jueves, 30 de junio de 2022

 

Microrrelato

                                               Campanas al aire

Miró su reloj y supo que su hora había llegado. Las campanas le invitaban a la boda.

                                                                                              AMI

 

Consejo

 

Querida Rocío:

Anhelo que tus días estén llenos de dicha y de cosas lindas. Llena tu habitación de los pompones que tanto te gustan, el trabajo manual te conectará con la esencia de la vida, a través de la creatividad, la paciencia, el silencio.

Come también sano y moderado, sirviéndote en un plato, con agradecimiento.

Dúchate todas las mañanas, para tomar mejor contacto con la Naturaleza.

Todas estas cosas las aprendí de ti y te las vuelvo a enseñar para que no las pierdas. Cultiva siempre desde el corazón, cultiva en ti lo que anhelas para el mundo.

 

                                                                                              Gaby Medawar - 2022

martes, 28 de junio de 2022

 

ODA A LA OSADÍA

 

Adentro, un carboncito encendido

calienta las entrañas,

ilumina al corazón.

Permíteme presentarte,

osadía,

habitas en mi interior.

Brasita que no se cansa,

tantos minutos, horas, días, meses, años…

Que alimenta, que replica,

que salpica, calor y color…

Brasita que no se asusta,

sosteniendo, sosteniendo,

dolores, angustias, recuerdos.

Empuja, empuja hacia adelante

espera a mi pereza, acurrucada.

Salgo otra vez a la vida, y vivo.

Con tu inagotable y delicado calor.

Carboncito encendido, brasita silenciosa,

ahora te veo más cerca.

 

Adriana 12/05/22

 

Un gran espectáculo

 

Esa noche se quedaron solos en la casa Carolina y sus hijos, Mariana de siete años, Marcelo de cinco y el pequeño Mauro de tres. El papá estaba en viaje de negocios.

Habían cenado temprano. El tiempo estaba muy frio y los primeros relámpagos surcaban el cielo plomizo. Los niños se acomodaron en el living de la casa, aprovechando el hogar encendido, donde chisporroteaban los leños que habían entrado entre todos esa tarde.

Carolina terminó de ordenar la cocina y se reunió con los pequeños que estaban cada uno en lo suyo: Mariana jugaba con sus muñecas, en especial con su favorita, la vieja muñeca de trapo, Marcelo, intentaba armar algo con el mecano y el chiquitín arrastraba un gran camión cargado de otros juguetes. Mientras Pipo, el cusquito de la familia, rondaba entre unos y otros para llamar la atención.

Carolina atizó el fuego y se acomodó en el sofá. Miró por el ventanal, las primeras gotas ya estaban cayendo y el viento azotaba las plantas y árboles del parque. Observó satisfecha a sus niños que habían dejado lo que hacían y también miraban por el ventanal. La tormenta era inevitable. Y como intentando seguridad, los pequeños buscaban la mirada tranquilizadora de su madre.

Ma -preguntó Marcelo- ¿Cómo se llama eso que ilumina el cielo?

-Son rayos -le contestó su madre- anteceden a la tormenta igual que los truenos. Dicen que cuando se escucha un trueno, y contás hasta diez, verás el rayo.

¿Es cierto? -dudó el niño.

Probá a ver qué pasa –dijo Carolina.

El niño se acercó más aun al ventanal a la espera de un trueno lo siguieron sus hermanos y los tres apoyaron sus cabezas sobre el vidrio. En ese momento sonó un trueno prolongado que sobresaltó a los niños tirándolos para atrás. Los mayores comenzaron de inmediato a contar, uno, dos, tres… a poco de llegar a diez un luminoso relámpago cruzó el cielo cerrado.

Quedaron maravillados y de repente algo que los dejó sin palabras. Del cielo se descolgaron unas enormes piedras que desordenadas caían por todas parte, golpeando el ventanal y dejando una alfombra blanca cubriendo el prolijo césped.

Carolina se había acercado a sus hijos, a quienes no les alcanzaban los ojos para mirar, los retiró del ventanal, temiendo que se rompiera por algún golpe de las piedras.

Y así callados y abrazados a su madre, entre temerosos y absortos, pudieron apreciar el gran espectáculo que les ofreció la Naturaleza, en ese anochecer lluvioso.

GARCIA, Alicia Rita - Junio 2022

lunes, 27 de junio de 2022

 

El caso

En Río IV, Córdoba, en la localidad de Tierras Anchas, hubo un intento de robo de ganado durante la noche del 25 del corriente.

Los cuatreros intentaron llevarse unas vacas en un camión. El toro que se ve en la foto adjunta les frustró el hurto porque corrió enfurecido hacia ellos, se apoyó en el poste y no lograron moverlo de allí.

Los animales se agitaron tanto que lo dueños del campo salieron a ver qué pasaba, al parecer con sus gritos asustaron a los malhechores quienes subieron al camión y abandonaron el lugar.

El toro testarudo impidió el hurto.

 

La Anécdota

 

Era una mañana abrazada por el sol. El toro estuvo todo el día yendo y viniendo por el campo buscando su vaca. La había visto el día anterior en el corral, alta, erguida en sus cuatro patas, su piel de cuero blanco parecía resplandecer con la luz del sol.

