hablan al mismo tiempo, se levantan de sus sillas y tarda en volver el orden) Pero ellos lo hicieron por mandato.

 

SILVIA GONZÁLEZ: (extremadamente angustiada) ¡No puede ser, mi hija dormía profundamente cuando la policía me llamó!

 

RICARDO PAREYRA: (mirando fijamente a la contadora)  Esa era su coartada, en realidad recién se acostaba.

 

SILVIA GONZÁLEZ: (a punto de desmayarse, se apoya sobre el escritorio) ¿Cómo es eso? ¡Acláremelo, por favor, padrino!

 

RICARDO PAREYRA: (con parsimonia como quien cuenta un cuento) Hace muchos años, este Banco sufrió un atraco que nadie pudo aclarar, faltaron 90.000 dólares que se habían recibido para construir un hospital en Llanos Verdes y que, a causa de esto, nunca se pudo hacer. En un pueblo chico como éste algo se ponía en evidencia, alguien cambiaría su modo de vida o se iría a vivir a otro lugar, pero nada de eso sucedió. Entonces el doctor Luis Piotti, promotor del proyecto del hospital viajó a la Capital y trató infructuosamente de conseguir otra partida para hacer el hospital, pero volvió con las manos vacías. Hace un mes que Don Luis murió, y todo el pueblo lo honró. He aquí la clave del asunto: le dio a su nieto el mandato de devolver el dinero que en 1929 él depositara en un banco de la Capital, y que se han convertido con el tiempo en los 250.000 que Generoso, con la complicidad necesaria de Amable, ya que cada uno poseía una de las dos llaves para abrir el tesoro, han introducido  en el Banco de un modo poco ortodoxo.

 

SILVIA GONZÁLEZ: (desplomándose en una silla con un suspiro) ¡Dios mío, quien lo hubiera imaginado!

 

Silencio en todos los presentes durante varios segundos.

 

RICARDO PAREYRA: (con una sonrisa y tono de alegría) ¡Podemos decir que llegó el tiempo de construir el hospital!

 

Cae el telón.

 

 

 

Marta Ibáñez – 2011

 

 

 

 

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