El toro quedó anonadado ante tanta belleza, intentó acercarse despacito para no asustarla; pero justo en ese momento arriaron al ganado y se quedó inmóvil sin siquiera saber su nombre.

Durante la noche se escucharon ruidos raros que venían del corral, vio movimientos extraños y entre asustado y enojado salió corriendo hacia los alambrados.

A la mañana siguiente, una mañana brillante y soleada, la buscó primero con la mirada, después salió al trotecito, su corazón aceleró los latidos.

¿Dónde estaba? ¿Por qué se fue? ¿Habrá tenido otra cita?

Al final del día, cuando el sol se iba apagando, desilusionado y triste se apoyó en un poste a llorar su rabia.

 

Clara Molina - 2022

 

 

domingo, 26 de junio de 2022

 

Anciano

 

Tu mundo

de cuatro paredes

lleno de recuerdos

que cambian adrede.

 

Recuerdos que gente

te trajo de regalo

de sus viajes

para que supieras

que te recordaron.

 

Mas los que están vivos

danzando contigo,

están en tu cabeza

sonriendo, llorando,

cantando, muriendo,

corriendo, jugando,

en cantos de ensueño,

en juegos de niños,

en dolor de pérdidas,

en adiós de olvido.

 

Será que te acercas

al fin del camino.

 

               Iris Nely - 2022

viernes, 24 de junio de 2022

 

Ensayo

 

Rastros

 

Hubo una vez en que los seres humanos tenían tiempo, lo disfrutaban en familia. Se sentaban a comer mirándose a los ojos y compartían, no había pantallas de por medio.

En las calles las personas se saludaban cordialmente y sonreían con gentileza.

Los niños jugaban en el parque sin ningún temor, volvían a sus casas al atardecer, en grupo y felices. ¡Qué tiempos aquellos!

Hoy la vida es un torbellino que nos atrapa en el instante que abrimos los ojos: información, imágenes, tragedia y diversión.

La tecnología, el avance acelerado, las comunicaciones, la ciencia, sobrepasa nuestros límites y capacidades. Lo que hoy es ya no será mañana, nada permanece, todo se deshecha.

Pasamos por la vida ignorando al otro, cada vez más extraños, más ajenos.

El avance nos traga y digiere, luego nos escupe para crear objetos adiestrados consumistas, manejables.

¿Cuánto ganamos?

¿Cuánto perdimos?

 

                                                                              Patricia Vásquez - 2022

jueves, 23 de junio de 2022

 

El invierno

 

Ya comenzó el invierno en el hemisferio sur.

En la región de Cuyo, que tiene un clima muy seco, puesto que es desértica, la amplitud térmica es notable. En las madrugadas, las temperaturas son negativas y son frecuentes las heladas que hacen daño a los cultivos.

Todo se ve seco y triste. Los árboles, ya desnudos de hojas, permiten el paso del sol que, por suerte, brilla casi todo el año. Mucho lo llaman “la estufita del sol”.

Se cree que son pocas las personas a quienes les gusta el invierno. Es caro e incómodo. Se necesita más ropa, y la calefacción, es cada vez más costosa.

Pero, los entendidos dicen que es necesario. Cuanto más frío, mejor, por aquello de los bichos….y otras razones.

La parte divertida del invierno es la nieve. Todo se ve precioso después de una intensa nevada. Hasta un trasto viejo, luce atractivo cuando está cubierto de un manto blanco. Todos disfrutamos, no solo los niños. Nos tienta jugar a la guerra de bolas o a armar muñecos con gorros de lana y ponerle una nariz de zanahoria.

Es frecuente ver pasar los autos, con adornos de nieve sobre encima. El invierno, también tiene su encanto.

 

                                                                              Nela Bodoc - 2021

 

miércoles, 22 de junio de 2022

 

En soledad

La idea del gran pintor

ha llegado hasta mis ojos,

y ha activado mi vista,

despertándome amor,

aunque ha llegado de a poco

pues no conozco al artista.

 

Sentí la separatividad

entre los seres pintados,

que despertó mi tristeza;

refloté conectividad,

y en un abrazo apretado

les transmití mi entereza.

 

Aquella fuerte ansiedad

me llenó de confusión,

enorme inseguridad

me llevó a la admiración,

quebré la desigualdad,

y los dejé en libertad.

 

Y en esa soledad,

en total conexión,

los imaginé en un abrazo

y sentí su recepción

a una nueva sociedad

de almas en libertad.

 

Y en ese mundo de alegría

por mi simple imaginación

los siento libres y creo,

como imaginó el pintor,

aunque pura fantasía,

rechazo que falte amor.

 

               Ama Riba – 2022

 

Inspirado por la obra de Xul Solar “Celdas na roca”

martes, 21 de junio de 2022

 

Recuerdos


Miro tu foto y un universo de recuerdos se despliega ante mí, te extraño.

                                               María Eugenia Bazzalo - 2021

 Ensayo 


         Estamos en el cambio


Una de las cosas más seguras que tenemos en la vida es el cambio. Recuerdo a mi abuela contando que alguna gente se suicidaba porque venía el cometa Halley y era el fin del mundo, hablaba del tranvía y los carros de sulkis.

Me parece que estos cambios venían más lentos y la gente tenía forma de asimilarlos. Ahora no termino de aprender algo que ya cambió y hablo de tan solo unos pocos años, y la ansiedad que nos sobreviene a los mayorcitos que tenemos que aprender lo nuevo: cajero automático, transferencia electrónica, tarjetas débito y crédito, celular con nuevas aplicaciones y los programas de las computadoras que van cambiando. Lo más grandioso fue el zoom que nos permite estar en contacto con personas de otros países. Yo tuve la suerte de poder llegar hasta aquí, pero hay infinidad de personas que quedan como fuera del sistema por no poder usar el celular.

Cuando yo tenía cinco años más o menos, papá tenía un bar lácteo y allí empezaba a venir el yogurt, la leche embotellada, y el helado, que era totalmente artesanal, porque yo vi la cantidad de limones y frutillas que se usaba para su preparación.

El televisor, que vino de Inglaterra, tenía una enorme caja de madera y adentro una cantidad de lámparas de todos tamaños. Papá lo colocó en la pared, bien alto, y a la noche venían los vecinos a tomar algo, comer un rico postre y ver un programa que se llamaba Odol pregunta.

Tiempos tranquilos aquellos donde andábamos en bicicleta por el barrio y hacíamos batallas con pomos de agua en carnaval.

Después ¿Qué nos pasó? yo misma no sé, que viví los últimos años aquí, tal vez distraída, se me agujerea el alma al ver la cantidad de personas que habitamos el planeta, la forma en que se manipulan los alimentos para que alcance o para ganar más, el egoísmo, la violencia.

Pregunto ¿Hay un plan divino? ¿Hay alguien ahí?

Indefectiblemente por más que patalee sé que todo está en el laboratorio interior y que se aprende con dolor, que hasta que no lo pasamos no lo sabemos.

“Cuántos investigadores, científicos, filósofos, místicos, artistas murieron creyendo que habían fracasado, que nadie había entendido su obra o sus ideas y que estas se perderían para siempre. No hay fracasos en el proceso de evolución, incluso en nuestras pequeñas vidas humanas. Hay intentos, aprendizajes, experiencias. Al correr del tiempo todo se integra en nuestra estructura vital, en nuestra chispa de conciencia” -Ana Cristina Flor - Mensaje de apertura 2022.

                                                              

                                                                                                              Mirta Fernández - 2022

 

lunes, 20 de junio de 2022

 

            Mostró los dientes

 

Adrián, de 8 años, volvía de su casa luego de estar en la escuela. Molesto y cansado arrastraba su mochila con rueditas y se quejaba con Silvana, la niñera que lo había ido a buscar.

Cruzando un baldío, Adrián exclamó “¡Oh!” y mostró sus dientes. Y Silvana, sorprendida, le preguntó qué le había pasado.

Adrián había probado la leche caliente que ella le había preparado para la escuela, y se había quemado la lengua.

En medio del baldío y los dos solitos allí, buscaban la manera de salir del apuro. No llevaban agua fresca pero llevaban miel para endulzar la leche. Y luego de calmar los gritos del niño, Silvana le convidó una cucharada de deliciosa miel, que calmó y sanó las heridas producidas.

Adrián, agradecido, le dijo: -Perdón por ser tan indolente, te agradezco por la atención. Si no fuera por tu gentileza al preparar la merienda, al pasarme a buscar a la escuela y al convidarme miel, habría llegado a casa molesto y herido. Gracias, gracias.

Adrián había aprendido a hacer sus tareas con mucho amor y alegría, y a desafiar los malos momentos con esperanza y recogimiento.

 

Gabriela Medawar – 2022

 

Comenzamos trabajando en grupo, comenzando con la frase “Mostró los dientes”, a lo que debíamos responder por turno a: ¿Dónde fue? ¿Por qué? ¿Cómo? Y así formar una frase. A esa frase debíamos continuarla a través de la forma de texto que deseáramos: poesía, relato, cuento, fábula, etc.

 

domingo, 19 de junio de 2022

viernes, 17 de junio de 2022

 

LA TORMENTA

El lago estaba en calma, era Enero; pero la playa estaba casi desierta. El día lucía un sol hermoso, el cielo sin nubes que le robaran su maravilloso celeste.

Yo disfrutaba la lectura y el silencio, ya que me gusta la soledad de las playas del sur; pero de pronto sentí un temblor por todo mi cuerpo, no supe por qué tanta quietud me produjo temor, entonces comencé a juntar mis cosas y decidí regresar a la cabaña donde me hospedaba, llegué agitada, así que me acomodé en la reposera que había en la terraza y seguí con la lectura interrumpida del libro que llevé a la playa.

Después de leer varias páginas, sentí hambre y me levanté a buscar algo de comer, con gran asombro miré el cielo cubierto de negras nubes que el viento movía con ímpetu, me pregunté: ¿En qué momento pasó esto sí cuando volví el cielo estaba limpio y no había viento?

Volví a la terraza comiendo una manzana que saqué de la heladera para seguir leyendo, pero gruesos goterones empezaron a caer cada vez con más intensidad, por lo que entré, cerré las ventanas y me quedé mirando la intensa lluvia a través de los vidrios.

Se cortó la luz y la tarde se envolvió en penumbras, sentí otra vez temblar mi cuerpo de miedo. La tormenta fue tremenda, las noticias de la noche daban cuenta de embarcaciones extraviadas en el lago y personas desaparecidas.

Ahí entendí que el temblor que estremeció mi cuerpo fue un presagio que me salvó de vivir una lamentable experiencia.

 

                                                                                              Any Muñoz - 2022

jueves, 16 de junio de 2022

 

    Biografía de mi mascota

 

 Yiyo nació en una vivienda humilde del B°Pellicier, en Las Heras, en Mayo del 2014. Allí estaba, cuando lo fui a buscar, junto a su mamá y dos de sus hermanitos. La dueña de casa no recordaba, con exactitud, la fecha de la parición, pero que calculaba que los cachorritos tenían unos cuarenta días.

 Era “un bollito” de pelos color beige, pechera y “zoquetes” blancos, ojitos azules, hociquito y almohadillas rosadas.

 Mi objetivo había sido resolver un problema doméstico: combatir los visitantes indeseables que venían de la finca vecina. Tener un gato sería la mejor solución. Pero fue mucho más que eso,

 Lo tuve que alimentar con biberón, por unos días, hasta que comenzó a tomar alimento sólido. Me sorprendió que fue a las piedritas desde el primer momento, como si las hubiera conocido.

 A los cinco días, noté que no había hecho popó. Eso me preocupó pues me habían dicho que podía ser letal. Googleé para averiguar que debía hacer. Había que reemplazar las lamidas de la madre pasando un trozo de algodón humedecido para inducir la función. Y tuve éxito.

 Como todo cachorrito, era muy gracioso, juguetón y travieso. Me mordisqueaba los dedos de las manos, todo el tiempo. Aunque prefería los de los pies.

 A la semana lo llevé a la veterinaria para su primera revisión, desparasitación y vacuna. Todo estaba bien. Tenía una excelente salud.

 A medida que fue creciendo su color de ojos fue cambiando a un amarillo verdoso y su corto pelaje se volvió muy suave y brillante.

 Desarrolló una gran destreza para acceder al techo fácilmente, trepando por un árbol que había en mi patio. Cuando éste fue podado, sus ramas no llegaban al techo. Yo estaba feliz, pues creí que se habían acabado mis preocupaciones: las andanzas de mi gato por los techos del vecindario. Fue grande mi sorpresa, cuando lo vi trepando por la medianera de ladrillo visto, con una habilidad que me dejó estupefacta.

 Cuando cumplió el año se tornó en un verdadero felino, robusto, macizo y elegante. Tenía una gran prestancia.

 Llenó mi casa y mi vida con su poderosa presencia. Fue una especie de maestro. Aprendí que es imposible lograr “domesticar” a un gato, más bien yo resulté domesticada. Su ejemplo sirvió para volverme más flexible.

 Era sumamente limpio e inodoro. Nunca rompió alguna cosa en mi casa y las plantas sobrevivieron a sus juegos. Acostumbraba a dormir sobre mi falda y no le gustaba que lo acariciara todo el tiempo. Decidía cuando era el momento del cariño pasándome su lengüita rasposa por la mejilla.

 El 10 de Enero del 2015 lo llevé a la Municipalidad de Las Heras a efectos de que fuera castrado. Ya estaba cerca de cumplir los nueve meses requeridos. Allí se hacen castraciones múltiples. A raíz de ello presencié una escena insólita. Al terminar las ablaciones, uno de los cirujanos salió de la sala para entregar las mascotas a sus dueños. Los traía, aún dormidos, colgados sobre su antebrazo como si fueran de trapo. ¡Cinco al mismo tiempo! Entre ellos estaba Yiyo. Su convalecencia fue corta pero no impidió que me sintiera mal por hacerle eso a mi mascota.

 Salía todas las noches a dar sus paseos por los tejados del Vecindario. Gracias a ello fueron desapareciendo las ratas y otras plagas de toda la manzana. Sin embargo, algunas personas estaban disconformes y molestas por los ladridos de sus perros, furiosos por no poder alcanzarlo. Regresaba cerca de las tres de la mañana. Saltaba del techo, desde una altura de dos metros y pico como si nada, y luego entraba. Yo respiraba aliviada.

 No conoció enfermedad alguna, pero fue víctima de la crueldad de un vecino que le disparó con rifle, durante la madrugada del 21 de Abril del 2017.El balín le había atravesado la tráquea, le había interesado el pulmón y lo dejó sangrando y boqueando por la falta de aire. Así lo encontré, cuando desperté por un fuerte ruido y unos gemidos. Lo llevé, con urgencia, a una veterinaria que estaba de turno, a siete kilómetros de mi casa. Felizmente Yiyo sobrevivió, pero fueron días muy difíciles para él y también para mí. Pocas cosas son tan dolorosas como ser testigo del sufrimiento, tan silencioso, de un animalito.

 La noche del 3 de Mayo del 2018 fue la última noche que vi a mi mascota. Se fue de andanzas, como acostumbraba, pero no regresó. Esperé toda la noche. A la mañana salí a buscarlo. Interrogué a los vecinos. Pegué carteles, con su foto, por los alrededores. Todo fue inútil. Hasta el día de hoy no sé qué pasó.

 En mi manzana hay dos personas que tienen rifles de aire comprimido. Y sé, de buena fuente, que odian a los gatos. ¿Viviré con esa duda por siempre?

 Esta biografía la escribo, con todo mi amor, para honrar a mi gato, compañero de vida durante cuatro años.

 

                Nela Bodoc - 2020

miércoles, 15 de junio de 2022

 

Poesía.

 

Silencio

Pensativo, sentado a un lado de este enorme paredón

con sus viejas y gastadas hileras de ladrillos,

es tan alto que me deja sombrío,

aun cuando el sol con sus rayos dorados

penetra con tanta fuerza que me llega hasta los huesos sepultados.

 

El calor deja la ciudad en silencio

y el paso del tiempo se vuelve tardío,

cualquiera estaría arrobado por una pequeña brisa

aún si fuera efímera como el último abrazo de quien fue una vez amado.

Recibir el comunicado que tanto ansiaba me ha dejado extasiado.

Qué sed. Me arden los pies.

 

El horario estimativo de la noche parece nunca llegar,

el día sigue estructurado al silencio

y las plantas están secas como si en primavera no hubieran florecido.

Qué sed. Me arden los pies.

 

Marisel Gómez 20/10/2020

 

martes, 14 de junio de 2022

 

El gato como enseñanza

 

Nunca ví que estuviese bueno vengarse de nada, sin embargo es un sentir que está en todo ser humano.

Recuerdo una pequeña experiencia que, podría decirse, fue una pequeña venganza y que, gracias a Dios, no pasó a mayores.

De chica siempre me pedían que me portara bien, o al menos así lo sentía. Un día, con mi vecino, nos reunimos a la noche y le prendimos fuego a la cola de un gato. El gato corrió asustado y nos provocó risa y alegría. Sentimos que habíamos roto con la norma de tener que portarnos bien.

El gato no regresó ni nadie preguntó por él, pero descubrí que es más importante la recta intención y la sana predisposición para hacer las cosas, que la venganza nunca resulta como solución a los conflictos de las personas.

                                              

                                                                              Gabriela Medawar - 2022

 

lunes, 13 de junio de 2022

 

Piedra

Soy una piedra, nacida hace millones de años, siempre mirando hacia la luz, rodeada de agua, de seres pequeñitos, de algas, de hojas largas y verdosas.

Hace un tiempo que ya no contabilizo, se secó el agua, aparecieron otras piedritas y la tierra, la tierra infinita que me rodeó de otras plantas y otros seres que se deslizaban por ahí siempre buscándose unos a otros.

Viene gente, hablan, gritan se ríen y se apoyan en mí. Siento que se estremecen: Silencio, algo pasa, el ambiente cambia. Las plantas también se estremecen, vibran y tiemblan. Su energía las traspasa de colores verdosos, azulados, ocres. Todos estamos en un espacio de cristal.

¡Que no se rompa la magia!

Ni la luz del sol, ni el aire se animan a interrumpirnos.

Y sin embargo hay algo que se queja, hay algo que se aleja.

                                                                              Clara Molina - 2021

domingo, 12 de junio de 2022

 

LA ESCONDIDA

 

1,2,3,…45…83…99…146…451….1530….2804…. Nunca terminó de contar ese torito.

El muy atrevido se quedó dormido, apoyada su frente en la columna de cemento de la luz, mientras los demás se quedaron esperando.

 

ADRIANA BRESCIA - 2022

viernes, 10 de junio de 2022

 

Remembranza

 

En el jardín de casa, crecen a capricho tres árboles de hojas lanceoladas, de un verde no tan verde y permanecen así todo el año, nos regalan unas flores amarillas tubulares donde se deleitan los colibríes.

En ese tiempo pasábamos por una cuarentena que se nos hacía interminable. En las tardes, luego del almuerzo, el consuelo familiar era bajar a calentarnos al sol, bajo los árboles.

Quizá el silencio del ambiente sin bocinas ni ruidos callejeros, hizo posible que diversos pajaritos estuvieran muy a gusto departiendo entre amigos, alborotando el silencio.

Se posesionó del jardín una parejita de colibríes y su cría, nos divertían con sus trinos y sus grescas con otras avecillas.

En momentos que yo recordaba a mi madre, ya que cuando ella vivía solía interpretar el canto diverso de los pájaros: cuando iba a llover, o si alguien nos visitaría ese día, si habría una sorpresa, etcétera.

Repentinamente un colibrí de un brillante color verde azulado se asomó sobre mi cabeza y bailó con intensidad y sin temor alguno en el aire, y me atrapó en su vuelo.

Sentí en ese instante al ángel de mi madre abrazándome con ternura.

 

Patricia Vasquez - 2022

jueves, 9 de junio de 2022

 

Fábula


                                                       El zoo mágico.

Anita, la gatita, se alejó de su casa hacia el jardín trasero, donde crecían arbustos, y allí encontró a una bella criatura blanca y peluda, de ojos rojos y orejas largas. Después de mirarse por unos segundos, ambas se presentaron:

Hola ¿Quién eres? -preguntó la gatita- Me llamo Anita y vivo en esa casa.

Hola –contestó la conejita, porque eso era, una hermosa conejita- Soy Luisita, la conejita, y vivo en una cuevita. Estoy buscando alguien que me acompañe al zoo mágico, ¿Quieres venir? ¡Anda, di que sí! Pero debemos ser cuidadosas porque mis padres no me dan permiso. 

¿Y por qué no te dan permiso? –preguntó Anita algo indecisa.

Porque son muy miedosos –contestó Luisita- y como tengo muchos hermanos no nos dejan alejarnos.

Las nuevas amiguitas se pusieron de acuerdo y se dirigieron hacia el bosque cercano donde se encontraba la puerta del zoo mágico. Se dieron un fuerte apretón de patitas e ingresaron.

No habían caminado mucho cuando encontraron a un extraño animal, al que le preguntaron, después de saludarlo, tratando de no hacerlo enojar:

Hola ¿Quién eres? ¡Te ves muy raro!

Soy un monopaj –contestó el aludido- y creo que ustedes son muy pequeñas para estar aquí, donde no todos los habitantes son pacíficos.

No tenemos miedo –dijeron a dúo las visitantes.

Yo corro muy rápido -dijo la conejita Luisita- no me pueden atrapar con facilidad.

Y yo puedo trepar a los árboles –dijo Anita la gatita- y me defiendo con uñas y dientes.

Y siguieron su paseo. Encontraron otro ser muy raro, mezcla de tortuga y león, que las miraba fieramente, y huyeron de allí sin preguntar nada porque les dio miedo.

Luego se toparon con un aguipopez, que les costó mucho reconocer de dónde provenía su nombre, que con gesto despectivo las ignoró; luego un cabacoli de gran belleza, que les dijo que deberían salir de ese lugar, y en un arroyo encontraron un gatopez, que se burló de ellas, y ya no se sentían tan contentas.

El problema se presentó cuando encontraron al serpisapo, que las quiso comer ¡Qué susto se llevaron! Corrieron desesperadas, pero el extraño animal casi las alcanzaba cuando apareció otro ser fabuloso, un aguicaba, que las levantó en el aire, las cargó en su lomo y las llevó hasta la salida del zoo mágico, y les dijo que se fueran, no sin antes darles una reprimenda: ¡Nunca desobedezcan a sus mayores!

Y este cuento ha acabado.

 

Moraleja: Los adultos saben por experiencia, por eso hay que escucharlos.


Asumi - 2022

 

 

Consigna:

Creamos en forma divertida animales fabulosos (un animal formado por dos o tres animales; ej. Gatopez o serpisapo) y con ellos creamos una fábula.

miércoles, 8 de junio de 2022

 

EL SUEÑO Y EL DUEÑO (EL EGO)

  

El sueño dijo a la niña

que debería ser grande,

pero la niña soñaba

un futuro de princesa

que la vida no le daba…

 

y tomó lo que quedaba.

 

El sueño le dijo al hombre

que debería ser padre,

pero el hombre soñaba

con el hijo más perfecto

que la vida no le daba…

 

y tomó lo que quedaba.

 

El sueño dijo al sacerdote

que debería salvar almas

pero el sacerdote soñaba

con miles de agradecidos

que la vida no le daba…

 

y tomó lo que quedaba.

 

El sueño le dijo al médico

que debería sanar cuerpos

pero el médico soñaba

con toda la admiración

que la vida no le daba…

 

y tomó lo que quedaba.

 

El sueño dijo al poeta

que debería cantar sonetos,

pero el poeta soñaba

con una inmensa fama

que la vida no le daba…

 

y tomó lo que quedaba.

 

La vida le dijo al alma

que sabía lo que buscaba,

aunque no era consciente

sólo renuncia quedaba.

 

               Asunción Ibáñez - 2006

 

 

martes, 7 de junio de 2022

 

UN CUENTO DE LA BUENA PIPA…

 O COMO AVECES SE DICE: CUENTO DE NUNCA ACABAR

 

El día que a ella el ángel le sopló en la oreja, le llegó un mensaje increíble. Pero ella lo desestimó sin más ni más, o sea, no le hizo caso (como se dice vulgarmente). Y siguió tan campante como si nada.

Tres días después iba caminando por la calle, bueno, hablando con propiedad sería por la vereda y de pronto apareció desde una baldosa floja, una baldosa muy rota, que tapaba un agujero. Un agujero muy profundo, húmedo, gelatinoso. Pues apareció un globo rojo, que estaba bastante desinflado, pero que a medida que salía iba creciendo. Y creciendo. Y creciendo hasta hacerse tan grande, pero tan grande, que se le interpuso en el camino.

Prácticamente no le dejaba ver lo que tenía por delante. Ciertamente empezaba a sentirse incómoda. Muy molesta. Pero le ganó la curiosidad y cuando pudo reponerse, primero del asombro y luego de la molestia, lo interpeló: ¡Oye, globo, vete a jugar a otra parte! ¡No me molestes más!

De repente se dio cuenta que estaban completamente solos. El globo rojo gigante y ella. ¿Qué habría pasado? ¿Dónde estaban los demás? Y por más que buscó y miró de acá para allá, no vio a nadie. -¡Globo insolente, sal de mi vista! -pero el globo ni se movió (¿O quedaría mejor decir ni se inmutó?)

Pasaron unos minutos que se le hicieron eternos y el globo finalmente abrió su cuerpo para dejar ver algo asombroso. Un jardín tan maravilloso como nunca visto (por lo menos para ella). Flores de refulgentes colores, lilas, rojas, azules, amarillas, violetas, naranjas y blancas; verdes y más verdes, perfumes exquisitos penetraban por su nariz, que la iban embriagando de a poco, mientras lo recorría.

Mariposas, abejas, bichitos de luz, picaflores la iban acompañando y mostrando toda la belleza del lugar, mientras una leve brisa la invitaba a seguir…

Y ahí fue ella muy decidida, el enojo ya había desaparecido. ¿Había estado molesta?

Encontró una bicicleta, justo a su medida, se subió y dio varias vueltas. Se bañó en una fuente de aguas de colores y perfumadas. ¡Cómo disfrutaba! Y al final se recostó en una hamaca paraguaya y se quedó profundamente dormida.

Y dormida soñó que un día el ángel le sopló en la oreja, le llegó un mensaje increíble. Pero ella lo desestimó sin más ni más, o sea, no le hizo caso (como se dice vulgarmente). Y siguió tan campante como si nada.

 

ADRIANA BRESCIA - 2022

lunes, 6 de junio de 2022

 

BIOGRAFIA DE DOLLY

 

Mi hermosa gata. Mi amada gata. Y yo que la amaba tanto, la tuve que poner a dormir, un 21 de setiembre, no recuerdo el año ni la hora.

La llevé en su porta-casita a la veterinaria, con la esperanza de que la operaran, que se pudiera hacer algo. Nada se podía hacer, salvo evitarle más sufrimiento. La había pisado un vehículo.

Tres días antes, después de haberla buscado infructuosamente, regresó no sé ni cómo, casi arrastrándose hasta donde estaba su mamá humana. Ella, que era la pulcritud total, siempre limpia, brillante, bien peinada, estaba ahí, en un costado de la vereda mirándome, sucia, despeinada. La alcé, la llevé adentro, la coloqué en su camita. Se levantó no sé ni cómo y fue hacia el arenero, ahí se quedó. No podía orinar, ni beber, ni comer. Tal vez esperé demasiado, creyendo que se recuperaría solita.

Creo que han pasado dos años, no puedo recordarlo. Pero está aquí en mi memoria, la sigo extrañando y me sigo sintiendo culpable. Yo la saqué de su hábitat de diez años donde era andariega, libre, hermosa. Lo hice porque no podía seguir viviendo en ese lugar, no quería que ellos se fuesen muriendo y quedar un día sola ¿Me equivoqué? Tal vez, no lo sé, ella pagó mi precio.

Hace algún tiempo, en los años jóvenes, solía salir a caminar temprano por el Acceso Este, con una de mis perras: Duna. Una de las tantas veces, al regresar a casa, pasando por el kiosco de revistas y flores, la vi a ella. Era tan bella, chiquita, negra y blanca. Con la puntita de la nariz negra en su carita casi blanca. Hacía unos movimientos típicos en los gatos, de fregarse en forma cadenciosa, una y otra vez en una de las puertas verdes del kiosco.

Amor a primera vista, aunque soy una enamoradiza. No fue lástima como tantas veces que recogí animales. Fue seducción. Pregunté de quien era, dijeron que de nadie, que había aparecido ahí esa mañana y temían lo que pudiera pasar cuando vinieran los numerosos perros de la zona. Me acerqué para acariciarla y aceptó encantada el contacto de mis manos.

La alcé y no opuso la menor resistencia. Se acurrucó seductora en mi pecho, mientras  Duna observaba. La llevé directo a la Veterinaria. Ese día había dos profesionales, la revisaron y se dejó hacer cualquier cosa, pero en cuanto la soltaban venía hacia mí ¡Cómo no amarla! La desparasitaron, la encontraron perfecta y confirmaron que era hembra. Compré el alimento y partimos las tres. Ningún susto al caminar por las calles ruidosas, transitadas; en mis brazos parecía que yo era suya desde siempre.

Al llegar a casa, salió a recibirnos la muy numerosa familia perruna, nada de gatos pues habían muerto hacía varios años. Los ocho la recibieron como una más, se movió adentro como quien vive en el lugar desde siempre. La llamé Dolly. Siento que ellos traen el nombre y de algún modo me lo dan a conocer. Se acostó conmigo, por supuesto, y se encargó de peinarme y lamerme la cabeza. Me caminó entera, hizo sus arrumacos y nos dormimos.

A los quince días los perros y yo estábamos contagiados de tiña. Ella era portadora asintomática, los demás nos llenamos de ronchas, ampollas. Todos, incluida Dolly hicimos tratamiento y nos curamos.

Fue tremenda de traviesa y al mismo tiempo era un deleite mirarla. Además bravísima en las peleas de gatos, a veces volvía con la oreja cortada, pero no escarmentaba. Cazadora como ella sola, mil veces le pude sacar los gorriones de la boca.

 Un día se cayó de la medianera sobre una tuna, intentando escapar del perro del vecino. ¡Pobrecita, tenía espinas hasta en los costados de la carita! Se las dejó sacar sin intentar escapar. Otro día desapareció y escuché ladrar al perro de ese vecino. Le toqué el timbre y le pedí ver si mi gata estaba ahí, la había perdido. Me respondió que si hubiera entrado a su casa, el perro ya la habría triturado. Insistí y ahí estaba: el perro la había acorralado en una esquina, pero no la tocó ¡Dolly! ¡Dolly! Son tantas las anécdotas de ella y de todos, que podría escribir varios libros bellos.

 Varios años antes que ella estuvieron Gatito y Gatina, Serafín y Perlita.

Simultaneo a ella, Gama y Beta. Cuando traje a estos hermanitos, Dolly se enojó de tal modo conmigo que se fue por tres meses. Desesperada la busqué por todo el barrio y no dí con ella. La señora que me ayudaba en esa época me dijo un día: “En cuánto usted se fue, Dolly apareció. Comió, tomó agua, se acostó y cuando se dio cuenta que usted venia, se fue.” Ahí recobré la paz. Era cuestión de dejarle comida, leche, agua y ella lo consumiría cuando yo me fuese a dormir. Un día, no sé por qué, me perdonó y volvió como si nada, se acostó conmigo y todo siguió como siempre, solo que ahora habían dos gatos más. Pero ella era mi favorita y la pícara lo sabía.

A veces me dolían mucho las piernas y al acostarme era muy molesto e intenso el dolor, sobre todo la pierna izquierda. Ella aparecía, saltaba a la cama y se ponía a amasar mi pierna, justo en ese lugar que me dolía.

Sea éste mi homenaje para ti, mi gata hermosa y para toda esa multitud de animales que me acompañaron y partieron con muerte natural o tuve que ponerlos a dormir. ¡Espantosa experiencia!

Ellos me acompañaron y acompañan en mi larga vida. Siempre fieles, leales absolutos, agradecidos, amorosos, comprensivos.

Cuánto tenemos los humanos que aprender de ellos.

Gracias mis hermanos animales, por hacerme más dulce, más cálida la vida. Y perdón por todos los errores que por ignorancia cometí. Gracias mis amigos.

 

                                                        Teresa Columna - 2020

domingo, 5 de junio de 2022

 

Metáfora

 

Se revuelcan en el piso,

enroscados de furia,

luchando como dos lagartos en el desierto.

                                                                              Nela

viernes, 3 de junio de 2022

 

Encuentro de verano

 

Volvió

Regresó, y si bien no había pasado tanto tiempo, nada era igual ¿O sí? ¿Sería su memoria esquiva?

Y con una sonrisa (se reía para adentro, con un sonido inaudible de jijiji) pensó que era un lugar totalmente nuevo, desconocido. Que tener pérdida de memoria le hacía vivir un viaje interminable hacia lo desconocido, y lo agradeció.

 

                                                                                              Marta - 2022

jueves, 2 de junio de 2022

 

EL RÍO

El río avanza, corre, se desliza entre rocas, plantas y arenas.

A veces se detiene cansado, pero sus propias células empiezan a inquietarse y le piden, “Vamos, vamos, sigue, ¡Adelante!” y de a poquito empieza a fluir montaña abajo, zigzagueando ondulante, coqueteando entre las flores. Ríe, canta, llora.

Va recordando todo lo que vio en su recorrido: paisajes, nubes, gente, lluvia, más agua que cae y llena su cauce. Tropiezos, vueltas, sinsabores y alegrías.

El río sigue incansable, se expande, cada vez más lento, tiene miedo de llegar al mar, es el fin, desaparecer en el todo, perder su identidad. No ser.

Al fin se entrega, ya no es, pero es el mar, está en el todo. Todo es uno.

Sonríe.

                                                               Clara Molina - 2022

miércoles, 1 de junio de 2022

 

MADRESELVA

 

Por la ventana de mi habitación abierta de par en par en primavera,

entraba el exquisito perfume de las flores de la madreselva,

esa que un día mi madre plantó mientras cantaba un bolero

en nuestra nueva casa y que cuidó con tanto esmero.

 

La belleza y simpleza de esas pequeñas flores blancas,

quedaron grabadas en mi memoria por siempre,

como testigos de mi niñez acompañando mis sueños,

cuando los versos quemaban como ardientes leños.

 

Madreselva, compañera de mis primeras lágrimas

de muchacha enamorada y solitaria.

 

Ana María Muñoz - 2021

  Reflexiones                                                                                                           CAMINO       ESPIRIT...